Vivimos en una época en la que el aspecto, lo superficial, es lo más importante. La impresión que nos llevamos en los primeros segundos cuando conocemos a alguien, visitamos una web o nos explican un tratamiento es lo que nos hace decidir si lo que vemos es bueno o no, y si vamos a comprarlo o seguiremos buscando.

Convertir la Odontología y los tratamientos dentales en algo similar a comprarnos la ropa de temporada es un riesgo para nuestra salud y para nuestro bolsillo. Un tratamiento dental es un tratamiento para un problema, para una enfermedad de nuestra boca y de nuestro cuerpo. No creo que a nadie con un problema en sus ojos, de hipertensión arterial o de cáncer le ofrezcan tratamientos milagrosos, realizados por los mejores profesionales y con los mejores materiales por una parte de su coste real.

Desgraciadamente, en un área de salud tan importante como la Odontología ha calado en nuestra sociedad la cultura introducida por grandes franquicias que solamente buscan el rendimiento económico inmediato. Ofrecen tratamientos al 50% del precio habitual, por debajo del coste con mínimas garantías de material y profesional. Esos tratamientos no acababan nunca o si lo hacen no es de manera correcta y cuando los pacientes acuden a hacer una revisión o a solucionar un problema su doctor ya no está y quien le atiende no sabe que hacer o simplemente la clínica ya no existe.

Cuando contratamos un tratamiento de odontología, como son los implantes dentales o la ortodoncia, estamos eligiendo un Estomatólogo o un Odontólogo y un equipo de profesionales de una clínica dental que nos tratarán al menos 10 años de nuestra vida. Del mismo modo que nos interesa saber si el cirujano oftalmólogo que nos va a operar de cataratas tiene una formación y especialización, experiencia y consigue buenos resultados debería interesarnos conocer al cirujano que nos va a operar la boca.

Los tratamientos dentales no acaban con la reconstrucción del hueso, colocar los implantes dentales o dejar los dientes en su lugar con una oclusión correcta y una bonita sonrisa, eso es la primera parte de 10 o 15 años de tratamiento.

El seguimiento correcto, el mantenimiento correcto cada 6 o 12 meses de los dientes, de la retención o de los implantes son parte imprescindible del tratamiento en Odontología igual que lo es en Medicina. Ningún paciente con la tensión arterial alta o con diabetes acude una, dos o cuatro veces a su médico. Van periódicamente para revisiones y siempre que lo necesitan.

Cuando contrata un tratamiento dental está eligiendo un odontólogo o un estomatólogo y un equipo de profesionales de la salud dental que van a estar siempre detrás del teléfono para ayudarle cuando tenga un problema, que lo va a tener pequeño o grande sin duda. Ellos tendrán su historia clínica, sus radiografías y sabrán que prefiere visitarse a primera hora de la mañana para no ponerse nervioso en la sala de espera.

¿No cree que usted y su boca se merecen la misma calidad de tratamiento que el resto de su cuerpo?