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Tatuarse un pezón tras un cáncer de mamá: "Las clientas se emocionan al ver su pezón terminado"

Miguel Castro lleva tres años realizando tatuajes terapéuticos en Vigo

Miguel Castro lleva tres años realizando tatuajes terapéuticos en Vigo.

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Miguel Castro lleva tres años realizando tatuajes terapéuticos en Vigo. Marta Clavero

Recuperarse de un cáncer de mama va más allá de lograr curarse de la enfermedad en sí. Las secuelas psicológicas y físicas que arrastra una paciente tras sufrir esta patología afectan a su identidad como mujer. No sólo se trata del deterioro interno. Los procesos que debe afrontar durante su tratamiento inciden en su aspecto, que lleva consigo una grave repercusión en su salud mental. Ellas no sólo se preocupan por su vida. También les afecta cómo las perciben los demás.

Ese miedo a la enfermedad y a un posible desenlace fatal viene acompañado por cambios que, en muchos casos, minan su autoestima. La imagen que una mujer enferma de cáncer de mama visualiza al final de su dura travesía la enfrenta a un espejo en el que ve una persona a la que le falta su cabello, pero sobre todo, una mujer que se siente mutilada.

La mastectomía -operación quirúrgica para extirpar todo el seno, en prevención o para el tratamiento del cáncer- es una de las intervenciones más agresivas desde el punto de vista físico y psicológico. Conlleva la privación de uno o de los dos senos, que son partes del cuerpo concebidos culturalmente como símbolo de la mujer, de su femineidad y de su sexualidad. En definitiva, las cirugías también dejan cicatrices en una identidad, en parte, arrebatada. De ahí que mitigar estas pérdidas es fundamental tanto para un cura patológica como personal.

Reconstrucción con bisturí

Los senos pueden reconstruirse usando implantes de silicona o de solución salina, pero también se puede utilizar tejido de otros lugares del cuerpo; en algunos casos se combinan ambas opciones. Pero la estética del pecho, además de su volumen, incluye dos elementos cuya presencia es determinante: el pezón y la areola. Existen operaciones que los conservan, y es la opción menos intrusiva. Se llama mastectomía con conservación de pezón, que se prescribe dependiendo del tamaño y ubicación del cáncer de seno, y de su forma y tamaño. Cuando no ocurre así, el cirujano puede reconstruir esas partes del pecho, y esta intervención, que se suele realizar tres o cuatro meses después de la reconstrucción mamaria, pretende que el seno se asemeje más al original en posición, tamaño, forma, textura, color y proyección. Pero el resultado no siempre es satisfactorio.

También existe una segunda opción y ésta pasa por colocar una prótesis de silicona adhesiva y de quita y pon.

Este pezón, reconstruido en quirófano, tuvo una mala evolución. / CARBONO TATTOO

Las prótesis para simular pezones son adhesivas.

Los tatuajes en 3D

La solución intermedia entre la cirugía y la prótesis adhesiva pasa por la destreza de un tatuador, y en Vigo, Miguel Castro, "Miki", se convirtió hace tres años y sin quererlo en una de las grandes referencias en Galicia de este tipo de trabajos.

Resultado final de un tatuaje de Miguel Castro sobre un pecho "limpio". / CARBONO TATTOO

A simple vista, para un especialista tatuador podría resultar fácil dibujar un pezón y una areola en el pecho de una mujer, sin embargo, Miki desmonta ese extremo. Y es que para lograr un pezón con una apariencia natural debe lograr un efecto 3D. El ilustrador no se puede limitar a crear un círculo más o menos rosado en el pecho, sino que con técnicas como el sombreado o el puntillismo hay que lograr detalles muy especializados, probando diferentes tonalidades y capas para alcanzar los relieves deseados, tanto de la propia areola, como del pezón en sí. Se puede incluso conseguir recrear las glándulas areolares o las glándulas de Montgomery, así como crear sombras en la parte de debajo del pezón. El objetivo es que la mama parezca lo más realista posible.

Proceso de un pezón atrofiado a uno tatuado, con varias capas de color de diferentes tonalidades. / CARBONNO TATTOO

Este tatuador vigués realiza varios bocetos para lograr la tonalidad adecuada antes de abordar el tatuaje. / CARBONNO TATTOO

Miki abrió su estudio de tatuajes y pearcings hace seis años. Este ilustrador, que trabajaba en una agencia de publicidad, decidió dar el salto. Así que se preparó para este oficio, y abrió su propio negocio en Vigo, Carbono Tattoo. La originalidad de sus diseños, su imaginación y su buen hacer pronto le reportaron una notable cartera de clientes, pero nunca se había planteado realizar reconstrucciones terapéuticas de senos. Hasta que una mujer, al ver su trabajo, se lo pidió encarecidamente.

Miguel, en plena faena en su estudio de tatuajes. / PABLO HERNÁNDEZ Pablo Hernández

"Hace tres años una clienta acudió al estudio y me pidió que se los hiciera. Yo no me atrevía, ya que era algo demasiado importante, y nunca había realizado ninguno, pero ella insistió. Me dijo que no estaba contenta con los especialistas que había consultado, que había visto mi trabajo y que estaba convencida de que lo podía hacer bien". Miki finalmente accedió a intentarlo.

"Ella no tenía ninguno de los dos pezones; no había referencias, así que, después de buscar, encontramos un modelo que le gustó. Y empecé a hacer bocetos en papel y borradores hasta llegar a lo que quería. Lo llevé muy despacio, paso a paso y lo practiqué mucho, antes de hacerlos", recuerda.

Esta fue la primera reconstrucción terapéutica que hizo Miguel Castro en su estudio, una mujer a la que le faltaban los dos pezones y areolas. / CARBONO TATTOO

Eso fue en 2018, y desde entonces, el boca a boca y las redes sociales propiciaron que unas diez mujeres más cruzaran la puerta de su gabinete, en la calle Álvaro Cunqueiro, para someterse a una reconstrucción terapéutica artística. "Ahora ya tengo un banco de imágenes de mamas importante para poder elegir con más precisión, pero sigo invirtiendo mucho tiempo, y haciendo pruebas con bocetos, al igual que hice con el primero. La responsabilidad es grande", explica.

Atinar con el color, lo más complicado

A diferencia de cualquier otro tatuaje, dibujar un pezón y una areola en la piel supone acertar de lleno con el color, y en concreto con la tonalidad del dibujo. "Me llevo la foto para casa y pruebo capas y capas de color, hasta dar con más idóneo", comenta.

La mujer tenía parte de una de sus areolas descolorida, así que Miguel siguió el proceso habitual de probar colores y tonos para obtener el mejor resultado. / CARBONO TATTOO

"Ocres, marrones, rosas... para conseguir el color ideal tengo que hacer una media de diez capas", asegura. "El problema es que la tonalidad de la tinta varía un poco cuando se impregna en la piel, y ahí está el reto", comenta Miguel que a ese desafío, se ha sumado otro más, con respecto al tatuaje de su próxima clienta: "Tengo que emular un pezón muy clarito, y en colores así, la tinta tiende a perderse con el tiempo, así que estoy buscando una manera para que le quede bien y no se estropee".

Cuando la reconstrucción es solo en un seno, y el otro lo tiene sano, al tener la referencia, el trabajo para el ilustrador vigués es menos complicado; pero cuando no hay ninguno de los dos, la clienta debe elegirlo todo: forma de pezón, color, tamaño, y hacia dónde quiere que proyecte la sombra para lograr ese efecto óptico.

"Siento que ayudo"

Aunque la satisfacción del cliente es el objetivo común que busca Miguel en cualquiera de sus trabajos, "para mí este tipo de tatuajes son diferentes, no los siento igual a otros encargos. En este caso, siento que estoy ayudando y es lo que me hace sentir bien. En el resto de creaciones, la satisfacción está más ligada a mí, cuando acabo y compruebo si me ha salido bien". Miguel Castro se refiere a ese ego del artista, que en ningún caso alimenta con las reconstrucciones terapéuticas que realiza.

"Intento hablar de otras cosas con ellas"

Cuando una mujer que ha sufrido o sufre cáncer de mama entra en su estudio para tatuarse, Miki es consciente que su travesía ha sido o está siendo dura, así que intenta que el tiempo que pase allí sea lo más relajado posible. "De entrada, yo me mantengo al margen, y me centro en el trabajo. En ningún momento les pregunto sobre su caso, e intento crear un ambiente de confianza y relajado, hablando de otros temas, como cine, por ejemplo, para que estén un poco distraídas". No obstante Miguel, también ha tenido clientas que han compartido con él, sus miedos y "a las que les apetece contarte cómo lo están llevando, o cómo ha sido su proceso", comenta.

Uno de estos senos estaba sano, y esa fue la referencia para poder tatuar el otro, que carecía de pezón y areola. / CARBONO TATTOO

Llega el momento de ver el resultado, y "cuando lo ven acabado, la verdad están contentas. Alguna se ha llegado a emocionar y casi a saltarle las lágrimas", una situación que le para él es un alivio, teniendo en cuenta lo que psicológicamente supone su labor para ellas.

Un trabajo que además abarata con respecto a sus tarifas. "Un amigo me decía que esos tatuajes debería cobrarlos más caros, porque al parecer se valoran mucho, pero yo no puedo hacer eso. Es más, les bajo un poco el precio. Es gente que ya ha sufrido bastante, y es lo menos que puedo hacer", concluye Miguel.

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