—¿Qué hace un músico como usted en un festival como éste?

—El sitio natural para bandas de blues y jazz son los festivales. He tocado en casi todos los lugares. Me gustan mucho los festivales como éste porque se juntan muchas bandas y es un buen escaparate para enseñar el sonido de mi grupo. El blues es la raíz de la música. Los festivales de jazz programan música africana, blues, rock, flamenco… para ofrecer un abanico de músicas. Para mí, tocar en este festival es una oportunidad de enseñar al público la Vargas Blues Band que lleva 20 años. El de esta noche será un concierto único, vamos a colaborar con Devon Allman y es el único que daremos en España.

—Se cumplen 20 años de la Vargas Blues Band. ¿Cómo lo celebrará?

—La discográfica está preparando ediciones especiales de mis álbumes de los 90 ´Texas Tango´, ´Bluestrology´ y ´Madrid-Chicago Live´. También estoy pensando incluir alguna colaboración, cosas que se quedaron fuera, y hacer una caja de 20 aniversario.

—¿Se quedan fuera muchas canciones?

—Una barbaridad. Debo tener, sin exagerar, maquetas de cientos de temas no grabados. A veces los reviso y encuentro cosas que pienso que me gustaría volver a retomar.

—¿Qué decide que una canción se quede en el cajón?

—Es algo químico. Es el ritmo, el tiempo, funciona con el repertorio… Si tienes cuatro canciones lentas viene bien una más rápida, otras con acordes diferentes. Tratas de que el álbum tenga variedad. En eso me inspiré mucho en los Beatles, creo que escogían un repertorio muy especial. Trato de buscar un equilibrio. Hay canciones que tienen que ver una con otra y eliges ésa y dejas otras fuera, pero no significa que te gusten más. Te duele mucho dejar algunas canciones fuera. Siempre digo que los álbumes no se terminan, se abandonan. Llega un momento en que tienes que parar.

—Ha tocado con Carlos Santana, Raimundo Amador, Calamaro o Miguel Ríos, entre otros. ¿Se esperaba eso cuando su padre le regaló su primera guitarra?

—Algo presentía. Cuando empecé a tocar tenía tanta pasión por la guitarra… Me dio muy fuerte. Practicaba 15 horas diarias, siempre con la guitarra enganchada. Estábamos en una fiesta y yo con ella colgada, respondía pero sin parar de tocar. Me levantaba, desayunaba, me metía en la habitación a tocar hasta la hora de comer y luego de nuevo hasta la noche. La afición era muy grande. Hice un viaje muy largo por Estados Unidos y me di cuenta de que esto era un trabajo muy duro y que tenía que trabajar a tope. Empecé con bandas y la de compositor fue una faceta que descubrí allí. En Nashville conocí a gente del country, como Waylon Jennings, y también del blues británico, como Alvin Lee, grandes músicos que tocaban en clubs y luego hacían jam sessions. En el 76 me fui a Los Angeles a tocar con Canned Heat, que fue mi primera experiencia con una banda profesional. Ahí me vieron tocar y Miguel Ríos me contrató. La sorpresa llegó con el álbum ´Blues Latino´. Un amigo me dijo que había quedado con Santana y que le quería poner mi música. Al mes y medio, en una revista francesa, Santana hablaba de mí. No me lo podía creer. Luego me pidió grabar la canción para ´Santana Brothers´. Con 15 años no me podía esperar que Santana grabara un tema mío.

—¿Cómo le cambió la vida montar su banda?

—Pues desde ese momento el trayecto ha sido meteórico. Los 90 fueron vertiginosos en mi carrera y en 2000 todo se calmó. Puse los pies en la tierra y me di cuenta de que era el momento de ir recogiendo todo lo que había ido sembrando. He tocado muchísimo y en muchísimos sitios. Ahora, hasta marzo, tengo 60 conciertos. Éste es un trabajo de pico y pala.

—¿En ningún momento se planteó tocar otro instrumento?

—No, la verdad es que no. Creo que empecé a tocar la guitarra porque me enamoré de la música de Jimi Hendrix, fue mi inspiración para decidir que ése era mi instrumento. De hecho, mi guitarra icono, con la que toco, es una Fender Stratocaster, la misma que él.

—Dice que los álbumes se abandonan pero acaba de editar ´Mojo Projection Revisited´, una segunda edición de ´Mojo Projection´.

—El mojo son piedras mágicas, un amuleto. Ese álbum se editó únicamente en Argentina. Este año no tenía intención de grabar y me propusieron lanzarlo en España y Europa y añadí seis temas que estaba tocando en directo.

—No quería meterse en estudio pero…

—Es que al final siempre me lío. Ya que lo iban a lanzar de nuevo, lo revisé y rompí ese mito de que los discos se abandonan. Es el primero en el que lo he hecho.

—¿Hacia dónde va ahora Javier Vargas?

—Quiero seguir girando, editar esos álbumes de material inédito de los 90. En enero me voy a Las Vegas a grabar con Carmine Appice, Jeff Beck y Tim Bogert un álbum de versiones. A finales del año que viene, cuando vuelva a meterme en el estudio con la Vargas Blues Band mi idea es ir a Chicago y hacer un disco de versiones de los temas de blues que me inspiraron. Lo llamaré ´Chicago sessions´. Es un proyecto nuevo en mi discografía. Nunca he hecho nada igual. Invitaré a los viejos bluesmen. Tengo en mente a Barry Guy.

—Vuelve a las raíces.

—Quiero volver a las raíces, raíces, raíces. Más raíces imposible. Nunca hay que olvidarlas porque el árbol y los frutos vienen de las raíces y éstas tienen que ser sólidas. He tocado muchos palos, pero nunca se me olvida que mi amor y la música que llevo en el corazón es el blues.

—¿Qué tiene el blues de especial?

—Tiene sensualidad, ritmo y el poder de comunicar y conectar con la gente sin necesidad de tener un hit en la radio. El blues hace sentir, hace vibrar.

—Muchos de sus viajes han estado relacionados con la música. ¿Le queda algún país por conocer en profundidad, música incluida?

—Pues la verdad es que un país que me fascina por su música es Brasil. Siempre me ha atraído. Hay mucha tradición de mezclarla con el jazz. Pero desde el principio, con la Vargas Blues Band mi sueño eran Memphis y Chicago, son los dos puntos que me interesaban. También el Guadalquivir, las raíces del flamenco, que es una música cuyo sentimiento y manera de interpretar se acercan mucho al blues. De ahí la idea de juntarme con Raimundo Amador para ver qué salía. Me interesa la música de todas partes, hindú, rai, africana… Insisto, mis sitios en el mapa son Chicago y Memphis, aunque curiosamente el proyecto de la Vargas Blues Band se ideó en Ibiza.

—¿Y tiene algún otro proyecto en Ibiza?

—Estoy planeando montar un bar de blues. Me gustaría tener un sitio en el que hacer jam sessions y entregar a la gente mi música cuando no estoy de gira. Me gustaría tocar blues todas las noches, como hacían Charlie Parker o John Coltrane. Es difícil, pero creo que todo es complicado y nada es imposible. Si deseas algo lo puedes conseguir. Todos los grandes tenían su bar. Los que aman la música quieren un local en el que tocar todas las noches, sobre todo cuando tienen muchas cosas que contar y a mí no me bastan las giras y los conciertos para contar todo lo que quiero.