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ordenación episcopal / palabras del obispo

El nuevo obispo de Ibiza llama a creyentes y no creyentes a «caminar juntos»

Las Pitiusas vuelven a tener un obispo ibicenco tras 61 años

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Ordenación del obispo en el Recinto Ferial Vicent Marí

«Hace escasamente una hora era administrador diocesano», comenta Vicent Ribas Prats, ya convertido en obispo de Ibiza y Formentera, en sus primeras palabras propias, ajenas a libro o escritura alguna, que dirige a las alrededor de 2.000 personas que se concentran en el Recinto Ferial. «Tras 61 años vuelve a haber un obispo ibicenco», lee desde el púlpito, recordando a Antonio Cardona «el bisbe Frit».

Vicente Juan Segura impone las manos sobre su sucesor en un momento de la ceremonia. | VICENT MARÍ

Luce ya el anillo «signo de fidelidad» en el anular de la mano derecha. Ha recibido el libro de los Evangelios —«proclama la palabra de Dios»—. Ha lucido ya la mitra, dorada —«brille en ti el resplandor de la santidad»—, y empuñado el báculo pastoral, sencillísimo —«cuida de todo el rebaño»—, que le ha entregado, minutos después de las doce del mediodía, el nuncio apostólico del Papa en España, monseñor Bernardito Cleopas Auza, ordenante principal.

«Vivo y viviré por la Iglesia. Vivo y moriré por ella», afirma, parafraseando al Pare Palau, a cuyas palabras añade otras suyas: «Moriré por ella y en ella». El flamante obispo asegura a los asistentes que su objetivo es «caminar juntos» no sólo las personas que viven la fe sino también los no bautizados y los laicos y, dirigiéndose a los párrocos de las Pitiusas, que siguen la ordenación y la toma de posesión a su derecha, les pide perdón por si en algún momento en los últimos años no se han sentido atendidos o escuchados. Don Vicent se emociona al recordar su paso por las parroquias de Sant Miquel, Sant Mateu y Santa Gertrudis, donde vivió «tiempos muy felices» y aprendió «humildad». También tiene que contenerse al hablar de su «querida» Santa Eulària, cuyos fieles, concentrados principalmente en el flanco izquierdo, irrumpen en aplausos.

«Un obispo nunca duerme»

«No hay mejor sitio que al que te han enviado», afirma poco después de agradecer «al Santo Padre» que se fijara en él —«una vasija de barro»— para volver a poner a un obispo ibicenco al frente de la diócesis de Ibiza y Formentera —«una pequeña porción del pueblo de Dios»— por la que han pasado en 61 años «un obispo mallorquín y seis valencianos».

Algunos de ellos, como Vicente Juan Segura, Agustín Cortés Soriano,Javier Salinas o Manuel Ureña, de hecho, arroparon ayer a Vicent Ribas Prats en su ordenación, como obispos concelebrantes en una ceremonia que contó, también, con el cardenal Antonio Cañizares Llovera, arzobispo de Valencia, y el también cardenal Juan José Omella Omella, arzobispo de Barcelona y presidente de la Conferencia Episcopal de España. Todos atienden, tras mostrar las Letras Apostólicas y la lectura del mandato apostólico del nuevo obispo, a la homilía de Auza, en la que señala a Vicent Ribas Prats que un obispo «nunca duerme», que debe estar siempre vigilante y que, si bien la tarea que comienza «en tiempo de Adviento» no está libre de sufrimientos, «el Señor estará siempre acompañando».

Ayer lo estuvo, además, por sus dos presbíteros. El deán de la catedral, Lucas Ramón, a quien saluda cariñosamente en los primeros compases de la ceremonia, antes de retirarse a la sacristía a revestirse, y que es quien le presenta ante el nuncio para su ordenación. Y Juan Ramón Pinal, párroco del Buen Pastor (Valencia), amigo, prácticamente familia, integrante de esa parte de la vida de todo religioso sin cuyo apoyo la vocación podría trastabillar. A sus pies, en la primera fila, su familia. Su madre, Catalina. Y su hermana, Cati. Con las que se funde en un sentido abrazo después de recorrer los pasillos del recinto bendiciendo a los asistentes, acompañado por un largo aplauso y sonido de flaütes.

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