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Medio Ambiente

Uno de cada tres litros de agua, perdidos en la red de Santa Eulària

Las fugas en la red de Santa Eulària provocan el desperdicio de uno de cada tres metros cúbicos de agua suministrados, una proporción que el Consistorio prevé reducir al 18% en cuatro años, según detalla el Plan de Gestión Sostenible, aprobado inicialmente

Potabilizadora de Santa Eulària.

Una persona bebe, de media, unos nueve vasos de agua al día. Si en Santa Eulària se pudiera consumir el agua del grifo (se puede, pero está muy lejos de ser tan rica como la de los manantiales de Lanjarón o Lozoya), un ciudadano de ese municipio necesitaría llenar 13 vasos para calmar su sed porque uno de cada tres se esfuma en su red de abastecimiento. Uno de cada tres litros de agua que son suministrados en ese territorio ibicenco se pierden por el camino, bien por canalizaciones deficientes, bien porque no hay contadores que registren su paso. En 2019, de los 3.887.861 metros cúbicos inyectados en sus cañerías, sólo se consumieron 2.759.583 metros cúbicos. Del resto, 1.128.278 metros cúbicos, se ignora su paradero. Se volatilizaron. Las fugas ascienden, por tanto, al 29%.

Esa proporción aumentó en plena pandemia hasta el 33,6%. Aquel año se perdieron 1,4 millones de metros cúbicos de los 4,2 millones aportados a la red. De 2021 no hay datos definitivos, pero el Consistorio calcula que rondará esa tercera parte del suministro, en parte preciosa agua subterránea procedente de acuíferos sobreexplotados, en parte carísimo líquido desalado.

Reducir al máximo ese porcentaje desperdiciado (por ejemplo, mejorando la red para evitar que se filtre a la tierra) es uno de los fines que ahora se propone el Ayuntamiento de Santa Eulària, tal como se subraya en el Plan de Gestión Sostenible del Agua del municipio, aprobado inicialmente a finales de 2021 y que asigna una serie de objetivos de aquí al año 2026. Uno de ellos es que las aguas no registradas (las fugas, además de la usada para riego y baldeo municipal) se reduzcan de ese 33% actual al 18% antes de 2026. Las aguas no registradas son un indicador de la eficiencia del sistema: el de Santa Eulària, en la actualidad, es muy ineficiente, como en su día lo fue Sant Josep, que era incluso peor, el colmo de un derroche insoportable en una isla tan seca. Si ese 18% se aplicara al año 2020, en vez de haber malgastado 1,4 millones de metros cúbicos, se habrían perdido 768.100 metros cúbicos.

Más allá del deber

Ese 18% es un objetivo más ambicioso que el que incluirá el futuro Plan Hidrológico Balear: «El nuevo plan hidrológico nos marcará que el máximo de aguas no registradas debe ser un 22%. El actual máximo es del 25%, que incumplimos», alerta Javier Gómez, técnico de Medio Ambiente de Santa Eulària , que es el coordinador y director del Plan de Gestión Sostenible del Agua. En ese documento se indica que en 2020 hubo un incremento del porcentaje de aguas no registradas (del 29% al 33,6%) por la incorporación a la red municipal de Aguas des Torrent des Fornàs, cuyo volumen de pérdidas era «muy elevado».

«El nuevo plan hidrológico nos marcará que el máximo de aguas no registradas debe ser un 22%. El actual máximo es del 25%, que incumplimos»

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Otro de los objetivos planificados hasta 2026 es incrementar el abastecimiento de agua desalada (para reducir la extracción de la subterránea), que en cuatro años ha pasado del 1,15% (2018) al 25% en 2019, al 24,4% en 2020 y, según cálculos iniciales, a alrededor del 35% en 2021. Para 2022, Gómez confía en que se alcance el 40%: «Para este año, como en 2021, se tiene que revisar la aportación de agua desalada en función del plan. Se hizo para 2022 una solicitud equivalente a la de 2021 (1.576.000 metros cúbicos), pero con los criterios del plan seguramente se revisará al alza».

El pasado año «no se llegó a consumir toda el agua solicitada porque no se pudo inyectar la prevista a es Figueral y Can Fornet», ya que las obras de acondicionamiento de su red van con retraso: «Por falta de infraestructura para poder distribuirla no se consumió toda la que se pidió», según Gómez. La red de Aguas des Torrent de Fornàs, que es muy ineficiente, «no tiene aún la infraestructura lista para poder abastecer agua desalada. Es un proyecto ya redactado y Abaqua ha dado su visto bueno para que ya se pueda ejecutar, seguramente a principios de año». Lo mismo ocurre, cuenta Gómez, con Can Fornet y la vertiente de Jesús: «Se está construyendo un depósito, que cuesta dos millones de euros, en Can Fornet para poder dotar de agua desalada a núcleos estables de esa población».

Más desalada, pero sin pasarse

La edil de Medio Ambiente y Sostenibilidad, Mónica Madrid, explica que también se necesitará más agua potabilizada debido a la municipalización de las redes privadas de abastecimiento, algo que, en breve, tocará con Can Fornet, Sa Font-Can Ramon, Aguas de Cosmi y Aguas de s’Argamassa: «Al tener más usuarios, la cantidad necesitada es superior», arguye.

El plan propone incrementar el abastecimiento de agua desalada, pero con limitaciones y de manera equilibrada. Como señala la edil de Medio Ambiente, no hay que olvidar que su producción tiene un alto coste energético, «una huella» de CO2 importante, por lo que es preciso equilibrar la balanza. Así, primero, hay que aportar más agua potabilizada a la red, pero principalmente en los meses de invierno, para así recargar los acuíferos sobreexplotados del municipio, de los que en muchos se extrae más del 100% del volumen autorizado. En 2019, por ejemplo, se sacó de esos pozos casi un 4% más: del pozo de Can Llaurador, cuyo límite autorizado es de 131.400 metros cúbicos, salieron 207.731 m3, un 58% más; de Sala I (115.000 m3 autorizado), 262.387 metros cúbicos, un 128% más; de Can Musson (254.367 m3), también un 58% más. De ahí que, en segundo lugar, el plan tenga como objetivo «extraer sólo el 80% de la concesión, para así recuperar los acuíferos de forma paulatina», detalla Madrid.

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