Los 190 jerarcas de la Iglesia católica que participan en la cumbre antipederastia que se celebra en el Vaticano desde el jueves hasta el domingo convocados por el Papa Francisco han entonado el 'mea culpa' en una liturgia penitencial en la que el presidente de la Conferencia Episcopal española, Ricardo Blázquez, ha sido el encargado de leer la guía para el examen de conciencia sobre su gestión de los abusos a menores sus países.

"Confesamos que obispos, sacerdotes, diáconos y religiosos en la Iglesia hemos ocasionado violencia a niños y jóvenes, y que no hemos protegido a quienes más necesitaban de nuestra ayuda" -ha subrayado. "Hemos protegido a los culpables y hemos silenciado a los que han sufrido el mal. Confesamos que no hemos reconocido el sufrimiento de muchas víctimas, ni hemos ofrecido ayuda cuando la necesitaban".

Previamente, Blázquez ha leído las cuestiones que debían preguntarse los presentes: "¿Qué pasos se han dado en mi país para prevenir nuevas injusticias? ¿He hecho lo posible en mi diócesis para llevar justicia y reparación a las víctimas y a los que sufren con ellas?".

Los 190 participantes de la cita histórica en el Vaticano que durante tres días han discutido sobre posibles medidas para atajar la lacra de los abusos sexuales en la Iglesia se han reunido en la Sala Regia del Vaticano para celebrar una liturgia penitencial para examinar cómo han actuado ante lacra de los sacerdotes abusadores de niños.

De este modo, durante la ceremonia, que ha sido presidida por el Papa Francisco, se ha reconocido la culpa de los miembros de la Iglesia en los abusos y se ha pedido perdón a los abusados.

En la misa penitencial que ha seguido a continuación, el Conferencia Episcopal de Ghana (GCBC), el arzobispo de Tamale, Philip Naameh, que ha presidido la ceremonia, ha reconocido que la Iglesia ha "derrochado" la confianza depositada por parte de los fieles en lo que se refiere a la gestión de los abusos sexuales y ha invitado a no sorprenderse ante la desconfianza o las críticas.

"No debemos sorprendernos si sufrimos un destino similar, si la gente habla mal de nosotros, si hay desconfianza hacia nosotros, si algunos amenazan con retirar su apoyo material. No debemos quejarnos de ello, sino preguntarnos qué debemos hacer de forma diferente", ha señalado.

La celebración penitencial ha cerrado los debates de la cumbre antipederastia en la que, durante tres días, 190 participantes entre jerarcas episcopales, líderes religiosos y expertos han discutido sobre cómo la Iglesia católica debe poner fin a los abusos.

En la senda de la 'tolerancia 0'

El arzobispo de Tamale ha advertido de que esta reunión "solo un paso entre muchos" ya que todavía quedan "muchas dificultades" en la senda de la 'tolerancia 0' que pretende erradicar la lacra de la pederastia.

Para Naameh, se han hecho "diferentes progresos" y, según la diócesis, se han alcanzado "diferentes velocidades". Por ello, ha subrayado que todos los obispos y superiores de órdenes y congregaciones religiosas tienen un "largo camino por delante para aplicar todo esto de forma sostenible y adecuada".

Durante su homilía, ha comparado el camino que debe emprender la Iglesia con la parábola del hijo pródigo en el Evangelio. "Para él la situación empieza a mejorar cuando decide ser muy humilde, realizar tareas muy sencillas, y no exigir ningún privilegio. Su situación cambia a medida que se reconoce a sí mismo, admite haber cometido un error, se lo confiesa a su padre, habla abiertamente de ello y está dispuesto a aceptar las consecuencias", ha reflexionado. En esta línea, ha instado a los presentes "asumir responsabilidades", demostrar que se rinden cuentas y establecer transparencia.

Así ha entonado de nuevo el 'mea culpa': "Con demasiada frecuencia hemos callado, hemos mirado para otro lado, hemos evitado los conflictos, hemos sido demasiado petulantes para enfrentarnos a los lados oscuros de nuestra Iglesia" -ha comentado-. No hemos brindado a las personas la protección a la que tienen derecho, hemos destruido las esperanzas y las personas han sido vejadas masivamente tanto en cuerpo como en alma".

De este modo, ha insistido en la responsabilidad de toda la Iglesia en su conjunto: "Nadie puede eximirse, nadie puede decir: pero yo personalmente no he hecho nada malo. Somos una fraternidad, somos responsables no solo de nosotros mismos, sino también de todos los demás miembros de nuestra fraternidad, y de la fraternidad en su conjunto".