El 7 de julio, festividad de San Fermín, ha empezado en Pamplona con tristeza y un inusual silencio en las calles por las que debería haberse celebrado el primer encierro de los Sanfermines de 2021, suspendidos por segundo año consecutivo por la pandemia.

Este año, al igual que sucedió en 2020, la covid-19 ha obligado a suspender todos los actos festivos, entre ellos la feria del toro de Pamplona, por lo que ni los toros correrán desde los corrales de Santo Domingo hasta el coso pamplonés a los ocho de la mañana, ni por las tardes tendrá lugar ningún festejo taurino.

Pese a ello, ha habido quienes no han querido faltar a su cita y a las ocho de la mañana se han acercado a la cuesta de Santo Domingo, hasta la hornacina en la que es encuentra la imagen del santo, en unos casos para mostrarle su respeto durante unos instantes y en otros para entonar el típico cántico de "A San Fermín pedimos...", previo al inicio de la carrera.

Saludos y abrazos entre viejos conocidos, vestidos de blanco y rojo pese a la suspensión de las fiestas, se han sucedido en el entorno de una cuesta con más presencia, en algunos momentos, de medios de comunicación que de corredores.

Allí, uno de ellos, procedente de Murcia, ha explicado a los periodistas que había acudido fiel a su cita con una fiesta a la que faltó el año pasado por "miedo". Ahora ya vacunado se ha animado a venir, ha reconocido, al tiempo que ha asegurado que tiene "unas ganas tremendas del encierro de San Fermín" y ha expresado su deseo de que el próximo año puedan volver a correrlo.

Junto a él un veterano corredor navarro mostraba igualmente su tristeza por el hecho de que un 7 de julio no hubiera encierros en Pamplona, unos encierros que ha corrido "desde chaval".

A lo largo del recorrido del encierro, sin vallas ni espectadores en los balcones, se han podido ver algunos grupos más de corredores vestidos de pamplonica que, pese a todo, han querido estar en unas calles a las que confían en volver el próximo año, eso sí, para correr ante los toros.