Hace unas semanas escribí una carta en este mismo periódico indignada por la actitud de las personas tras el confinamiento. Escribí: "Solo pido que cuando esto termine, no olviden que en nuestra lucha diaria nos merecemos un respeto de la sociedad".

¡Qué ilusa! Primero por pensar que esto acabaría, y segundo que la sociedad en la que vivo, aprendería y no volvería a cometer los mismos errores. Pero como dice el refrán :"El hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra".

Ahora escribo estas palabras no solamente indignada, sino también, enfadada, cansada. Indignada de ver las actitudes incívicas de algunos; en marzo teníamos disculpa, porque no sabíamos lo que se nos venía, y no teníamos medios ni personal para afrontarlo.

Pero es que ahora en octubre, todo el personal de hospitales y atención primaria (que ya habíamos avisado), estamos agotados física y psíquicamente. ¡No podemos más!

Muchos de mis compañeros están de baja, por ansiedad, por estrés, otros han cogido el COVID, otros tienen problemas físicos... Y todos estamos hartos de ver imágenes de personas jóvenes y no tan jóvenes, bebiendo en terrazas sin mascarilla, bebiendo del mismo vaso...

He hablado personalmente con un joven de este tema, y me dice que no puede dejar de divertirse , que es joven, y tiene que vivir. ¡Le he contestado que si para que él viva tienen que morir otros! Solo me contesta que le da igual, mientras no sea de su familia quien esté enfermo.

Este mismo joven, me ha llamado hace poco, para decirme que ha salido de botellón y ha dado positivo en Covid-19. Pero que le da igual. A los pocos días me vuelve a llamar, llorando, que su padre está en la UVI, con Covid. Que qué hace. Le contesto: Ahora, rezar por tu padre para que viva. Me dice que soy muy dura, que pensaba que lo iba a consolar. Enseguida le contesté: ¿Y si fuera mi padre el que estuviera en la UVI? Te daría igual porque como no era de tu familia, seguirías con tus fiestas...

El único consejo que le he dado es que hable con sus amigos, compañeros y les diga su situación, que les haga entender que lo que se está viviendo en España y en el mundo, no es una tontería, y que los sanitarios estamos agotados. ¿Qué pasaría si una gran mayoría de los sanitarios nos ponemos enfermos?

Estoy enfadada con nuestra clase política, no son capaces de ponerse de acuerdo, ni aunque los maten. Priorizan sus intereses partidistas al bien común de los ciudadanos. Muchos científicos, incluso varias sociedades científicas españolas, han escrito cartas para que dejen de tener debates infructuosos, y se pongan a trabajar, todos a una, frente a este bicho.

Y me pregunto: ¿Por qué no han hecho caso antes a los que saben: los científicos? Porque se ha priorizado todo lo económico a lo humano. No he visto que en otro país, por muchas diferencias políticas que tuvieran, que se insultaran en el Congreso de los Diputados, mientras la gente se moría por la Covid. ¡En que país vivimos!

Cansados, estamos cansados. No hemos salido de una oleada, y estamos con otra. Dicen que éramos héroes, y ¿para qué han servido esos aplausos? Para nada, solo para que la conciencia de alguno esté tranquila.

Para finalizar, diré que lo único bueno que saco de todo esto, es que estoy orgullosa de pertenecer a un colectivo que, a pesar de que nos tienen olvidados, seguimos trabajando, pero también le digo a toda la sociedad: Somos el muro frente a este bicho, pero este muro se está quebrando. ¿Qué pasará cuando caiga?