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Cruz Roja | Concienciación

Pobreza en Ibiza: «Te acostumbras a vivir en la calle»

Cruz Roja monta un salón en el parque de la Paz para animar a los ciudadanos a conversar con personas sin hogar

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Vivir en la calle no es una elección.

«Sólo por vivir en la calle la gente cree que eres un ladrón. O un drogadicto», afirma Dan. Lleva en esta situación «cuatro años» y ve complicado salir de ella. «Aunque sepas hacer un empleo, aunque hayas trabajado siempre, nadie te quiere dar trabajo si vives en la calle», comenta sentado en uno de los sofás del salón que Cruz Roja ha montado en el parque de la Paz, dentro de la iniciativa ‘Vivir en la calle no es una elección’, con la que pretenden que la sociedad de la isla se acerque a las personas sin hogar.

A Dan es habitual verle sentado en el portal pegado a La Canela, donde le dan comida. Cualquiera que, en algún momento, haya dejado unas monedas en su vaso o su mano sabe que Dan siempre es amable. Da las gracias. Desea un buen día. «Estoy acostumbrado a vivir en la calle. No tengo miedo por las noches, sólo una vez me robaron», continúa Dan, que en las noches de frío se enrolla «en dos o tres mantas» para dormir.

Luna y Juan se despiden de Marta. Vicent Marí

Luna y Juan escuchan a Dan, Carla y Marta. Comparten con ellos el saloncito, amueblado por Deixalles. Una lámpara de pie, dos cómodos sofás rosados, unas cuantas sillas, una mesa adornada con una poinsetia y una librería con puertas de cristal que guarda, entre otros libros, ‘Robinson Crusoe’ (Daniel Defoe), ‘Donde se alzan los tronos’ (Ángeles Caso) o ‘En busca del unicornio’ (Juan Eslava Galán). Los cinco comparten una bandeja de jamón que Luna y Juan han traído de casa. Carla da tientos al jamón mientras explica su drama: «¿Cómo voy a pagar 400 o 500 euros por una habitación si no tengo trabajo?». Los 450 euros de ayuda que recibe no le sirven para tener un techo: «Hay que pagar la ropa, el jabón, las cuchillas de afeitar...». Además, destaca que su situación es aún más complicada: «Al ser trans tengo aún más problemas para encontrar un alquiler, me ponen excusas». Carla teme al frío. Y a la Navidad. «Tengo 36 años cotizados. Es injusto», continúa Carla mientras Marta, cubana, se relame con cada loncha de jamón.

Durante el tiempo que habla con ellos, en ese salón abierto, Luna contiene unas lágrimas que, lejos ya Dan, Carla y Marta, la desbordan. «Me da mucha tristeza imaginarlos en la calle con este frío, sin ayuda. O pensando en que si un día se encuentran mal del estómago no tienen un baño», comenta Luna, que asegura que la mayoría de la gente «mira hacia otro lado» cuando se trata de la pobreza que tiene cerca, en su propio barrio. «No queremos verlo», apunta Juan. La pareja se marcha tras intercambiar números de teléfono con las tres personas con las que han compartido sofá. «Por si les podemos ayudar en algo. Por si necesitan unas mantas o abrigos. Marta me ha dicho que vende cositas, igual le podemos echar una mano», señala antes de irse.

Dan gesticula mientras cuenta su historia en el saloncito. Vicent Marí

Silvina Carrillo, responsable del proyecto de personas sin hogar, no pierde ojo del saloncito, al que Fernando, uno de los usuarios, se acerca para ofrecer, con formas y movimientos de maître, un café. «En el comedor es el que organizaba todo el servicio. Tenía una cuadrilla que ejercían de camareros», explica Silvina, que detalla que este año han atendido a 679 personas en este recurso. Unas 300 residentes en la isla y el resto básicamente trabajadores que venían a hacer la temporada y que, al llegar a la isla se encontraban sin trabajo —«algunos porque sus empresas habían cerrado»— y sin poder pagar una habitación. Silvina señala que «cualquiera» puede verse en la situación de Dan, Carla o Marta.

Cualquiera puede acabar así

«Hay gente que tiene un accidente o un problema de salud que, de repente, le deja sin poder trabajar, sin poder pagar donde vivir y acaba en la calle», señala. Además, recuerda que tener un trabajo y ser una persona sin hogar no son excluyentes: «Hay quienes trabajan y a pesar de eso tienen que vivir en un coche o en asentamientos». Carillo reconoce que no hay «una varita mágica» para acabar con la pobreza. «Siempre se trabaja para ello, pero es muy difícil porque intervienen problemas económicos, laborales, familiares y de vivienda», comenta Silvina junto a la mesa en la que varias voluntarias animan a quienes pasan por el parque a rellenar la encuesta sobre cómo se percibe en la isla a las personas sin hogar. «Igual hasta conseguimos voluntarios. Una señora me acaba de decir que en un rato nos envía a su marido, que se ha jubilado y que está todo el día sentado frente a la tele», comentan en la mesa informativa, donde no pierden el ánimo a pesar de que muchas de las personas a las que tratan de explicarles la iniciativa y animarles a que charlen con los usuarios, pasan de largo con mil y una excusas. «A vivir en la calle puede llegar cualquier persona por diversas circunstancias, salir de ahí es difícil», reconoce la coordinadora del proyecto, a la que, de no haber sido por las aciagas predicciones meteorológicas, le hubiera gustado montar otro salón en Vara de Rey.

En el saloncito, junto al que hay una maleta y una manta tirada en el suelo, para acentuar la diferencia entre tener un techo y no tenerlo, se sienta la concejala de Bienestar Social de Vila, Carmen Boned. Se sienta en uno de los sofás rosados con una enorme y calentita bufanda camel con cuadros verdes que regala a Marta. «Hemos hecho un intercambio», comentan las dos, casi al unísono, enseñando el collar de cadenita que le ha regalado la usuaria de Cruz Roja justo antes de que en ese mismo butacón se siente la consellera insular de Bienestar Social, Carolina Escandell. «Nadie habla contigo, nadie te invita a una copa», explica Carla. Por el efímero salón rondan otras personas sin hogar. La mayoría, sin embargo, no acaban de atreverse a sentarse en él y compartir sus experiencia, inquietudes, preocupaciones y dolor con aquellos que, por primera vez, quieran dedicarles unos minutos. Mirarles a los ojos en vez de cerrarlos cuando se los cruzan por la calle.

679 personas sin hogar atendidas en Cruz Roja

Cruz Roja ha atendido este año a un total de 679 personas sin hogar en Ibiza. 300 de ellas residentes en la isla y el resto, transeúntes o personas que venían a hacer la temporada.

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