Sarna, baños sucios, presencia de ratas, cucarachas, hormigas y chinches, restos de comidas anteriores en el comedor, residuos de peluquería, colillas y cochones apilados en los pasillos. Esto es lo que los técnicos de la Diputación del Común se encontraron en las 25 visitas que realizaron durante 2019 a los centros de mayores de Canarias y que han plasmado en un informe que ya está en manos del Parlamento desde noviembre. El documento avanzado por la Cadena Ser y al que ha tenido acceso Europa Press describe la falta de mantenimiento, escasa higiene y poca atención a los residentes que los técnicos detectaron en las visitas que llevaron a cabo a centro de Tenerife, La Palma, Gran Canaria y Lanzarote entre febrero y diciembre del 2019 y suman casi 1.300 plazas de usuarios.

La Diputación aclara que el informe aún está "inconcluso" porque apareció la pandemia de coronavirus y resalta que mientras algunos centros han colaborado, otros han mostrado un "absoluto desprecio" al trabajo de los técnicos de la institución.

Incluso, resaltan que desde la propia Consejería de Derechos Sociales del Gobierno de Canarias no se han respondido sus solicitudes, las últimas en agosto del año pasado, y también son muy escasas las visitas a las residencias de sus propios inspectores.

El informe incide en que en muchos de los centros hay "falta de rigor" en el trabajo, no hay seguimiento ni evaluación de los residentes y muchas de las labores se realizan de manera "improvisada".

Además, no se cumplen los principios de respeto y autonomía personal --escasean las habitaciones individuales y una de residencia de La Palma hay hasta más de seis personas juntas-- y los espacios comunes suelen ser amplios y cuentan siempre con el televisor encendido, lo que dificulta la interacción social.

Habitaciones sin luz, poco humanizadas

También hay habitaciones sin luz, en semisótanos, con barreras para el acceso y otras sin la dotación accesoria como armario o mesilla de noche.

A todas estas deficiencias se añade la falta de instalaciones en red para las telecomunicaciones y la ausencia de dispositivos para uso de las personas en sus habitaciones, y dar respuesta así a la necesidad de conectividad "de manera íntima, segura y estable".

"Son pocos los centros que logran que las habitaciones sean zonas además de confortables, espacios humanizados y de apariencia agradable para sentirlos como un hogar", detalla el informe.

En la mayoría hay desperfectos de mantenimiento como humedades, maderas astilladas, cocinas sin mosquiteras o roturas y en un centro, incluso, una cocina estaba abierta a una zona que funcionaba como vertedero de desechos.

En las visitas, los técnicos de la Diputación del Común han constatado brotes de sarna, baños sucios y presencia de ratas, cucarachas, hormigas y chinches, al igual que restos de comidas anteriores en el comedor, residuos de peluquería, colillas y cochones apilados en los pasillos.

"Conmoción indescriptible"

"Resulta indescriptible la conmoción que produce encontrar esta falta de higiene y salubridad en los centros, sin ser detectada por las administraciones encargadas de inspeccionar y velar por el funcionamiento en los recursos para personas mayores, y, a su vez, sin ser desvelada por familiares u otras personas que accedan a las instalaciones.

"Apelamos, a la responsabilidad social de trabajar por un mínimo de bienestar de las personas mayores", recoge el informe.

En todos los centros consultados por la Diputación del Común se cumplen las funciones de alojamiento, manutención y lavandería pero la atención sanitaria y las actividades ocupacionales, por ejemplo, solo en el 61%, y la terapia ocupacional apenas un 35%, y en muchos casos, sin personal cualificado.

La Diputación del Común achaca el estado actual de las residencias de mayores al "boom de la mercantilización" de la atención residencial y que ha conllevado limitaciones de tratamientos, soledad de los residentes, falta de trabajadores con cualificación y empleos precarios y mal retribuidos.

"Es tarde para cambiar lo ocurrido pero es hora de reflexión, de toma de decisiones y planificación del impacto en la salud y los servicios a largo plazo para las personas mayores; deben reconocer y enfrentar los desafíos particulares que enfrentan, incluida su capacidad para acceder a tratamientos, atención médica y social, el modelo asistencial de la residencia, en sí el modelo de sociedad", concluye.