No ha sido un buen año para la apicultura, advierte Vicent Marí, presidente de la Associació de Apicultors de Ibiza. Al contrario: «Ha sido malo, muy malo, incluso peor que el 2020. El peor que conozco de la última década». Y la razón está en la extremada sequía: «Hubo una enorme mortandad de abejas, lo cual provocó una descenso brutal de la producción», que estima en un 30%.
La escasez de agua comenzó tras las leves lluvias de la primavera : «Luego empezó el calor. Las abejas se debilitaron y, encima, no había apenas flores, lo cual facilitó la entrada del parásito varroa… Las abejas no tuvieron más remedio que comerse la miel que habían producido para poder sobrevivir». Marí estima que la mortandad de las abejas ascendió al 254 %. Es decir, murió una de cada cuatro.