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Vivienda

Vecinos desalojados de los Don Pepe en Ibiza: «Nos han reventado la vida»

Las familias que el viernes tuvieron que abandonar sus apartamentos en es Codolar afrontan con «mucho dolor, rabia, impotencia e incertidumbre» el primer día fuera de sus casas

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Vecinos desalojados de los apartamentos Don Pepe de Ibiza

El salón está repleto de cajas amontonadas sin desembalar. «Estoy pensando dónde voy a colocar todo lo que tenemos porque esto es más pequeño que nuestra casa y, además, provisional», comenta Santi Ignoto con voz abatida mientras muestra cómo es su alojamiento temporal en los apartamentos Bon Sol, en Platja d’en Bossa. Tiene aspecto de no haber descansado apenas en su primera noche fuera del que ha sido hasta ahora su hogar, en los Don Pepe. Lo confirma: «He podido medio conciliar el sueño porque ayer [por el viernes] me tomé todas las pastillas posibles para dormir, para los nervios, para la depresión...». Abre la puerta del único dormitorio que hay en la vivienda, allí han pasado la noche, en tres camas pegadas, ella, su marido, Juan Fernando López, y su hija Leyre, de doce años.

«Lo único bueno que tiene este piso es el aire acondicionado. Ayer lo pusimos, pero ni con eso, ni con la chaqueta, ni con tres mantas logré entrar en calor», explica. A Santi se le quedó «metido el frío en el cuerpo» de los «nervios y el estrés» que pasó cuando ayer [por el viernes] tuvo que abandonar con su familia su piso, en la escalera 5 del bloque A de los Don Pepe, en el que vivía de alquiler.

Santi Ignoto, en la puerta de su alojamiento provisional en los Bon Sol. Vicent Mari

Tras el desalojo, fue con otros vecinos al Ayuntamiento de Sant Josep para pedir explicaciones al alcalde, Ángel Luis Guerrero. No salió muy satisfecha del encuentro. «Fue una reunión para perder el tiempo. El alcalde dice que todo esto esto lo hace por nuestra salud y nuestra seguridad, pero echándonos de nuestras casas nos está matando», afirma con desesperación Santi.

El Consistorio josepí ofrece alojamiento durante dos meses prorrogables a cuatro en los apartamentos Bon Sol, así que Santi y Juan Fernando están buscando sin descanso algún alquiler a precio asequible y, si es posible, cerca del instituto Algarb, en Sant Jordi, donde estudia su hija pequeña. Han encontrado un piso en Vila que podría ser su nuevo hogar, pero hasta finales de enero los propietarios no les confirmarán si es posible alquilarlo.

Navidades sin su madre

Santi y Juan Fernando habían ahorrado para visitar a su familia en Murcia y conocer a su segundo nieto, que ya tiene cuatro años. Ahora ese dinero lo tendrán que destinar «a una casa de alquiler». Pero lo que más lamenta Santi es que su madre, que también vive en Murcia, no pueda pasar las fechas navideñas con ellos en Ibiza. «Ésta será la primera Navidad en los 49 años que tengo que voy a estar sin ella», dice sin poder aguantar las lágrimas.

En el mismo edificio, un piso más abajo, en el tercero, viven desde hace dos días Óscar Rubio y Terje Heinoja, junto a su hijo Ian. El viernes terminaron de hacer la mudanza. La mayoría de sus pertenencias están en una nave, en un espacio que le han dejado a Óscar en su trabajo. «Aquí solo tenemos la ropa y lo del día a día», explica. «Este alojamiento es un parche. Yo tenía mi piso pagado y equipado con todo lo necesario. Aquí me siento un poco humillado», lamenta tras explicar que en el piso en el que les han realojado en los Bon Sol no tiene lavadora.

«Al menos tengo un techo bajo el que dormir, pero llevo una semana psicológicamente hecho polvo, metido en un bucle. Menos mal que tengo a mi mujer y a mi hijo, que me ayudan», explica este vecino.

Óscar Rubio y su hijo Ian, en el salón de la vivienda en la que llevan residiendo desde hace dos días, en los Bon Sol. Vicent Mari

Óscar compró su piso en los Don Pepe en 2003 y hace ya diez años que no pagaba hipoteca. «Ahora con cincuenta años tengo que volver a empezar de cero. A mí me han jodido la vida», afirma con contundencia. Él trabaja de temporada y su pareja es autónoma así que son conscientes de que tendrán que echar muchas horas para poder asumir el pago de una vivienda en Ibiza. «El alquiler de una casa con dos habitaciones como la que teníamos cuesta unos 1.200 euros y eso sin contar con lo que te puedan pedir de depósito y los meses que haya que adelantar», señala. Lo que tiene claro es que el dinero que tenían ahorrado para los estudios de su hijo ahora lo tendrán que destinar a una casa.

Óscar y Terje están esperando a saber en qué consistirán las ayudas que las instituciones han prometido a los vecinos de los Don Pepe antes de iniciar la búsqueda definitiva de vivienda. Les mata «la incertidumbre» ante «un futuro bastante borroso». Aunque Óscar conserva una mínima esperanza en que la Justicia falle a favor de los vecinos del Don Pepe, duda mucho de que algún día pueda regresar a su piso en es Codolar.

El turno del bloque B

Está seguro de que después de ser desalojado por completo el bloque A, (las escaleras 1 y 2, el verano de 2020, y este viernes la 3, la 4 y la 5), declarado en ruina por el Ayuntamiento de Sant Josep, le tocará el turno al bloque B. «Esto es un drama social de verdad», insiste antes de dejar claro cuál sería, en su opinión, la mejor solución: «Los vecinos no pedimos dinero sino que el Ayuntamiento de Sant Josep nos deje volver a nuestras casas y nos dé la licencia para rehabilitar el edificio. Eso sería lo más fácil si hubiera realmente voluntad política».

A Javier Gallizia y Rosario García, junto a su hijo Francisco Javier, de 19 años, y a sus dos perritos, Daya y Firu, los han realojado en otro bloque de los apartamentos Bon Sol, justo en frente, en el que están los vecinos del Don Pepe que tienen mascotas. «Esto no es un apartamento, es un trastero», afirma Javier abriendo la puerta de la vivienda. Cocina, salón y dormitorio están en el mismo ambiente. No hay lavadora y la nevera es muy pequeña. «Tengo todas nuestras cosas repartidas en tres sitios», comenta tras quejarse de que el Ayuntamiento de Sant Josep haya ofrecido a los vecinos un espacio para guardar sus cosas solo dos días antes del desahucio.

Pagar la hipoteca o la carrera

Muestran su vivienda provisional a Anisa Mohamed y a Vicente Costa, también propietarios de inmuebles en los apartamentos de es Codolar. Se han acercado a los Bon Sol para mostrar su apoyo a los vecinos. Vicente, explica, tenía alquilada su casa en los Don Pepe a Santi Ignoto y a Juan Fernando López. «He venido precisamente para ver cómo están», comenta. «Ayer noche estaba destrozado. Me han quitado los ingresos que tenía y me obligan a escoger entre pagar la carrera de mi hijo o la hipoteca de la casa donde ahora vivo», se lamenta. Habla con Javier sobre el estado del bloque A de los Don Pepe y mencionan el estudio técnico que encargaron los vecinos, en el que se indicaba que el edificio sufre patologías habituales en un inmueble de más de 50 años construido al lado del mar que se pueden reparar.

«Los Don Pepe, si no los tumban, nosotros no los veremos caer», dice convencido Vicente. Javi le da la razón y añade: «Nos han robado la casa, es una estafa en toda regla. Nos llevan a la ruina de un plumazo».

Javier Gallizia en su bajo en los Bon Sol, en Platja d'en Bossa. Vicent Mari

Vicente se muestra «indignado» con el amplio dispositivo de seguridad que desplegó el Ayuntamiento de Sant Josep para llevar a cabo el desalojo. «Fue como tacharnos de terroristas», sentencia. Eso sí, alaba la buena actitud que mostraron con los vecinos los agentes de la Policía Local y la Guardia Civil. «Ellos fueron geniales», señala.

A Javier y Rosario les faltan nueve años para poder terminar de pagar su hipoteca. «Nos han reventado la vida. Veinte años de mi existencia los han tirado por tierra y los han pisoteado, y que nadie haya hecho nada para pararlo es muy duro», afirma entre sollozos ella. Se señala el pecho. Hoy se ha levantado «con mucho dolor». Siente «rabia, impotencia y una incertidumbre» que le desespera tanto como a Javier, que no confía «ni en las palabras de un señor que miente más que habla ni en el Govern, que ha estado un año y medio sin pronunciarse sobre el asunto».

«Las 18 familias de las escaleras 1 y 2 están en ruina total»

«¿Qué pasa, que 48 familias no son importantes?», añade. Luego habla de las 18 familias de las escaleras 1 y 2 del bloque A que tuvieron que abandonar su casas el año pasado. «Están en ruina total», asegura.

El 2 de enero de 2022 Javier y Rosario tendrán la opción de trasladarse a una casa en Ca na Negreta. Eso supondrá seguir pagando sus 500 euros mensuales de hipoteca más 1.200 euros de alquiler. «Sin ayudas» de las instituciones, aseguran, les será imposible asumir estos gastos.

Javier no confía mucho en las ayudas prometidas por el Ayuntamiento y el Consell. Rosario tiene claro que si no llegan, ella vuelve a su casa en los Don Pepe, que, recalca «no está en ruinas». «Lo que queremos es que nos concedan la licencia para arreglar nuestras casas», repite en un par de ocasiones Rosario. «Que nos den una solución digna y decente. Si no puede ser una casa en los Don Pepe, otra en las mismas condiciones», reclama Javier.

Opina igual Anisa, que vive desde esta semana con su marido, dos hijos y una perra en una vivienda de alquiler en Can Cifre. «Es horrible que teniendo tu casa te obliguen a vivir de prestado», se queja. Le da un sentido abrazo a Rosario. Lloran juntos. «Esto es un duelo. Como si se nos hubiera muerto un familiar», dice compungido Javier.

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