Ha pasado una semana desde que la madrugada del 4 al 5 de febrero el lobo se colara en una explotación ganadera de Villalonso y las secuelas del ataque aún son evidentes. Un reguero de crías muertas se extiende por el pasillo central de una de las naves. "Son los abortos, los animales están enteros, es que nos ha pillado en plena paridera, con las ovejas a punto de parir".

Miguel Ángel Marcos, 45 años, es uno de los cuatro hermanos al frente de esta explotación en régimen intensivo de 2.200 ovejas de raza Assaf de aptitud lechera. Es la cuarta vez que el depredador ataca, pero ninguna con las consecuencias de este último golpe. 59 ovejas muertas, la gran mayoría de ellas asfixiadas y aplastadas al intentar huir de las fauces del depredador.

Con la explotación completamente vallada, todo apunta a que el lobo -los ganaderos sostienen que pudieron ser dos- entró por debajo de la puerta, escarbando en el suelo y fue directo a unos carneros que estaban a escasos metros, en una cerca pegada a la pared de la nave. Estos a su vez huyeron por un hueco abierto al interior atropellando a las ovejas que estaban a punto de parir.

"Cuando llegamos sobre las 6.30 de la mañana encontramos a los animales un poco intranquilos y al echarles de comer vimos a muchos aplastados contra una pared. ¿Qué pasa aquí? Salimos fuera y estaban los machos mordidos. Al final, el lobo mata por instinto, aprovecha muy poquito y el desastre que prepara es muy grande", relata el ganadero.

El parte oficial de la guardería medioambiental registra 59 animales muertos como consecuencia del ataque del lobo, pero las consecuencias son de mayor calado. Abortos, animales que han quedado dañados, estresados. "La gente no se hace a la idea de lo que arrastra esto. Ahora estamos poniendo esponjas a los animales porque no los podemos cubrir: como están recién abortados hay que esperar 60 días. Después se aporta un incentivo para que anden al celo, eso cuesta dinero, y encima solo llegan a término en torno al 60%. Estamos hablando de que hasta dentro de 7 meses esas ovejas no van a parir. La inversión hecha para que lo hicieran ahora se ha perdido y como no van a volver a dar leche, hay que reinvertir en los animales. Entre darles de comer, las pérdidas de mano de obra, los tratamientos, que no son del todo eficaces porque no quedan todas cubiertas, estamos hablando de unos 150-170 euros a gastar en cada animal para ponerlo otra vez al parto". En números redondos, Marcos cifra las pérdidas por encima de 20.000 euros. "Es matemática pura, los daños se pueden peritar".

En condiciones normales, estos cuatro hermanos ganaderos de Villalonso -los últimos que quedan en un pueblo donde llegó a haber hasta una docena de explotaciones y ahora solo suma 75 habitantes-, dan trabajo a otras cuatro personas. Pero las consecuencias del ataque hacen peligrar uno de esos empleos. Es parte del lucro cesante que no existe para la administración. "Si abortan los animales y no dan leche, esa persona que tengo contratada para ordeñar no la voy a necesitar. Me gustaría que los políticos le explicaran por qué no le voy a renovar el contrato; si no hay trabajo para él, otra persona más al paro", argumenta Miguel Ángel Marcos.

Los comentarios y especulaciones sobre la "casualidad" del siniestro horas después de que la Comisión Estatal para el Patrimonio Natural y de la Biodiversidad propusiera incluir al lobo en el Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial, no se han hecho esperar. Conocedor de estas "malintencionadas ideas", el ganadero asegura que el ataque "ha ocurrido en el peor momento, porque es justo cuando las ovejas estaban en paridera. Son animales nuevos que han sufrido mucho estrés, se ponen más nerviosos y la avería todavía es mayor. Para los que hablan de 'casualidad' que vengan aquí, que se lo explico".

En las circunstancias actuales tampoco tiene mucha confianza este criador en la prometedora coexistencia entre el lobo y el ganado. El discurso de los ecologistas apelando a que la Administración pague los daños causados por lobos suena más que a hueco en un sector que asegura que "esas indemnizaciones no llegan ni al 25% de las pérdidas que tenemos".

Para Miguel Ángel Marcos la realidad es bien distinta al planteamiento que hacen los conservacionistas. "¿Quién paga el seguro?, nosotros. Si el lobo es un bien del patrimonio nacional, ¿por qué no hay un fondo estipulado, de Bruselas o del Estado? Un fondo para la reserva nacional de la caza del lobo que permita sufragar íntegramente los daños. Pero que salga del bolsillo de todos los españoles, no solo los ganaderos. Claro, las consecuencias son claras, que cada vez quedamos menos".

¿El futuro? "A la vista está, somos de las últimas generaciones de Villalonso que se dedican a la ganadería. Si el lobo sigue haciendo daño tendremos que poner los resultados en una balanza y valorar si merece la pena seguir padeciendo estos desastres. Cuando no compense, habrá que abandonar como ha hecho el resto de la gente del pueblo. De hecho ya no queda nadie que se dedique a esto".