Un limeño, en la política de inmigración vasca

Un ejemplo de integración

Roberto Marro viajó desde su Lima natal hasta el País Vasco hace veinte años con billete y de ida y vuelta para hacer su doctorado de Derecho, pero decidió quedarse y emprender una carrera como abogado que le ha llevado a dirigir la política de inmigración del Gobierno Vasco. En la imagen, tras la entrevista que concedió a Efe.

Roberto Marro viajó desde su Lima natal hasta el País Vasco hace veinte años con billete y de ida y vuelta para hacer su doctorado de Derecho, pero decidió quedarse y emprender una carrera como abogado que le ha llevado a dirigir la política de inmigración del Gobierno Vasco. En la imagen, tras la entrevista que concedió a Efe. / EFE

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Marro trabajó como camarero y limpiador antes de poder desarrollar su profesión de abogado para CCOO. De ahí saltó al servicio de asesoramiento de inmigrantes del Gobierno Vasco y posteriormente asumió el cargo de Director de Inmigración.

- ¿Qué le llevó a dejar Perú?

- Salí del país por motivaciones personales y porque la situación política y económica era muy crítica. Tuve la oportunidad de venir a continuar los estudios de Derecho e hice aquí el doctorado.

- ¿Vino con billete de ida y vuelta o para quedarse?

- Venía con billete de ida y vuelta y la primera idea era quedarme dos o tres años, pero por estudios y temas personales se fueron alargando.

- ¿Le resultó difícil integrarse en el País Vasco?

- La incorporación al trabajo es un proceso difícil porque es necesario comprender los códigos de relaciones. Cuesta conocer personas y establecer amistad, pero fundamentalmente por una cuestión de tiempo. En los noventa solo había nueve o diez emigrantes en la Universidad del País Vasco y ahora el número es superior, aunque me gustaría que fueran muchos más. Antes nos conocíamos todos y ahora los estudiantes latinoamericanos o extranjeros no se conocen.

- Lo mejor y lo peor del País Vasco

- Lo mejor la comida, entre otras cosas. Además, es una sociedad bastante tolerante y para un proceso de integración es muy favorable porque no se producen tendencias xenófobas o racistas, no hay grupos violentos. Lo peor, el terrorismo. Espero que ETA desaparezca.

- ¿Qué es lo que más le costó al llegar aquí?

- Además del tema de la documentación, lo que más me costó fue el paso de ser estudiante a emigrante económico. La incorporación al mercado de trabajo fue difícil para mí porque tenía las perspectiva de poder trabajar como abogado y no tenía esa posibilidad, así que antes trabajé de camarero y en el sector limpieza.

- ¿Cómo comenzó su vida profesional como abogado?

- En CCOO, donde trabajé como abogado de extranjería durante siete años.

- De CCOO al Gobierno Vasco. ¿Tuvo dudas para asumir el cargo?

- Bastantes, porque es un reto de responsabilidad. Influyó en mi decisión que iba a trabajar con personas vinculadas directamente a movimientos sociales.

- Explíquenos de qué modo su trabajo mejora la vida de un compatriota suyo

- Si no somos capaces de modificar las condiciones reales de las personas no tendría razón de ser que uno ocupe un cargo.

- ¿Se sigue viendo usted en el Gobierno Vasco de cara a unos años?

- Los cargos políticos tienen una fecha de caducidad. No creo que sea por mucho tiempo porque siempre va a haber personas con buenas ideas e ilusiones.

- ¿Siente nostalgia de su país?

- Es inevitable. Nos integramos, pero siempre con una mochila que llevamos una parte de nuestro país y recuerdos de infancia que siempre persisten, como la comida, los amigos o la familia.

- Su familia se ha planteado venir a vivir aquí.

- Allí están mis hermanos y mi madre, que ha venido de vacaciones, pero no para quedarse porque está muy asentada en Lima y sería muy duro tener que venir. Mi esposa es de aquí y no tengo hijos.

- ¿Está al día de la situación de Perú?

- Con internet sí. Al principio llegaba un periódico tras una semana y no era barato. A nivel político hago seguimiento porque el país es algo que me duele todavía mucho.

- ¿Regresar a su país entra dentro de sus planes?

- Suelo ir cada dos años. Antes pensaba que al tener la jubilación volvería. Quitando los escritores que viven entre dos continentes, para el resto es muy difícil el regreso. El proceso migratorio es muy duro y no quiero volver a pasarlo, porque vuelves a ser emigrante en tu propio país y es comenzar de nuevo.

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