Uno de los objetivos de la Agenda 2030 es que la producción de energía renovable llegue al 50%, que en Catalunya se sitúa alrededor del 19% en la actualidad. Para su impulso, la Generalitat aprobó el Decreto Ley 16/2019, en noviembre del 2019, que se ha traducido en un aumento significativo de proyectos de centrales eólicas y fotovoltaicas, especialmente durante el confinamiento.

Según el Departamento de Acción Climática, Alimentación y Agenda Rural, la construcción de los nuevos parques eólicos se haría mayoritariamente en las Terres del Ebre, un territorio de por sí ya muy masificado. De aprobarse todas las solicitudes, la región sumaría 333 macroinstalaciones a las 328 que ya tiene; un hecho que ha puesto en pie de guerra a las poblaciones afectadas. Los vecinos llevan meses manifestándose en contra, bajo el lema “Renovables sí, pero así no”.

Destrucción de la naturaleza

Y, a pesar de que la Generalitat informa de que no todos serán aprobados, varias plataformas vecinales, ayuntamientos, agrupaciones ecologistas y el sindicato Unió de Pagesos denuncian que algunos aerogeneradores nuevos ya se están implantando “a costa de la destrucción del territorio y la naturaleza”. Por ejemplo, a principios de junio, centenares de manifestantes se concentraron en L'Ametlla de Mar para exigir el fin de la construcción del parque eólico del Ametlló, que ya había recibido el visto bueno de la Ponencia de Energías Renovables.

Para el Grup d’Estudi i Protecció dels Ecosistemes Catalans (GEPEC-EdC), una de las organizaciones de defensa del medioambiente que está denunciando la situación, “la masificación eólica está poniendo en grave peligro el futuro de espacios naturales de gran importancia ecológica, geológica, histórica y cultural, y afectando a la conservación de la biodiversidad y favoreciendo su pérdida”. Por ejemplo, la Generalitat ha tenido que tumbar algunos proyectos de aerogeneradores al considerar que el águila perdicera sería una especie altamente vulnerable al riesgo de colisión.

“La concentración de centrales eólicas en suelo agrario, donde el terreno es más barato para las empresas eléctricas, compromete el desarrollo socioeconómico y no resuelve ninguna de las problemáticas del mundo rural: envejecimiento de la población, falta de relevo generacional, insuficiencia de servicios y despoblación”, insiste GEPEC-EdC en un comunicado.

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Transición justa

Varias entidades de les Terres del Ebre reclaman a la Generalitat que la transición hacia las energías renovables sea justa, sostenible y participada con el territorio, que respete los espacios agrarios y que no compita con la soberanía alimentaria. El modelo que se defiende prioriza la producción energética para el autoconsumo y la ubicación de las renovables en zonas artificializadas o degradadas, en suelo industrial y urbano no desarrollado, en terrenos de poco valor natural y faunístico, y en tejados y en urbes que tengan realizada la conexión a la red para minimizar el impacto sobre el territorio de las líneas de evacuación.