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Aplicación de la 'ley Celaá'

Los expertos en educación, a favor del decreto que permite pasar de curso con suspensos

"No se trata de regalar aprobados. El objetivo de la escuela no son las notas, es educar", afirma Xavier Bonal

Un estudiante de ESO, en un instituto de Barcelona.

España tiene uno de los índices más elevados de alumnos que repiten curso. En ESO, el porcentaje es del 8,7% (frente al 1,9% de media de la OCDE) mientras que en Bachillerato es del 7,9%, un índice solo superado por la República Checa (8,2%). “La solución de la repetición como medida estructural es errónea, fallida y muy cara”, admite a EL PERIÓDICO, diario perteneciente al mismo grupo de comunicación que este medio, la ministra de Educación y Formación Profesional, Pilar Alegría, que, a no ser que haya un cambio de última hora, el martes llevará al Consejo de Ministros el nuevo decreto de evaluación. Incluido en la nueva ley (Lomloe), el texto convertirá la repetición de curso en algo excepcional y no dependerá del número de asignaturas suspendidas. También desaparecerán los exámenes de recuperación de junio y septiembre.

A partir de ahora, que un estudiante pase o no de curso será una decisión colegiada de los profesores, que decidirán si ha adquirido suficientes competencias como para hacerlo aunque tenga varias materias sin aprobar. Es lo mismo que ya se reguló, de manera excepcional, en los duros inicios de la pandemia, cuando el virus cerró físicamente las escuelas en 2020. La norma, pues, certifica lo que sucedió entonces.

La ministra -que ha heredado la reforma educativa emprendida por su antecesora, Isabel Celaá- puntualiza que los estudiantes pasarán de curso si así lo consideran los docentes, “los que mejor conocen a nuestros hijos en la escuela”. Sin embargo, no será un cheque en blanco. Deberán recuperar igualmente las materias suspendidas con clases de apoyo.

La consecuencia de la evaluación continua es que desaparecerán las pruebas extraordinarias de recuperación que se hacían en septiembre o junio. A petición de varias autonomías, el ministerio decidió aplicar una moratoria de un año para que las comunidades decidieran si apostaban por estos exámenes o no. Sin embargo, el Consejo de Estado -el órgano consultivo más importante del Gobierno- recomendó a Educación eliminar la moratoria para que en todos los territorios se procediera de la misma manera. Los técnicos ministeriales consideraron que la observación del Consejo de Estado era de obligado cumplimiento, así que la moratoria de un año desaparecerá del decreto de evaluación.

Batalla política

El decreto de evaluación se ha convertido en una batalla política, con los partidos de la oposición reprochando al Gobierno cargarse la cultura del esfuerzo y convertir a los jóvenes en vagos. La anterior ley, Lomce, más conocida por el apellido del ministro del PP que la impulsó, Wert, permitía pasar de curso con dos asignaturas suspendidas. Con tres (o más) la repetición era obligatoria. La Lomloe (que ya está aprobada y es conocida por el apellido de la anterior ministra socialista, Celaá) considera la repetición algo completamente excepcional, una decisión de todos los profesores, que siempre valorarán que la promoción impulse el beneficio académico del estudiante.

Más allá del cansino ruido político, todos los expertos en educación reconocen que España no se puede permitir unos índices de repetición tan elevados y aplauden las iniciativas para bajarlos.

Lucas Gortazar, investigador de Esade y especialista en educación y política social, admite que la norma no es más que la regulación de lo que se aprobó durante la pandemia y la propia Lomloe. Muy crítico con la “cultura del suspenso” y la “cultura del 4”, Gortazar alaba la decisión del ministerio y asegura que a partir de ahora repetir curso no dependerá de una decisión individual. “La mitad de los alumnos que repiten en España no lo harían si vivieran en Grecia, Francia, Italia o Portugal. No repiten por su propia incompetencia sino por una decisión del sistema. Las decisiones colegiadas disminuirán la repetición y eso es una gran noticia”, explica.

En la misma línea. Xavier Bonal, profesor de Sociología en la Universitat Autònoma de Barcelona, divulgador e investigador, insiste en que la repetición de curso es una medida “ineficaz, cara, desigual e injusta”. Los estudios concluyen que a iguales calificaciones repiten más los alumnos de familias más vulnerables. De ahí que Bonal pida alternativas para el aprendizaje de estos chicos y chicas. “Si no consiguen aprender no es solo culpa suya. Habrá que ver si el método de enseñanza es bueno. Tenemos que encontrar vías para evitar el abandono escolar. Una de ellas, por ejemplo, podría ser la orientación profesional”. El investigador concluye: “No se trata de regalar aprobados. El objetivo de la educación no son las notas, es educar”.

Mientras, el pedagogo Gregorio Luri también elogia las iniciativas que van encaminadas a disminuir la lista de repetidores, pero la decisión el ministerio no le gusta tanto porque, en su opinión, la evaluación continua y conjunta es algo que ya está pasando en todas las escuelas. “Los profesores, que no son ningunos ogros, hablan y discuten y, finalmente, deciden si un alumno pasa de curso a pesar de tener suspensos. Creo que si el ministerio lo pone ahora por escrito significa que desconfían de los docentes. Dejemos en paz a los profesionales de la enseñanza”. Luri pide al equipo de la ministra Alegría realizar estudios para comprobar dónde y en qué cursos se repiten más. “Los datos son muy importantes a la hora de tomar medidas”, concluye.

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