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Los Reyes Magos en Santa Eulària: «En pandemia no traemos carbón»

Centenares de niños acompañan a los Reyes Magos en su recorrido por Santa Eulària, donde la cabalgata se retrasó una hora

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Cabalgata de los Reyes Magos en Santa Eulària.

«Con la pandemia no hemos traído carbón», afirma Melchor en un pequeño descanso de las actuaciones previas al inicio de la cabalgata de Santa Eulària. El viaje desde Oriente hasta el Palacio de Congresos ha sido largo. Además, este año no les valía sólo con su magia. «Estamos vacunados y tenemos el pasaporte covid», explica el rey de la barba blanca, que en este año tan duro está muy contento con los niños y niñas de la isla. «Los estamos observando en todo momento y se han portado como unos campeones. Algunos han sido un poco más desastritos, pero sabemos que son buenos. Tienen buen corazón», comenta Melchor antes de volver a entrar en el Palacio de Congresos, de donde partirá la cabalgata.

Los niños de Santa Eulària reciben a los Reyes Magos con ilusión

Los niños de Santa Eulària reciben a los Reyes Magos con ilusión Redacción

Él y sus inseparables compañeros, Gaspar y Baltasar, afrontan el recorrido por las calles de la localidad tanto o más ilusionados que los niños. «No podemos arrojarles caramelos por el covid», lamenta Melchor, que confía en que el año que viene las cabalgatas vuelvan a estar llenas de dulces y sonrisas sin mascarillas. Antes de montarse en su carroza, el Rey Mago deja un mensaje para todos los pequeños de Santa Eulària: «Hoy empieza la nueva temporada, hay que portarse bien desde ya. Así que esta noche, todos a dormir bien prontito».

Melchor mira hacia quienes ven la cabalgata desde los balcones Toni Escobar

La larga espera

A medio camino entre el Palacio de Congresos, donde decenas de personas aguardan la salida de los Reyes, los últimos metros de la calle principal de Santa Eulària, que empieza a estar ya llena de gente, aguardan Ariel, de tres años, y Tito, de siete, con su madre, Cati Ribas. Sentados en los escalones de un negocio, hacen apuestas sobre qué les traerán los Reyes y qué no. Los niños tienen claro que no será todo lo que había en la carta. Los tres llevan doble mascarilla —FFP2 cubierta con una quirúrgica de dibujitos— y verán la cabalgata «gracias a un milagro navideño», explica la madre, a la que no le hace mucha gracia el multitudinario evento. «Por eso nos hemos puesto aquí, para verlos antes de que lleguen al pueblo, casi solos», indica señalando hacia la calle principal, llena de gente. No tanta como en años prepandémicos, pero bastante.

Pequeños y adultos reciben a los Reyes en la plaza del Ayuntamiento Toni Escobar

Allí, aprovechando que la vía está cerrada al tráfico, un grupo de niños y niñas juegan a sus anchas. Primero dan palmas y cantan —«...Don Federico perdió su ojo, para casarse con un piojo...»—, luego hacen lo mismo en coro —«...en la callelle 24 ha habidododo un asesinatoto...»— para empezar luego, cuando ya se quedan sin canciones, a perseguirse unos a otros de una acera a la otra. «Cuanto tardan, ¿no?», comentan los adultos, mirándose unos a otros cuando las campanas de la iglesia dan las siete de la tarde. Hace media hora que los Reyes Magos deberían haber comenzado su recorrido, pero al fondo de la calle César Puget Riquer, por donde deberían venir, no se atisba nada. La culpa del retraso, explican desde el Ayuntamiento, la tiene la burocracia. Pedir los pasaportes covid a todos los asistentes a la última función de la obra ‘La màgia dels Reis Mags’ (sic) ha demorado el inicio de la representación y, en consecuencia, el inicio de la cabalgata.

Melchor saluda a los niños de Santa Eulària con la luna de fondo TONI ESCOBAR

Algunas familias deciden aplicar lo de Mahoma y la montaña al desfile de Melchor, Gaspar y Baltasar y salen en su busca, rumbo al Palacio de Congresos. «¡Ya vienen! ¡Ya vienen!», gritan los pequeños cuando, a lo lejos, se escuchan las melodías que acompañan a las carrozas, desde las que este año no hay lluvia de caramelos. Algo que Ryan le ha dejado muy claro a su hijo, Liam, de cinco años, antes de salir de casa. «Los Reyes este año dejarán los caramelos con los regalos», explica el pequeño. Todos se quedan extasiados con el paso de la cabalgata, reducida a la mínima expresión por la pandemia. Melchor, de pie, saluda prácticamente a todos y cada uno de los niños que le llaman. Gaspar se hincha a lanzar besos. Y Baltasar no deja de sonreír mientras toca los teclados. A los pies de las carrozas, pequeños ejércitos de pajes con bengalas de luces y danzarinas orientales que hacen volar etéreas telas. Detalles en los que pequeños y adultos, sin la obsesión de la cacería de caramelos, reparan.

Una niña saluda emocionada a los Reyes Magos Toni Escobar

La última noche de trabajo

En la plaza del Ayuntamiento se apagan las luces y se enciende la magia. Sus Majestades de Oriente se despiden. Les queda una larga noche por delante, llevando a todas las casas los regalos que carga una de sus carrozas. Las últimas horas de faena de los tres sabios, que llevan ya muchos días trabajando. Cosas de la pandemia. Como algunos niños no sabían si podrían verlos recorriendo las calles de Santa Eulària, Melchor, Gaspar y Baltasar les han enviado mensajes personalizados.

Hasta 420 vídeos han grabado estas últimas jornadas para otros tantos pequeños del municipio, que apenas podían creerse, al abrir sus familias el real Whatsapp, que se estaban dirigiendo a ellos. «Hola, Àlex. ¡Pero qué grande estás! ¿Habéis visto cómo ha crecido?», comenta Gaspar en uno de esos 420 vídeos, que sus regalonas majestades han grabado con la ayuda de la Escuela de Cine de Ibiza. «Es que ha cumplido cuatro años», le responde Melchor antes de que Baltasar le recuerde a Àlex que los tres le han estado siguiendo «muy de cerca» durante todo el año.

«Hemos visto que se te da muy bien ir en bicicleta y que las carreras de coches también te gustan mucho», continúa el rey del turbante, que recuerda perfectamente que el pequeño, en su carta, que recibieron hace unos días, ha pedido «un coche de carreras y uno de policía teledirigidos, un coche de Hot Wheels, la ‘Misión rescate’ de Lego» y una bici nueva porque crece tan rápido que todas se le van quedando pequeñas. Melchor aprovecha el mensaje para pedir algo —«si te acuerdas, Àlex, deja un poco de leche y algunas galletas para los camellos, que llegan muy cansados y tienen que recuperar fuerzas»— antes de comenzar a pasarse, de uno a otro, un regalo. «¡Le gustará mucho!», afirman, convencidos, imaginándose la cara de Àlex al descubrir, la mañana de Reyes, todos los paquetes. Y ni rastro de la leche y las galletas.

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