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Precipitaciones

Lluvias en Ibiza: Revientan los ‘ullals’ de sa Talaia y es Broll de Buscastell

Las intensas y prolongadas precipitaciones del último mes favorecen la reaparición de manantiales como el del Racó des Ullals, uno de cuyos cursos de agua incluso atraviesa una carretera

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Revientan los ‘ullals’ de sa Talaia y es Broll de Buscastell J.A. Riera

La lluvia caída durante casi todos los días del último mes emerge ahora con brío tanto en los ullals de sa Talaia de Sant Josep como en es Broll de Buscastell, parajes por donde, tras la sequía, el agua vuelve a deslizarse por sus canalizaciones, torrentes, pozas y riachuelos efímeros. En el Racó des Ullals, en la falda de sa Talaia de Sant Josep que da al noroeste, mana desde hace un mes, fruto de la concatenación de borrascas que se ha prolongado cuatro semanas y que empezó el 22 de octubre con un chaparrón antológico, fenómeno meteorológico que se repitió el pasado lunes por la noche. Paco Marí, que vive en Can Vicent Jeroni, explica que los ullals sólo «revientan» en épocas de abundantes registros pluviométricos, como el actual. Puede pasar una década sin que emerja de ellos ni una gota, señala, pero cuando arrecia la tormenta desde el noreste, desde gregal, y descarga más de 50 litros por metros cuadrado, brotan con intensidad, indica. Como estos días.

Puede pasar una década sin que emerja de ellos ni una gota, señala, pero cuando arrecia la tormenta desde el noreste, desde gregal, y descarga más de 50 litros por metros cuadrado, brotan con intensidad, indica. Como estos días

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El agua desciende ahora con mucho caudal desde la montaña más alta de la isla, se filtra por el bosque de pinos y por los terrenos de cultivo de esa ladera, se cuela por las paredes de piedra seca creando diminutas cascadas, atraviesa caminos y confluye en los ullals, riachuelos que tienen los días contados (hasta que se seque la montaña, que actúa «como una esponja», compara Marí) y que con el paso de los siglos han labrado su diminuto cauce en la roca. En algunos tramos comparten recorrido con una tubería instalada por el propietario para aprovechar, cuando escasea, hasta la última gota. Ayer, los dos safareigs cercanos a Can Vicent Jeroni rebosaban.

Revientan los ‘ullals’ de sa Talaia y es Broll de Buscastell

Revientan los ‘ullals’ de sa Talaia y es Broll de Buscastell José Miguel L. Romero

Algunos de estos brolls son reconducidos mediante tuberías que atraviesan por debajo la carretera PMV-803-1. Todo el caudal va a parar al torrente de Cala Molí. Marí asegura que cuando es muy grande y la vegetación no lo impide, llega hasta el mar. Pero quien estos días haya pasado por ese vial se habrá topado con el rastro de otro ullal, que vierte sobre el arcén desde un gran caño de PVC. Como el terreno no puede absorber tal abundancia, por saturación y gravedad acaba en el pavimento (allí crea un importante charco), lo atraviesa de lado a lado y se suma al agua del ullal canalizado bajo la calzada.

El relajante murmullo de esos ullals es constantemente ensordecido por el incesante paso de los vehículos, pero cuenta Marí que de noche, cuando sólo corretean por ese abrupto paraje las ginetas (hay una momificada y enroscada, como si aún durmiera, bajo una sabina, en el bosque), ese sonido se escucha por todo es Racó des Ullals. El agua es allí omnipresente. A veces hasta deja huella de su inmenso poder. No hace mucho, el suelo de uno de los bancales se hundió. Se abrió un socavón «como una cueva».

Hace casi 20 años, en mayo de 2002, el periodista Xescu Prats relató en este diario el reventón de esos ullals tras un episodio de intensas lluvias. Entonces, Joan Marí, Joan Jeroni, le explicó que calculaba que por esos riachuelos descendían hasta 60 toneladas de agua por hora.

No por más conocido, es menos espectacular contemplar cómo vuelve a manar de manera abundante es Broll. En esa zona, donde apenas circulan coches, no hace falta que sea de noche para percibir el murmullo del agua desde cualquier lugar del desfiladero, bien porque cae a chorros por dos cascadas cercanas al paso que atraviesa el camino, bien porque se desliza por los canales construidos para regar las fincas ordenadamente (a cada una le corresponde un horario determinado cuya distribución se remonta a siglos atrás) o discurre por el propio torrente. Surge a borbotones de es Broll y, desde esa altura, escapa por el empinado cauce de piedra (seco en verano y hasta no hace mucho), a modo de cascada, hasta alcanzar el torrente de Buscastell, donde hay de nuevo pozas, algunas de hasta metro y medio de profundidad.

La corriente (también efímera pues durará lo que tarden en regresar los anticiclones) se abre paso entre zarzas, matorrales y cañas (entre las que forma cristalinas charcas), con fuerza suficiente para empujar bellotas y hojas, así como para formar cascadas. No sólo brota del Broll, también de varias laderas, desde donde el agua zigzaguea, como en el caso de los ullals, por cursos naturales labrados durante siglos, encharca caminos y acaba, en algunos casos, en safareigs, que, también colmatados, desprenden por sus paredes el sobrante.

Tanta lluvia ha facilitado además que sa Font de Paredada y sa Font des Tarongers, en sa vénda de l’Horta (Sant Josep), vuelvan a rebosar, así como que empiece a fluir un hilo de agua por el torrente que corre paralelo al camí de Cas Colls, donde incluso se han vuelto a formar charcas. Jordi Serra, que vive en esa zona, señala que desde hace dos años y medio no veía allí «un curso de agua natural». Serra explica que, «por tradición oral, se sabe que cada año circulaba por ese cauce». El fondo pétreo de sa Font de Paredada tenía ayer un par de palmos de agua. Serra confía en que «durante las próximas semanas vaya rellenándose, pues el agua subterránea emerge lentamente». «De siete a10 días después de las grandes lluvias» recupera su esplendor. «Pero luego se vuelve a secar».

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