¿Quién decide que yo este mes viva con 265,10 euros, con una mi hija que depende solo de mí?”. Esta trabajadora Zamora en paro, de 38 años y madre de una adolescente de 14 años con la que forma su familia monoparental, se pregunta, con “rabia e impotencia”, si alguien en la Administración se pregunta cómo afrontará este mes el pago de la comida, luz, gas, agua..., “ahora mismo tengo dos euros en el bolso. Pues no comeremos”, comenta angustiada María (nombre ficticio), tras ver volar de un plumazo y sin previo aviso el 80% de su prestación por desempleo, dinero que se ha ido a las arcas del Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE) por “unas retenciones que me hizo mal” el año pasado, “y que están saldadas” hace meses”, sostiene.

“Desesperada”, vuelve a reiterar que “ya no tengo ninguna relación laboral con ese organismo” porque los ERTE que le aplicó su empresa, Dentix, terminaron en noviembre, “cuando quebró”. Se lleva las manos a la cabeza: “pero ¿cómo me va a haber ingresado el SEPE de más si entonces me estaba pagando ya el paro el ECYL?”. La pregunta sigue sin respuesta.

No solo desconoce en concepto de qué la Administración realiza esa deducción de su salario, sino que apunta que la ley impide que se le retenga más de un 20% “por tener a mi cargo a mi hija”, única progenitora de la que depende la menor, “no creo que haya base legal para que se queden mi sueldo”, insiste.

“Lo denuncio por mí y porque esto le habrá pasado a mucha más gente”, comenta a la espera de que la Administración le aclare algo y de que su abogado pueda reclamar por vía judicial daños y perjuicios, al tiempo que anima a los ciudadanos que estén siendo paganos de estas confusiones a que sigan su ejemplo “para que esto no vuelva a ocurrir”.

María cobraba entre 900 y poco más de 1.000 euros del paro desde el mes de abril de este año, puntualiza, ya que logró trabajar entre diciembre de 2020 y marzo de 2021, y tenía varios años cotizados de su empleo anterior. Abre su carpeta y despliega sobre la mesa todos los justificantes de pagos al Servicio Estatal de Empleo, retenciones e ingresos por ERTE y por desempleo que ha recibido. Entre ellos, los documentos relativos a esas retenciones efectuadas por duplicado por la Administración, sostiene, porque “está deuda de ahora no sé de dónde viene. No entiendo nada”. Tampoco le han dado explicaciones por el momento, “estoy indignada de que me traten así, de que llegue un mes en el que te pagan 265,10 euros, en lugar de lo que te corresponde sin más”.

Esta madre, de profesión administrativa, llevaba percibiendo su desempleo los últimos cinco meses con toda normalidad, pero, “de repente, me llegan reclamaciones de agosto del año pasado del SEPE porque me dicen que se me pagó de más”. La lógica se pierde por completo en este galimatías difícil de desenmarañar. María, “trabajadora desde los 17 años para poder estudiar y ayudar en su casa”, que ha llegado a sufrir la cara más dura de la crisis COVID, al tener que vivir con 480 euros al mes o con 384 euros en los meses en junio pasado por la jornada parcial del ERTE, se ve obligada de nuevo a pedir ayuda a hermanos y a amigos.

“Podrían haberme avisado de alguna manera”. El tijeretazo a sus ingresos le llegó de imprevisto, tanto es así que “ni el cumpleaños de mi hija he podido celebrar por falta de dinero”, y el inicio del curso escolar lo afrontan “aprovechando el material del año pasado, lo que se puede, como los cuadernos. Los libros no sé si me los darán”. El bono social para poder comprar en la campaña Zamora Suma y Sigue “tampoco me lo dan”.

María describe su angustia, “gastados ya mis ahorros de varios años” para poder mantenerse con su hija en estos meses de inestabilidad económica por la crisis que se llevó por delante en noviembre de 2020 a su empresa, donde trabajó seis años y que le debe mensualidades. Antes había estado otros 8 años en otra empresa que se tragó la recesión de 2008. Se encuentra en una situación económica “muy precaria”, sin ingresos para afrontar los gatos básicos a pesar de vivir con sus padres, jubilados, a los que cuida, que tienen una pensión de 800 euros, de los que pagan 255 de la hipoteca de su casa, “a ellos tampoco les llega”.

Estos 18 meses de pandemia han sido traumáticos para la joven. Al final, “he tenido que tirar de hermanos y de amigos” para que le ayudaran porque “mis padres cobran una pensión de unos 800 euros y tienen hipoteca, no pueden”. Trabaja “en lo que me salga”. El problema, comenta, es que el trabajo escasea.