Maldita la gracia que ha tenido y sigue teniendo la pandemia. Tragedias personales aparte, el covid será recordado por la muesca emocional que, en el mejor de los casos, dejará en la población. Pero es sabido que las situaciones más dramáticas suelen ser también las más proclives a la comicidad. Solo hay que oír las chanzas que se cuentan en los velatorios. La plaga del coronavirus también ha dado lugar a innumerables expresiones de humor, la mayoría de las cuales han circulado por las redes sociales como antídoto del espanto que se vivía a diario.

Entre el enjambre de memes y chistes que hicieron más llevaderos los momentos más crudos, desde el principio de la pandemia alcanzaron una especial notoriedad los mensajes de un usuario de Twitter que sacaba punta a la situación retratándola con ironía y mucha guasa a través de los ojos del propio patógeno. Como si el coronavirus, aparte de matarnos de asfixia, también quisiera reírse en nuestra cara, o más bien con nosotros. 

Con tuits socarrones del tipo "Hago ¡achís! y aparezco a tu lado", "Estoy cerrando la gira mundial con mi representante" o "Nunca dejéis de ser positivos", el perfil de @CoronaVid19 tardó poco en hacerse tan viral como el propio virus. Antes de proclamarse el estado de alarma, sus comentarios sarcásticos eran compartidos por una cohorte de 600.000 seguidores, una auténtica heroicidad para una cuenta que apenas tenía dos semanas de vida. 

Misterio desvelado

Desde entonces, desvelar la identidad que se esconde tras el avatar del 'coronavirus de Twitter' -con esa etiqueta empezó a ser conocido dentro y fuera de la red- ha sido uno de los grandes 'expedientes X' de la pandemia, a la altura casi del hallazgo de la vacuna.

El misterio acaba de despejarse a raíz de la publicación de 'Cómo acabar sigilosamente con la humanidad' (Arpa), el libro firmado por el propio virus en el que relata, con el humor que destilan sus tuits, cómo se lo montaron otros gérmenes antes que él para intentar cumplir el deseo que anuncia el título del ensayo. 

Aunque la voz de @CoronaVid19 es la de un microbio chusco que se burla de los humanos, quien maquina y escribe los tuits que le han convertido en 'influencer' –hoy ya tiene casi un millón de 'followers'– es Mario de Diego, un educador social nacido en Madrid hace 38 años, pero criado en Barcelona desde que iba a preescolar, que se declara "adicto a las redes y al humor" y confiesa ser el primer sorprendido del éxito alcanzado por la ocurrencia que tuvo hace justo un año: "¿Y si le abro un Twitter al coronavirus y cuento la pandemia como la vería él?".

Relato mordaz de la desgracia

En realidad, cuando De Diego se marcó aquel propósito no existía aún ni la propia pandemia. Su primer tuit saltó a la red el 24 de febrero, y aunque fue premonitorio–"Voy a infectar hasta al perro", avisó–, en aquel momento el covid parecía más un exotismo oriental que una amenaza cercana. "En esos días, el coronavirus provocaba en las redes más comentarios de risa que de miedo. Esto facilitó la propagación de mis mensajes", razona el tuitero a cuento del vertiginoso crecimiento que experimentó su lista de seguidores: de cero a 400.000 en la primera semana.

El día que empezó el confinamiento, por el país corrían dos contagios descontrolados: uno, el del propio virus asesino; otro, el de los tuits irónicos de @CoronaVid19, que ofrecían un relato mordaz de la desgracia que acababa de caernos. 

En este tiempo, la actualidad ha sido su principal fuente de inspiración. Si Bosé se declaraba negacionista, él le rogaba con sorna: "Miguel, no cambies nunca el chip". Si en Madrid se desataba la rebelión de los 'cayetanos', él avisaba: "Esta tarde estaré firmando palos de golf en el barrio de Salamanca". "Los humanos sois tan curiosos que, aparte de infectaros, da gusto observaros. Me llama la atención lo polarizados que estáis. Qué poca gracia os hacen a los de izquierdas las bromas sobre políticos de izquierdas, y lo mismo os pasa a los de derechas", reflexiona entre risas. 

De Diego utiliza la segunda persona del plural porque tiene la intención de mantenerse en un segundo plano y que sea su álter ego vírico y virtual el que conserve el protagonismo. "Mario solo es mi 'community manager', no tiene mucho sentido hablar de él», apunta con ironía. Mantengamos, pues, la farsa: ¿ha sido difícil encontrar el tono humorístico entre tanta desgracia? "No, porque nunca quise reírme del sufrimiento. En realidad, solo me movía una vocación social: haceros más divertida la pandemia. Ahora tendré que mutar, o las vacunas acabarán conmigo", responde.