"Columbus"

Los astronautas europeos medirán exactamente la radiación que reciben

EFE

El nuevo sistema, llamado DESIRE, simula la física de las partículas de radiación que traspasan las paredes de la nave espacial y los cuerpos de los astronautas.

En un comunicado, la ESA afirma que esta técnica será "esencial" para calcular las dosis de radiación que los astronautas reciban en futuros viajes más allá del campo magnético de la Tierra, como los que tienen como destino la Luna o Marte.

El laboratorio europeo "Columbus" está equipado con monitores de radiación para comprobar las predicciones de DESIRE.

El proyecto, en el que han participado científicos de la ESA y de la Organización Europea para la Investigación Nuclear (CERN, en sus siglas en francés), entre otros, fue promovido por el astronauta sueco de la ESA Christer Fuglesang.

Éste experimentó los efectos de la radiación espacial en una misión en la ISS en diciembre de 2006: "Al cerrar los ojos, veía rayos", aseguró Fuglesang.

La frecuencia de estos destellos depende del lugar donde está la ISS en su órbita y el nivel de actividad solar.

Hubo una tormenta solar mientras que Fuglesang estuvo en el espacio: "Esa noche se nos dijo que durmiéramos en el sector más blindado de la estación".

El entorno de radiación cerca de la Tierra consta de tres componentes principales: las partículas atrapadas en el campo magnético terrestre, las partículas que llegan desde el espacio -los llamados rayos cósmicos galácticos- y las partículas procedentes del Sol expulsadas durante las erupciones solares.

Más allá del campo magnético de la Tierra, las naves espaciales y sus ocupantes se exponen a toda la fuerza de los rayos cósmicos y de las erupciones solares.

Durante las misiones Apolo de los años 1960-70, recuerda la ESA, los astronautas simplemente tuvieron la suerte de no haber estado en el espacio durante una gran erupción solar.

Según la ESA, la configuración y la orientación de la ISS constituyen unos parámetros cruciales para definir la cantidad de radiación.

Los científicos consideran que el desarrollo de estrategias apropiadas para investigar el peligro de la radiación interplanetaria es uno de los retos más difíciles de la exploración del Sistema Solar, indica la nota.

Añaden que gracias a DESIRE, se ha dado un "paso adelante" en la comprobación de los diseños de las naves con la finalidad de encontrar los modelos que ofrezcan la mayor protección.

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