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Lucha contra la obesidad

El edulcorante releva al azúcar como rey del supermercado

La industria ha reducido el contenido de azúcar en muchos alimentos pero lo ha sustituido por endulzantes no recomendables desde el punto de vista de la nutrición

Clientes en un supermercado. Ferran Nadeu

Los anuncios por parte de la industria de que va a reducir el azúcar en sus productos procesados han sido constantes en los últimos años. La preocupación creciente entre los consumidores sobre su dieta y la necesidad de no ganar peso, a la par de los estudios que avisan de que existe un verdadero problema de obesidad y sobrepeso, han animado a las marcas cuyos productos son más azucarados a anunciar reformulaciones de sus alimentos para reducir este componente (así como la sal y las grasas saturadas). Sin embargo, en términos generales, este propósito se ha traducido en una merma de los azúcares añadidos a los alimentos, sí, pero compensado con un aumento del uso de edulcorantes que, desde el punto de vista nutricional, tampoco son recomendables y no se sabe, aún, si a la larga podrían ser perjudiciales para la salud.

La Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN) no ha publicado todavía los resultados definitivos del Plan de Colaboración para la mejora de la composición de alimentos que el Gobierno firmó con casi 400 empresas en 2019, pese a que el horizonte temporal de reducción de los azúcares añadidos, la sal y las grasas saturadas contenido en el acuerdo era 2020. No obstante, la evaluación intermedia, que tuvo lugar a finales de 2019, indica que sólo el 46% de las empresas habían cumplido.

Y, a falta del informe final, los datos recabados por los especialistas indican que la industria "ha disminuido la cantidad de azúcares añadidos pero mediante la sustitución de los mismos por edulcorantes", según explica Ana Belén Ropero, profesora del Instituto de Bioingeniería de la Universidad Miguel Hernández (Alicante) y directora de la base de datos de alimentos BADALI.

Productos 'light'

En el sector de las bebidas, por ejemplo, se ha producido un aumento de la oferta de productos 'light', que llevan edulcorantes, y también dentro de las fórmulas ‘originales’ marcas como Fanta, Sprite, Pepsi y 7Up han reducido los azúcares pero añadiendo también edulcorantes. "De modo que en algunas marcas ya no hay opción de consumirlo sin edulcorantes", avisa la experta.

En el ámbito de los yogures, también hay cada vez más ofertas de productos 'light', es decir, con edulcorantes o sin azúcares añadidos, pero con una tendencia a "endulzar el producto con purés de fruta que según el Comité Científico Asesor en Nutrición del Reino Unido tampoco son recomendables". En cuanto a las galletas y la bollería, también se observa un aumento de la oferta de productos con edulcorantes.

Y... tanto edulcorante, ¿es bueno para la salud? Desde el punto de vista toxicológico, la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria ha indicado que su consumo es seguro. Pero, desde el punto de vista nutricional la OMS y la Organización Panamericana de la Salud han señalado que no son recomendables. Los estudios científicos realizados hasta la fecha muestran que pueden modificar la microbiota intestinal, afectar al metabolismo de la glucosa, los procesos de pérdida de peso o la conducta alimentaria. El problema es que aún no hay datos tan concluyentes sobre sus efectos a largo plazo (se requiere más tiempo) como para que las autoridades hayan dado el paso de no recomendarlos.

El umbral del dulzor

Por ejemplo, la Agencia Española de Seguridad Alimentaria no se ha pronunciado al respecto pero su Comité Científico, en una publicación en 2021, señaló que sobre los edulcorantes hay dos aspectos a tener en cuenta: "Acostumbrarnos a un umbral de dulzor alto puede llevarnos a consumir otros alimentos en los que los azúcares no han sido sustituidos por edulcorantes y por tanto incurrir en un exceso de ingesta de azúcar. Por otra parte, y este es un tema que todavía requiere de más estudios, necesitamos conocer cuáles son los efectos de la ingesta habitual de edulcorantes sobre la microbiota intestinal, ya que hoy en día se sabe que dicha microbiota puede influir en el desarrollo de enfermedades como la obesidad o la diabetes".

En este contexto, sí hay marcas que están haciendo cambios en la formulación de sus productos recomendables desde el punto de vista nutricional y dejando atrás el dulzor tradicional. El problema es que no tienen tanta aceptación entre los consumidores y por ello no son fáciles de encontrar. "Aunque pongamos la mirada en la industria, si las iniciativas para reducir efectivamente el azúcar, sin edulcorantes, no son aceptadas, difícilmente las marcas apostarán por estos alimentos", reflexiona Ropero.

Una política global

Por ello, la especialista reclama que se hagan más campañas de formación de los consumidores. Además, califica de "primer paso en la buena dirección" la intención del Ministerio de Consumo de limitar la publicidad dirigida a niños de alimentos con un perfil nutricional poco saludable, como galletas, chocolates, bebidas azucaradas... Teniendo en cuenta que 9 de cada 10 anuncios no son saludables, Consumo ha sacado a consulta pública un real decreto destinado a restringir la publicidad que cuenta con el respaldo de nutricionistas y organizaciones de consumidores.

"Es la forma indirecta de controlar el libre mercado", reflexiona Rafael Urrialde (profesor de nutrición y fisiología vegetal en varias universidades), dado que cuando entre en vigor el decreto, la marca que quiera hacer publicidad infantil, la principal vía para fomentar las ventas, tendrá que cumplir con los perfiles nutricionales establecidos por la OMS. Asimismo, Urrialde reclama una "política global" frente al azúcar, que impulse la educación del consumidor, la reformulación de los productos, que tenga en cuenta también a las grandes distribuidoras, sus marcas y las promociones en el punto de venta, así como el fomento de la actividad física.

En cuanto al etiquetado frontal, Consumo trabaja en la implantación del sistema de semáforo Nutri-Score pero muchos nutricionistas discrepan de este modelo, que no tiene en cuenta todos los componentes del producto, y prefieren el etiquetado chileno que advierte directamente, en un lugar visible, que un alimento es "alto en azúcar".

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