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Sostenibilidad

Ibiza no aprovechó en 2020 la pandemia para aumentar el consumo de agua desalada

El Informe de Sostenibilidad de la isla, presentado ayer, lamenta que no se incrementara más el abastecimiento urbano con agua producida en potabilizadoras para reducir el volumen procedente de los acuíferos

Inés Roig e Inma Saranova presentan el nuevo Informe de Sostenibilidad de la isla de Eivissa en el Consell. | VICENT MARÍ

Ibiza no supo (o no quiso) aprovechar la pandemia desatada en 2020 para mejorar algunos de sus indicadores de sostenibilidad, pese a que la ocasión era ideal para hacerlo. Es una de las conclusiones a las que llega el Informe de Sostenibilidad de la isla del año 2020, presentado ayer en rueda de prensa en el salón de plenos del Consell, institución que subvenciona a la fundación Ibiza Preservation (IP), su impulsora, para redactarlo.

Aparentemente, el indicador referente al agua de consumo fue uno de los que mejoraron, aunque en realidad no fue así, según aclaró Inma Saranova, una de sus autoras y directora ejecutiva de IP. La demanda urbana disminuyó (lastrada por la crisis sanitaria y, sobre todo, por el brutal descenso de turistas) un 12%. Y el consumo de agua subterránea para abastecimiento urbano se redujo un 18% y el de agua desalada, un 9%. En teoría es una mejora, pues caen ambos índices, pero Inés Roig, de la Alianza del Agua, advirtió de que el consumo de agua de desaladora (algo necesario para que se repongan los acuíferos), tendría que haber aumentado más en relación a la subterránea. Además, se mantuvo la relación entre el suministro de agua desalada y subterránea entre las temporadas: «En baja se suministró un 70% de agua desalada, y en temporada alta, un 68%», subraya el informe. Y si bien la cantidad de agua desalada disminuyó, su volumen fue mayor que el consumido en 2018 y los años anteriores. El único municipio que hizo sus deberes fue Santa Eulària, que compró más agua desalada. Sant Josep fue el que mayor cantidad de agua desalada suministró por habitante.

Dos de las 10 instalaciones «vertieron aguas deficientemente» tratadas. Un 55% fue depurada «deficientemente» y, pese a eso, fue a parar al mar

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Respecto a la depuración, otra de las asignaturas pendientes de esta isla, dos de las 10 instalaciones «vertieron aguas deficientemente» tratadas. Un 55% fue depurada «deficientemente» y, pese a eso, fue a parar al mar. La práctica totalidad (el 99%) de ese caudal mal tratado procedía de la estación de Vila.

Asimismo, y por tercer año consecutivo, todas las depuradoras (excepto la de Sant Joan) vertieron aguas (98%) con salinidades por encima del límite para su reutilización. Y de ese enorme caudal, el 80% (ocho puntos porcentuales más que en 2019 y 13 puntos más que en 2018) tenía una salinidad elevada, lo que impidió su uso agrícola.

A cinco de las depuradoras (la mitad) también llegaron aguas con materia orgánica o sólidos en suspensión en porcentajes superiores a los valores permitidos: «En un 63,7% del caudal se superaron los límites legales», alerta el informe.

Llama la atención que el porcentaje del agua no registrada (por consumos indebidos o, sobre todo en el caso de Ibiza, porque se pierde en su canalización) creció: del 28% de 2019 al 32% de 2020, lo que supuso el desaprovechamiento de 4,6 hectómetros cúbicos, aproximadamente como para llenar unas 1.890 piscinas olímpicas. San Josep y Santa Eulària superan el 25% esripulado de aguas no registradas en la red por el Plan Hidrológico de Balears para 2021. El informe aclara que, quizás, en el caso de Santa Eulària se explique por haber municipalizado redes privadas.

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