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Igualdad

La desigual carrera femenina en ingenierías y arquitectura

El Día de la Mujer en la Ciencia, el 11 de febrero, se prepara para fomentar la igualdad de género en las carreras más técnicas

Dos científicas colaboran en la preparación de un estudio.

Las ingenierías y las arquitecturas se resisten a encontrar la paridad entre hombres y mujeres. No es la falta de oportunidades lo que provoca que solo el 25% de las plazas en las carreras técnicas en las universidades canarias estén copadas por mujeres. El problema es cultural y "de fondo" , como explica Ángela Esther Torbay, psicóloga evolutiva y responsable de la Unidad de Género de la ULL. Los estereotipos que aún no se logrado romper, la falta de referentes y la alta presencia de hombres en estos sectores son algunas de las razones que echan atrás a las mujeres a la hora de decantarse por este tipo de profesiones.

Tanto en la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC) como en la Universidad de La Laguna (ULL), son ellas las que copan más de la mitad de las matrículas de nuevo ingreso. Sin embargo, hay algo que las retiene cerca de los estudios sociales o de las mal llamadas letras y las alejan de las más técnicas, como las ingenierías o la arquitectura.

Los expertos, que evalúan esta circunstancia con motivo del Día Internacional de La Mujer y La Niña en la Ciencia, que se celebra este 11 de febrero, lo tienen claro. Los prejuicios culturales están detrás de las decisiones que las mujeres toman con respecto a su futuro laboral. En primer lugar, faltan referentes. Las mujeres se encuentran ante la difícil decisión de estar cómodas o incomodar a los presentes en su ámbito laboral. Pero a las mujeres se les empuja desde pequeñas a tratar de evitar ese trance.

Ni en la televisión, ni el cine y difícilmente en la realidad hay mujeres en las que fijarse. "Si les pides a unas niñas que dibujen una persona científica, siempre esbozarán a un hombre". Lo explica con cierta consternación Ángela Esther Torbay, que admite que algo "se nos está escapando" para que el imaginario colectivo sea incapaz de romperse en el ámbito de la ciencia.

Una científica escruta a través del microscopio unas muestras que le ayudarán en su investigación. Andrés Gutiérrez

Desde pequeñas, a las niñas les cuesta encontrar un referente y pese a los esfuerzos que realizan cada año los centros de investigación, universidades y los gobiernos para visibilizar el talento femenino, su papel aún es irrisorio en la cultura popular. Esto es así, a ojos de Torbay, porque "los valores sociales culturales están construidos por hombres".

La falta de referentes femeninos y el fomento de los valores masculinos aún condiciona la elección de los estudios. "Si les pides a unas niñas que dibujen una persona científica, siempre esbozarán a un hombre"

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La aceptación social también juega un rol clave. A una niña inteligente, resolutiva y con interés por la ciencia se la penaliza con menos interacciones con su entorno, algo que durante la adolescencia es vital para ellas. "Hemos descubierto que muchas chicas superdotadas lo ocultan para ser aceptadas, especialmente durante la secundaria", resalta Torbay. Esto es, de hecho, una de las razones por las que hasta hace poco se creía que los hombres eran más proclives a ser superdotados. Pero no es así, pues no existe un solo estudio que avale que los hombres disponen de una ventaja genética que haga que su cerebro sea más hábil.

La secundaria, la etapa crítica

Existe cierto consenso, a la hora de considerar la secundaria como una "etapa crítica" en la cual las chicas inician su distanciamiento de las Ciencias y las Matemáticas que se manifestará, primero, en las opciones propias del ciclo superior y se consolidará, posteriormente, con la elección de estudios universitarios o de FP. En el informe La educación científica en las Comunidades Autónomas. Conocimientos y Competencias a la luz de PISA 2015 un grupo de investigadores de la Universidad Camilo José Cela, describen esta brecha se puede distinguir incluso, y a pesar, de que las chicas rinden mejor en las asignaturas técnicas. La teórica educacional Jeannie Oakes, a la que hace mención este equipo, considera que hay tres ámbitos en los que actuar para reducir la brecha de género en la ciencia. En esta lista se encuentra mejorar las oportunidades de aprender y el rendimiento; dos retos que España aprueba con buena nota. La tercera, que abarca la influencia en la decisión final de las chicas para que estudien ciencias, es donde nuestra región cojea más.

Uno de los grandes desafíos de España para su desarrollo económico y social es en el mayor acceso femenino a las titulaciones de Ciencias, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas

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Otro de los obstáculos con el que se encuentran las mujeres está en la propia idiosincrasia de la carrera científica. Según el informe Científicas en Cifras de 2021 editado por el Ministerio de Ciencia, pese a que en España la paridad durante la carrera científica existe hasta la etapa posdoctoral, en los puestos más altos de la carrera investigadora dentro de las universidades y los Organismos Públicos de Investigación (OPIs) tres de cada cuatro personas del personal catedrático son hombres, lo que se denomina "efecto tijera" por la forma que toman los datos cuando se representan gráficamente. En ambos casos hay una disrupción de la paridad a partir del grado B, que equivale a profesores titulares, catedráticos o contratados doctores.

En la ULL, por ejemplo, solo el 33% del profesorado de ciencias es mujer. Una cifra que se reduce hasta el 25% en los estudios de ingeniería y arquitectura. Los números son similares en la ULPGC pues, pese a que casi el 40% del profesorado es mujer, en ciencias este porcentaje baja al 35% y en las carreras técnicas hasta el 18%. Esta disrupción se percibe también en las matrículas de máster y doctorado. "Las alumnas de máster en la ULL copan el 61% de las plazas", afirma la psicóloga, encargada de crear el II Plan de Igualdad de la ULL. Sin embargo, una vez llegan al doctorado, el porcentaje cae de manera abrupta hasta el 51%, "lo que tiene relación con la menor predisposición de las mujeres a seguir investigando".

Un sector masculinizado

Que las ingenierías y otras carreras técnicas se perpetúen en el tiempo como sectores masculinizados, es la misma razón que dificulta la permanencia – que no para el acceso– de una mujer en ellos. En este tipo de empleos existe una gran brecha de género vertical que sigue amparando los valores empresariales más masculinizados. En ellos se premia a los trabajadores más competitivos, individualistas o que ofrecen una dedicación exclusiva a sus labores, olvidando valores más comunes entre las mujeres, como son la colaboración o la conciliación. De esta manera, se convierten en entornos menos apacibles para la mujer que debe demostrar doblemente su competencia profesional y decidir entre su familia o progresar en su carrera profesional.

Pese a un escenario nada halagüeño para ellas, la situación ha cambiado y sigue haciéndolo, "aunque más lento de lo que nos gustaría", como admite Torbay. El ejemplo de ello está, de nuevo, en las universidades. En las ramas de ciencias (matemáticas, física o química), las mujeres han escalado puestos lentamente y ya representan casi la mitad de los alumnos. En la rama de salud son el perfil predominante dentro del alumnado, de hecho, en este caso, ellas están sobrerrepresentadas. En grados de ciencias de la salud (medicina, enfermería o farmacia), el 70% de las matrículas nuevas tienen nombre de mujer. "Hay muchas más médicas que hace dos décadas y las niñas ya lo ven como un futuro posible", resalta la psicóloga de la ULL.

Hace falta, sin embargo, ahondar en los trabajos de concienciación. "Sabemos que con el reemplazo generacional esto irá cambiando, pero hay que seguir insistiendo", remarca. Y es que el papel de la mujer en la ciencia es vital para el futuro de Canarias, tan importante o más que el del hombre.

En una sociedad guiada por las tecnologías de la información, la participación de la mujer no solo es de justicia sino que es necesaria, pues permitirá avanzar más rápido en el cambio económico necesario, dado que con su incorporación se podría paliar fácilmente el déficit actual de ingenieros. Así lo concluye el mismo análisis de la Universidad Camilo José Celá, que pone de relieve que "uno de los desafíos, en concreto de España y de sus comunidades autónomas, en materia de progreso económico y social pivota sobre su capacidad para incrementar, en las próximas décadas, el porcentaje de titulados superiores en enseñanzas STEM (siglas de ciencias, tecnologías, ingeniería y matemáticas)". Una manera "eficiente" de conseguirlo es a ojos de estos investigadores, consiste en "elevar la contribución de las mujeres a dicho porcentaje y facilitar, de un modo más amplio que en la actualidad, el desarrollo de las potencialidades científico-tecnológicas de esa otra mitad de la población".

"Esto nos va a costar", advierte la investigadora. Para que se fragüe el cambio necesario para lograr la total equidad no basta con leyes o planes. "Este tipo de iniciativas ayuda a que la sociedad avance y de hecho, lo ha conseguido", insiste Torbay. La lucha de la mujer comenzó con la visibilización de la violencia de género y hoy este tipo de conductas son cada vez más reducidas gracias a la concienciación. El machismo sigue latente en la sociedad pero cada vez son más las personas que entienden qué conductas son machistas y cuáles no. Por ello Torbay considera que "no podemos invalidar lo que hemos conseguido hasta ahora".

25% de mujeres

El 25% de las plazas en las ingenierías de las universidades canarias están copadas por mujeres.

76% de catedráticos

Los altos cargos de las universidades y organismos de investigación están copados por hombres. El 76% son hombres y solo el 24% mujeres

18% de profesoras

En las carreras técnicas de la ULPGC solo el 18% del profesorado tiene nombre de mujer. En la ULL esta cifra es algo superior, pero sigue siendo baja.

61% de alumnas de máster

Las mujeres quieren formarse y terminar sus estudios, por eso un 61% se matricula para los másters. Sin embargo, este interés baja a la hora de investigar

No obstante, la psicóloga es consciente de que la igualdad entre mujeres y hombres en el ámbito científico requiere de un empujón más. De hecho, como incide la experta, a día de hoy, el reto se encuentra en "modificar de raíz los valores culturales" que frenan a la mujer a la hora de decidir su futuro. La transición, además, debe ir de la mano con un cambio de mentalidad de muchas mujeres que creen que deben de cargar con algunas responsabilidades fruto de las convicciones que la sociedad ha cocinado para ellas durante años. Entre estos falaces pretextos se encuentra la imposibilidad de compatibilizar la carrera profesional con el cuidado de la familia o la extendida creencia de que para poder lograr ambas cosas hay que comportarse como una superwoman.

En esta tarea, "cada generación tiene su responsabilidad", insiste Torbay. Si las baby boomers fueron las encargadas de introducirse en el mercado laboral, las millennials deben ser las que rompan con los marcados roles de pareja, para que los hombres sean una pieza clave más dentro de la familia. Y serán los pequeños pasos hacia el cambio cultural los que permitan a la mujer vea como plausible un futuro siendo ingeniera.

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