Abou Djoubate nació en Guinea Conakry hace 23 años y, de estos, lleva ocho fuera de su país y dos viviendo en España, donde llegó a bordo del buque Aquarius, junto a otros 628 migrantes más. En ese barco no solo se encontraban personas, navegaban ansias de hallar una vida "digna" y surcaban las aguas incógnitas sobre qué pasará cuando pisaran tierra.

En el caso de Djoubate, su viaje comenzó en Guinea, donde vivió hasta los 15 años, junto a sus padres y sus cuatro hermanos, siendo el mayor de los cinco. En su casa "nunca nos ha faltado de nada pero mis padres tenían que racionalizar la comida para poder tener todos los días algo que comer". Su padre es taxista y no trabaja a diario, mientras que su madre, quien vende comida en la calle, no gana mucho dinero "como máximo puede obtener entre 15 y 20 euros al día".

Sus hermanos y él fueron a la escuela "algo prioritario para sus padres que saben que el futuro está en la educación y la formación". Consciente de que venía de una familia humilde "me levantaba a las 5 para ayudar a mi madre y a las 7:30 me iba al instituto. Al llegar, a las 14:00 ayudaba a mi madre con las tareas del hogar y algunas veces me iba a jugar al fútbol con mis amigos". Con el sueldo de ambos progenitores "no daba para alimentarnos a todo y decidí salir del país y llegar a Europa".

El trayecto lo describe con dureza. Tras salir de Guinea estuvo 2 meses en Malí y de allí a Argelia, donde trabajó dos años en la obra para recaudar dinero , unos 2.000 euros, necesarios para atravesar el Sáhara y "pagar a las mafias para llegar a Libia. Estas nos dejan en puntos que ellos tienen marcados para que otras mafias te recojan y te lleven a otro lado".

En este último país, permaneció otros dos años "trabajando en lo que saliera, te ibas a una rotonda a esperar a que vinieran a por ti para que te llevaran a trabajar", sumando el maltrato físico y la violencia que allí gastan los jefes de las mafias. Djoubate decidió entrar a Europa por este país porque "no te piden tanto dinero como en Marruecos para cruzar, en Marruecos te piden 2000-2500€ para subir a la patera, en Libia 500-700€, dependiendo del día".

De Libia salió un viernes a las 23:30 de la noche. Él tuvo "suerte" porque las mafias "sabían que iba a haber un barco para rescatarnos", una acción que se llevó a cabo a las 19:45 de la tarde, subiendo al Aquarius a las 4 de la mañana.

Rescate en alta mar

Con destino a Italia, el viaje cambió de rumbo hacia España, fondeando un 17 de julio de 2018, con 20 años, donde les dieron la posibilidad de pedir asilo político, un proceso en el que estuvo un año y medio aproximadamente. Allí, los mayores de edad fueron a Valencia y Castellón y los menores "fuimos a Alicante, ya que decidieron la edad mediante unas pruebas óseas. Del albergue de Alicante, fui a un centro de menores durante un año, salí en junio de 2019". En esa fecha empezó a estudiar en una escuela para adultos, encontrándose ahora en el último año para obtener el graduado.

En el plano laboral, desempeñó labores como camarero y, desde febrero, trabaja en JMCodina, una empresa de Torrellano, como mozo de almacén. Allí, carga y descarga los camiones, limpia el almacén y prepara el trabajo del día siguiente.

En la mercantil "tengo muy buenos compañeros que me han ayudado en todo y, gracias a mi jefe, Manuel, he podido conseguir un trabajo en el que cada día aprendo un poco más". Esta experiencia sí la define como positiva, "he podido integrarme en el mundo laboral". Para él, estar en España y poder trabajar "es algo muy gratificante. Me siento muy afortunado".

Situación en Canarias

La llegada masiva de pateras a las islas "es una situación donde siempre ganan los intereses económicos y políticos que hayan acordado entre los países, que no benefician en nada a los migrantes pero sí a las mafias que son las que se están lucrando de todo lo que está pasando y como siempre se sigue mirando a otro lado".

Las personas que llegan al puerto de Arguineguín "se merecen un trato digno y que se respeten los derechos humanos". La labor de los canarios "es de aplaudir, sabiendo en la situación en la que estamos, ¡siempre hay gente buena!".

La solución al conflicto migratorio está lejos de tener solución, "esto es obligación del Gobierno. Desde mi punto de vista, no sirven de nada las devoluciones en caliente, porque volverán a venir. Las mafias seguirán siempre y volverán a pagar para poder cruzar otra vez".