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Enfermedades

El Covid que se queda en la punta de la lengua y deja a las mujeres sin palabras

Una investigación de dos profesoras de la Universidad de Oviedo, realizada con más de 300 pacientes nacionales, presta atención a trastornos cognitivos, de lenguaje o memoria, que relatan muchos pacientes, sobre todo féminas entre 40 y 60 años con nivel educativo medio-alto

Elena Herrera Gómez y María González Nosti.

Hace casi un año que las neuropsicólogas María González Nosti y Elena Herrera, profesoras de Psicología de la Universidad de Oviedo, empezaron a oír hablar de pacientes contagiados de covid a los que, ya recuperados, "no les salen las palabras" o que sienten eso tan típico de que lo que quieren decir se les queda "en la punta de la lengua". Personas aparentemente ya curadas que no encuentran el nombre de personas de su familia o de su entorno cercano, o que incluso llegan a tener dificultades para leer o escribir.

Ambas, González y Herrera, acumulan experiencia investigando las alteraciones, especialmente del lenguaje, en numerosas enfermedades de origen neurológico como el Alzhéimer o Párkinson. Así que, lejos de despreciar esos relatos que empezaban a vincularse al covid persistente, les provocó un "interés por conocer un poco más todos estos síntomas para poder cuantificarlos y conocer si remitirían en el corto o medio plazo", explican.

A ellas, esas secuelas de falta de fluidez verbal, dificultades para la atención y la expresión, disminución de la capacidad para planificar, para organizarse o los lapsus de memoria, no les parecieron insignificantes, "ni un cuento para estirar una baja", como saben que algunas de las mujeres con las que han hablado han llegado a escuchar de sus médicos. A ellas, tras oír cientos de casos, les parece que hay "un trastorno que se describe de una forma bastante uniforme y coincidente", dice María González Nosti.

Por mucho que ni en neuroimagen ni en pruebas cognitivas básicas apareciera ninguna afectación -en los pocos casos en que se investigaba el relato de las pacientes-, a las dos expertas les pareció que todas esas dificultades nuevas apuntaban a unas repercusiones cognitivas que había que tener presentes. Tras revisar la literatura y ver que poco o muy poco se había escrito al respecto, decidieron encargarse del estudio.

"Nos lo planteamos como una investigación pequeñita, para hacer con 30 o 40 pacientes", recuerda María González. Pero al contactar con la Asociación Asturiana de Covid Persistente en busca de casos les llegó un aluvión de interesadas. Era el momento en que se estaban empezando a crear asociaciones de pacientes que se veían muy solos en sus problemas y eso había generado unas conexiones increíbles de punta a punta de España. Tan ansiosas estaban esas pacientes en que alguien mostrara interés por lo que les ocurría que les llovieron los casos de estudio.

Hasta ahora ya son más de 200 las pacientes evaluadas -mayoritariamente mujeres que se contagiaron en la primera ola del covid- y se prevé alcanzar los 300 participantes.

Lo que se busca, explican las investigadoras, es conocer el perfil cognitivo de los pacientes con covid persistente. Para ello "les aplicamos un protocolo de evaluación que incluye tareas de atención, memoria -de trabajo, visual, verbal y prospectiva-, lenguaje -denominación, fluidez verbal, lectura y escritur- y funciones ejecutivas -inhibición de conducta, planificación, etc.-. Nos interesa saber si hay un solo perfil cognitivo, con características similares en la mayoría de pacientes o si por el contrario podemos encontrar varios perfiles distintos. Y, en este caso, cuáles serían las variables que lo determinan", explica María González Nosti.

Entre los resultados que ya están claros se encuentra el perfil básico del paciente afectado por covid persistente con estos trastornos: suele ser una mujer (88%), de entre 40 y 60 años (44% de 40 a 49 años y 33% de 50 a 59), con un nivel educativo medio-alto y que han pasado un coronavirus leve sin necesidad de ingreso hospitalario. De hecho, menos del 1% han necesitado ingreso. "La muestra está formada mayoritariamente por mujeres que pasaron la enfermedad en casa y con síntomas leves. Son personas jóvenes, con una media de edad de 47 años, y lo que más nos está llamando la atención, por ser un dato cuanto menos desconcertante, es que las personas más jóvenes son las que muestran mayores dificultades en las pruebas neuropsicológicas", describe Elena Herrera.

También tienen un estudio muy preliminar con los resultados de la afectación. "Es solo una muestra de los resultados de 33 pacientes que se codificaron porque formaron parte de un trabajo de fin de estudios de una alumna", avisa González Nosti. En este estudio de muestra se ve que la mayoría de los pacientes (el 78%) muestran una velocidad de procesamiento más lenta de lo normal; casi el 40% muestran dificultades de razonamiento abstracto; más de un tercio muestran dificultades lingüísticas que se observan en las tareas de fluidez verbal en pruebas del tipo "dígame durante un minuto todos los animales que pueda" o "dígame durante un minuto todas las palabras que pueda que empiecen por la letra P"; así como dificultades en distintos tipos de memoria, de trabajo y verbal principalmente y, por último, un 27% también muestra dificultades de atención.

"En esa muestra, que es muy pequeña, también hemos visto que algunas patologías previas de los pacientes, como el hipotiroidismo o la hipertensión estaría correlacionadas con un rendimiento bajo en algunas de las pruebas. Por ejemplo, la hipertensión está relacionada con una peor memoria visual y el hipotiroidismo con una peor memoria verbal. No obstante, esto tendremos que confirmarlo con una muestra más grande", sostiene González Nosti.

El estudio "pequeñín" ha pasado a ser un proyecto de más enjundia, para el que han pedido subvención del Ministerio y que harán aunque no logren la financiación pública. Será descriptivo, pero también de seguimiento, ya que se plantean mantener la atención al menos un par de años sobre los pacientes.

El lastre de tener que demostrar a diario que lo que cuentan es cierto"

En los meses que han pasado de trabajo el covid persistente ya se ha convertido en una enfermedad reconocida por la mayoría de las asociaciones médicas e incluso por la OMS. Tiene más de 200 síntomas asociados y en el caso de este estudio lo que suelen contar las pacientes es que aún tienen mucha fatiga y dolores de cabeza frecuentes. También han lidiado con la frustración de muchas de las afectadas.

"A lo largo de estos meses en los que hemos podido evaluar y conversar con tantas personas afectadas de covid persistente, hay algunos puntos muy llamativos de lo que está ocurriendo. Hemos podido percibir que es una condición muy poco tomada en consideración por el sistema sanitario en general. Seguramente, quiero pensar, por los escasos estudios que hay todavía al respecto. La mayoría de estas personas, además de tener que estar día a día enfrentándose a una lista enorme de síntomas, tienen que estar continuamente demostrando que lo que cuentan es cierto, que los problemas de memoria son reales, que las faltas de atención les impiden realizar muchas tareas cotidianas...", comenta Elena Herrera.

En muchas ocasiones, añade, "les derivan a psicólogos clínicos o psiquiatras, porque además de los problemas cognitivos tienen problemas de ansiedad, depresión, malestar emocional...que por otro lado es perfectamente comprensible por la situación de incertidumbre en la que se encuentran. Pero el motivo por el que muestran toda esa sintomatología asociada al covid persistente no es un motivo de salud mental, el problema de salud mental es un síntoma más". Herrera sabe que las mujeres de su estudio "sienten mucha incertidumbre, en muchas ocasiones están recibiendo el alta médica, aunque no se encuentran en las condiciones para volver a trabajar con normalidad, además, la mayoría son personas con trabajos que suponen una alta carga mental (personal sanitario, altos ejecutivos, empresarios/as, profesores/as...)". Y un hándicap más: "Demostrar los déficits cognitivos, no es fácil, no es algo que se ve, como se puede ver tener una pierna rota. Los profesionales más adecuados para poder objetivas estas dificultades son los Neuropsicólogos, una figura que escasea en el sistema sanitario", sentencia Herrera.



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