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Gastronomía

La mejor miel de Balears sabe a algarroba de Ibiza

Vicent Juan cosecha en Morna la mejor miel de ‘tardor’ balear, tal como lo hacían su abuelo y su madre

Vicent Juan muestra el premio en Can Prats. J.M.L.R.

Vicent Juan Ferrer no toma ni una cucharada de azúcar al año. Todo lo endulza con miel, desde el café al cola-cao y hasta los zumos. Y no usa cualquiera: echa la que recoge de las colmenas que hay junto a su casa, el agroturismo Mirador de Can Prats, situado entre Morna y Sant Carles. El último concurso de mieles de Balears la galardonó como la mejor de la variedad tardor (otoño) de esta Comunitat. Basta con probar una cucharada para saber por qué: es densa, de color caramelo y muy oscura debido al elevado porcentaje de polen de algarrobo que contiene. De sabor intenso, deja un regusto a regaliz, como ocurre con el sirope de algarroba.

De 66 años, Juan sigue las enseñanzas de su abuelo, Pep, y de su madre, Catalina (93 años), apicultores de toda la vida que, incluso, trenzaban con ramas de sabina el esqueleto de las colmenas que creaban artesanalmente y que «forraban» con arcilla blanca. Por ejemplo a la hora de ahumar las colmenas, para lo que usa una mezcla de lavanda, frígola y corteza seca de algarrobo que, incluso, «las desinfecta contra la varroa», un parásito.

Tenía sólo ocho colmenas cuando hace un par de años conoció a Alfonso Romero, jerezano que fue a Can Prats a arreglarle una avería eléctrica. Romero lleva siempre consigo una maleta con frascos de miel del Rancho Cortesano, que su familia produce en Jerez de la Frontera desde hace tres décadas. Intentó vender un frasco a Juan, pero este le dijo que ya tenía. Y de la buena. La amistad surgió en cuanto le enseñó aquellas pocas colmenas de su casa: «Es que la apicultura me fascina», asegura Romero, que propuso al ibicenco ampliar hasta «300 o 500» el número de colmenas y crear una marca propia, a la que han bautizado como Eivimiel y que sacarán al mercado el primer domingo de mayo en Santa Eulària, si la burocracia no lo impide.

«Cuando llegué, vi que la miel de algarroba estaba devaluada, que no se apreciaba. A mí me encantó la de aquí. En cuanto la probé me supo a monte»

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En marzo tenían 45 colmenas. Ya cuentan con 80. Para ampliar han tenido que hacer enjambres, dividir las abejas de cada colmena para colonizar las nuevas. Eso ha provocado que la cosecha de este año, ya mala por la sequía, fuera mínima: sólo han recolectado unos 30 kilos en total, cuando lo normal es que Juan obtenga esa cantidad de cada núcleo. «Tenía que elegir entre tener más miel o tener más colmenas», explica al respecto Romero, que confía en que, si todo sale según lo previsto, «la producción arranque durante el próximo año».

Romero decidió presentar la miel de algarroba al concurso balear porque confiaba en ella y para acabar con algunos prejuicios de la isla: «Cuando llegué, vi que la miel de algarroba estaba devaluada, que no se apreciaba. A mí me encantó la de aquí. En cuanto la probé me supo a monte». El premio recibido, que aparece en el etiquetado de la nueva marca, le da la razón.

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