Johannesburgo

Soweto, una nueva tierra de oportunidades

Gemma Parellada/ EFE

En el célebre "township", o lo tienes o lo sueñas. La popularidad que tienen los BMW entre los "sowetanos" flota en su imaginario asociada a potencia, estatus y estilo.

Y, sobretodo, a seguridad, algo fundamental en las populares competiciones de trompos que se celebran espontáneamente en alguna esquina o preparadas en descampados.

"Tener un BMW significa que tienes dinero, y que sabes cómo usarlo", cuenta con énfasis Jawz, un ex ladrón de automóviles y fanático de esta marca.

Cuando Jawz se dedicaba al "negocio" de los vehículos, podía disfrutar brevemente de su conducción, entre el robo y su venta.

Ahora, cuando ve a alguien al volante de uno de éstos piensa: "ojalá fuera yo", mientras intenta ahorrar algo con su nuevo "trabajo honrado" en una fábrica, para, un día, poder poseer uno.

Tebbe es una afortunado de primer grado. Se compró uno hace unas semanas un modelo del año 84, que adquirió por unos 6.000 rands (unos 512 euros, 778 dólares) y que a duras penas puede andar, pero es un BMW. Unos pequeños arreglos y volverá a rodar.

Entre mordiscos a un bocadillo de patatas fritas, mortadela, queso y salchichas, proclama que "se trata de poder, clase y gusto".

El afán por esta marca ha hecho hasta bautizar a los modelos favoritos. El "delfín", el "gusheshe" (rápido, en zulú), el "tanga" o el "Schabir Shaik" (conocido empresario sudafricano condenado en un famoso caso de corrupción) circulan así por las calles como relámpagos de la nueva fisonomía .

"Los Audis son para mujeres, los Mercedes no están hechos para nosotros, son para los ricos, en cambio los BMW son rápidos, jóvenes, y deportivos", explica Tebbe.

"Nuestros automóviles han sido siempre un símbolo de aspiración entre la población negra", explica Richard Carter, administrador general de comunicaciones BMW Sudáfrica, al presentar anoche el nuevo modelo de la compañía.

Se han convertido en un emblema de progreso e icono de la nueva clase negra emergente y concuerdan perfectamente con el cambio de cara y el desarrollo que el barrio está viviendo desde la última década.

Carter dice que éstas son las dos razones por las que decidieron presentar el nuevo serie 1 Coupé en Soweto: "Por la importancia que población negra representa como clientela y por las nuevas posibilidades comerciales que ofrece el barrio".

En los últimos meses Soweto ha inaugurado la mayor catedral del continente, el centro comercial más grande del país y un lujoso hotel de gran capacidad, construcciones espectaculares que han surgido tras el rápido desarrollo de la infraestructura básica.

Desde que, en el año 1994, cayó el régimen segregacionista del "apartheid", el país ha trabajado intensamente en construir la llamada "nueva Sudáfrica", intentando cerrar las heridas del pasado y recuperando las posibilidades coartadas de la población negra.

Desde entonces, el célebre "township" ha recibido grandes inversiones para su desarrollo con proyectos que han mejorado notablemente las carreteras, el alumbrado público y las canalizaciones para el agua.

La historia de lucha por la liberación que posee Soweto ya no está encerrada en lo que fue el "township negro" donde los blancos no deben ni pueden entrar, sino en una nueva tierra de oportunidades.

El "nuevo Soweto" es un reclamo para turistas como un lugar donde hay la única calle en el mundo donde vivieron dos Premios Nobel de la Paz (Nelson Mandela y Desmond Tutu).

Es el símbolo de la lucha contra el "apartheid" y se presenta como un orgullo de la liberación y escenario de la revuelta estudiantil de 1976.

Las nuevas casas florecen en los montes de Orlando Oeste (zona donde se encuentra la antigua casa de Mandela, ahora convertida en museo), lujosas residencias que le han hecho valer a la zona el sobrenombre de "Beverly Hills".

Soweto, que acoge a cerca de un millón de habitantes, ha abierto las puertas a extranjeros e inversores y se ha lanzado al progreso vendiendo su imagen a nivel nacional e internacional.

Ahora, Soweto vende. Y compra. Lo que le convierte en un pozo de nuevas posibilidades, que sus ex oprimidos habitantes ya empiezan a saborear.

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