La palabra bruxismo procede del vocablo griego ‘brugmos’, que significa mordedura, acción de apretar los dientes de manera inconsciente, una afectación que podría afectar al 70% de la población.

El bruxismo es un trastorno que consiste en rechinar o apretar los dientes, principalmente los posteriores (molares) de forma inconsciente. La fuerza que se produce al apretar los dientes ocasiona presión e inflamación de los músculos, de los tejidos y de otras estructuras que rodean a la mandíbula, alterando, en muchas ocasiones la función de la articulación temporo-mandibular.

Además, puede producir dolor muscular facial, cefalea en la región temporal, dolor de oído, rechinamiento, lesiones en los dientes y en la propia articulación temporo-mandibular con o sin ruido articulares audibles, fatiga o rigidez de los músculos masticatorios, que se aprecia por la mañana o por la noche, con dientes hipersensibles, ansiedad, estrés y tensión, insomnio, depresión y trastornos alimentarios.

El dolor, y los otros problemas que ocasiona el bruxismo, es debido a una mezcla de factores como el nivel de estrés que experimenta el paciente, la fuerza y la duración del hábito de apretar y rechinar los dientes. El hecho de que los dientes estén o no desalineados, la postura, la capacidad de relajación, la dieta, los hábitos al dormir y otros factores también influyen, pero en cada paciente es diferente y siempre se debe evaluar de forma personalizada.

Por su complejidad, la naturaleza y la causa del bruxismo han sido discutidas y analizadas por numerosos autores. En lo que están de acuerdo la mayoría es en que el motivo principal de dicha afección es la sobrecarga psíquica, la ansiedad y la tensión emocional, tanto en niños como en adultos. Aunque la etiología de este síndrome o trastorno sigue siendo motivo de debate científico, se asocia a múltiples factores de riesgo, de tipo morfológico, anatómico, fisiopatológico y psicológico.

En realidad, y tal como apunta la Dra. Cristina Martín Guivernau, de Clínica Corachan, “puede deberse a una combinación de algunos o todos estos factores físicos y psicológicos”. La especialista igualmente precisa que, “al ser un trastorno multifactorial, también los factores genéticos, familiares o hereditarios pueden estar implicados”.

Existen múltiples clasificaciones del bruxismo dependiendo del lugar donde se produce el apretamiento o rechinamiento (céntrico y excéntrico) y en función del estado de vigilia o sueño en el momento de su aparición (diurno y nocturno).

Se puede producir tanto de día como de noche. Cuando el bruxismo se produce durante la vigilia, se relaciona con las emociones de ansiedad, estrés, depresión, ira, frustración o tensión. En cambio, cuando se da mientras se está durmiendo, se vincula a la actividad de masticar relacionada con trastornos del sueño como son roncar y las apneas. En este bruxismo nocturno es donde aparece el rechinamiento de los dientes.

Se sabe que el bruxismo afecta más a mujeres que a hombres. “Por cada tres hombres que lo sufre, hay hasta siete mujeres que padecen bruxismo, y se puede dar tanto en niños como en adultos”, precisa la Dra. Cristina Martín Guivernau. Pero en los niños no debe confundirse con el rechinar de dientes, siendo este un acto que se puede considerar normal hasta la edad de los 11 años y hasta que se realice el cambio total de la dentición definitiva. De todas maneras habría que realizar una evaluación del paciente.

El bruxismo es n trastorno multifactorial, también los factores genéticos, familiares o hereditarios pueden estar implicados

Signos de aviso

Los síntomas del bruxismo se localizan en su mayoría en la boca y la cabeza. Rechinar o apretar los dientes, tenerlos aplastados o fracturados o el esmalte gastado son algunos de ellos. También, el aumento de la sensibilidad dental o el dolor, o bien sentir los músculos mandibulares cansados o rígidos, no poder abrir la boca o cerrarla por completo, dolor en la mandíbula, el cuello, la cabeza, la cara o las cervicales, o dolor o ruidos en el oído, así como parafunciones como la onicofagia (morderse las uñas) o llevar piercings bucales, y las alteraciones del sueño.

Una vez detectados los síntomas, un equipo multidisciplinar formado por médicos maxilofaciales y fisioterapeutas especializados en la articulación témporo-mandibular (ATM) se ocupa del caso. Los profesionales de la odontología también pueden detectar una patología de ATM.

Se podrá ofrecer tratamiento farmacológico, ortopédico, psicológico y rehabilitación específica cráneo-facial

En relación al tratamiento del bruxismo, su objetivo será reducir el dolor, prevenir el daño dental permanente y disminuir el comportamiento de rechinar los dientes lo máximo posible. Se podrá ofrecer tratamiento farmacológico, ortopédico (férulas para ayudar a proteger los dientes y la articulación de la presión que se ejerce) psicológico (aportar al paciente herramientas para afrontar el estrés) y rehabilitación específica cráneo-facial.

El tratamiento debe realizarse siempre de manera personalizada. La finalidad será eliminar el dolor, conseguir la relajación y la modificación de los comportamientos diarios. 

Si bien el bruxismo no se considera una patología, sino un trastorno, sus síntomas específicos pueden acabar provocando patologías de la ATM y alterar actividades de la vida diaria del paciente, pudiendo verse este inmerso en una situación realmente invalidante.

La fisioterapia es una de las herramientas más importantes dentro del tratamiento en los trastornos cráneomandibulares y el dolor orofacial, es decir, el que afecta al área oral y facial.