Diario de Ibiza

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Ana Bernal Triviño
Ana Bernal Triviño Periodista y escritora

«Las mujeres de Lorca verían hoy que la historia no ha cambiado tanto»

Ana Bernal Triviño ha presentado esta semana ‘Las mujeres de Federico’, su primera novela, ilustrada por Lady Desidia, en la que trae al siglo XXI a las protagonistas de Lorca

Ana Bernal Triviño, esta semana, con su novela 'Las mujeres de Federico'.

Doña Rosita la soltera, la mujer a la que Federico García Lorca imaginó esperando toda la vida a su prometido, escribe una carta a todas sus hermanas de padre (Yerma, La Novia, Bernarda Alba y todas las mujeres encerradas en su casa, La Zapatera, Belisa) para reunirse en la casa de veraneo de la familia del autor, en la Huerta de San Vicente, para hablar con él y pedirle cuentas sobre las vidas crudas y desgraciadas que ideó para ellas. Ése es el punto de partida de ‘Las mujeres de Federico’, la primera novela de la periodista experta en violencia machista Ana Bernal Triviño. El libro, ilustrado por Lady Desidia y editado por Lunwerg, se ha presentado esta semana en Madrid. Habrá segunda parte. Y, seguramente, obra de teatro. Paz Vega ya ha puesto voz y carne a esa carta de Doña Rosita.

¿En qué momento las mujeres del universo de Federico García Lorca le dicen que quieren hablar?

Esas mujeres llevan desde hace una barbaridad intentando hablar. Todos los años le escribo a Federico una carta en la prensa, llevo muchísimos años vinculada a él de una forma muy intensa. En mi familia lo sentimos como alguien muy cercano. Continuamente me he planteado esa reflexión: ¿Qué sería a día de hoy de esas mujeres? Cuando terminé el libro ‘No manipuléis el feminismo’ y durante mi trabajo diario iba pensando que sigo viendo un gran desconocimiento social de la historia de las mujeres. Creo que Federico tuvo la habilidad de retratar la historia de las mujeres de la mejor manera a través de la cultura y, además, consideré que ya era hora de cambiar el registro. Hay gente que no leerá un ensayo feminista, pero sí una novela. Las voces de estas mujeres retratan angustias vitales que siguen estando aquí a día de hoy. Además de llegar a otro tipo de público esta novela es una forma de reflexionar sobre las memoria de las mujeres en España y sobre la propia memoria de Federico.

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Ilustraciones de Lady Desidia Lady Desidia

Esas mujeres, en un momento de la novela, culpan al escritor por la vida que les asignó en sus obras, pero una salta para decir que se limitó a retratar la vida que llevaban.

Ellas llegan a esa casa con una demanda como de «¡Federico, qué has hecho con mi vida!» y al final se van dando cuenta de que escribió así sus historias porque las vidas reales de las mujeres eran así. Son conscientes de eso hablando entre ellas, porque hasta ese momento viven aisladas en sus obras, nunca han hablado con otras mujeres. Es la primera vez que lo hacen. Para escribir sobre Bernarda Alba o La Novia, por ejemplo, se basó en mujeres reales. Rosita la Soltera es un personaje basado en una prima suya. Las mujeres no dejaban de inspirarle, lo hacían constantemente y, como era una persona muy vinculada a denunciar desigualdades, empatizó con esa parte de las mujeres que estaban arrinconadas en la sociedad. Y que, lamentablemente, sigue estando. Su vida es limitada en su obra pero porque la propia historia de las mujeres lo era. Federico no tenía más forma de reflejar su realidad que la que era.

¿Por qué escoge a Rosita para llevar las riendas de ese encuentro?

Creo que porque Doña Rosita es un personaje de la literatura de Federico que está más olvidada que protagonistas como Bernarda, Yerma o La Novia. Quería convertir a Rosita en un pilar porque es uno de esos personajes olvidados de la literatura de Federico, no se interpreta al nivel de otros de sus personajes, de tragedias. Pero es que la vida de Rosita también es una tragedia. Vive el estigma de una mujer soltera, de hecho se sigue usando «solterona» como un insulto. Luego está el concepto de la espera, eso las unía a todas y es muy representativa, la mujer que espera eternamente que algo cambie. Todas están atravesadas por ese objetivo: esperar a que algo sucediera, que se arreglara su vida, que sus muros cayeran... Pero sin saber cómo hacerlo. Por eso pensé que era el pilar en el que se podía sustentar toda la historia. Es una persona que se preocupa por que los demás no vieran lo que estaba sufriendo, algo muy representativo también de muchas mujeres. Bernarda o La Novia expresan el dolor acompañadas de muerte y parece que porque la historia de Rosita no vaya vinculada a una muerte es menos trágica. Al final su vida caduca en una espera. He volcado mucho de mí en ella.

Bernarda Alba con sus hijas. Lady Desidia

¿Sigue habiendo Yermas, Bernardas, Novias, Rositas...?

Sí, no hemos cambiado tanto. Es cierto que esas mujeres de Federico se encuentran ahora con que han cambiado las cosas, las mujeres han conseguido derechos, pueden separarse, conducir un coche y abrir una cuenta en un banco. Pero, al final, cuando estás en contacto directo con las víctimas te das cuenta de que hay unos patrones de base, incorporados, que son los del silencio y la culpa. Y eso me da la sensación de que por muchos siglos que pasen lo vamos a seguir arrastrando. Seguirán existiendo las Adelas, Bernardas, Yermas, Novias y Rositas. Cada una ofrece un espectro de lo que presentaba Federico de temas universales: lo que es ser soltera, casarte, ser madre o no serlo, el deseo... Cada mujer representa un tema y son asuntos que a día de hoy seguimos debatiendo entre nosotras.

Hay un momento muy significativo en la novela. Algunas plantean con quién hablarán si no se presenta el autor y Rosita responde, muy convencida, que entre ellas mismas.

Sí, Doña Rosita, con las conversaciones que mantienen entre todas, va madurando que si Federico no les cambia la vida se la pueden cambiar ellas. Es una apertura de mente, un decir «vamos a intentarlo, ahora que estamos juntas aquí». Ella es la primera en franquear ese silencio que tienen miedo de romper con la carta, invitándolas a todas. Poco a poco van compartiendo toda la mochila de dolor y angustia que cargan y se sienten representadas en las otras, ven que lo que ellas han pasado no es único. Eso de «si Federico no viene, hablemos entre nosotras» es lo que pasa cuando las mujeres entramos en contacto unas con otras y formamos una red y un sostén.

¿Qué diferencia hay entre las mujeres de Lorca y las mujeres de Federico escritas por Ana Bernal Triviño?

Básicamente, que ahora tienen otra vida. Yo hago la interpretación en función de lo que para mí es Federico y lo que para mí significa cada personaje. Para escribir esta historia y trasladarlas al día de hoy he tenido que hacer un ejercicio de empatía. ¿Qué pensarían ahora? También he intentado situarme en el momento en el que él las creó y empatizar con ellas. ¿Por qué Bernarda es así? ¿Por qué se comportaba así con sus hijas? Muchas veces nos juzgamos muy rápido entre nosotras y tenemos que reflexionar qué pasado arrastra cada una. Para intentar comprender la psicología de esos personajes he tenido que meterme en ellas: qué pensarían hoy, pero también en qué les sucedió más allá de lo que Federico contó, qué vivieron en su infancia y adolescencia para ser así en las obras de Federico.

La Novia. Lady Desidia

Bernarda, precisamente, tan dura, tiene un momento de bajón cuando se encuentra con Yerma.

Sí, me interesaba mucho el diálogo entre la no madre, que es Yerma, y la madre rechazada, Bernarda. Ver cómo al final el concepto de maternidad cambia completamente. Nadie considera a Bernarda un modelo de buena madre. ¿Qué es ser una buena madre? ¿Cómo se podía ser buena madre en la sociedad de la época, en la que una hija soltera era una deshonra? Bernarda era una viuda con una situación económica muy austera aunque por fuera pareciera muy boyante. Me interesaba mucho ese diálogo de la maternidad desde dos puntos tan diferentes y Bernarda, ahí, se rompe. Tiene que hacer ese viaje, desmontarse, deshacerse de esa coraza que no es más que una armadura que ella se crea para poder sobrevivir en su entorno. Cuando habla con Yerma, y conforme sigue avanzando la novela, hay otras situaciones en las que tiene que mostrar que no es sólo esa imagen que se traslada en la novela de Federico, que hay una parte humana en ella que ella misma bloquea.

Poncia dice que las mujeres tienen pocas opciones de sobrevivir y Rosita le responde que quizás ahora sería diferente.

Sí, Rosita es la que pone siempre el punto de inflexión optimista. En la obra de Federico siempre piensa que habrá otra carta, que sucederá algo, confía hasta que acaba con ese monólogo en el que confiesa todo lo que siente. Ella, en la novela, es consciente de que hay situaciones que han cambiado. Malo sería que no fuera así. Pero al final, desde el exterior, te das cuenta de que hay cosas que siguen sucediendo y, además, que todo lo que hemos conseguido se puede destrozar de forma muy rápida. De ahí esa reflexión. Las mujeres tenemos otras formas de sobrevivir, pero pagamos un precio muy caro por ello. Tenemos que compaginar trabajo con cuidados y trabajamos, pero en situaciones más precarias que los hombres. Hemos avanzado, pero con la misma calidad que ellos no.

¿Ha pensado qué diría Federico si leyera su novela?

No quiero pensarlo. Le respeto muchísimo y no sé qué pensaría si leyera la novela. Supongo que una persona que ha sido fusilada, asesinada, cogería con cariño cualquier acto que cualquier persona haga con admiración, rememorando las voces que dejó, porque mataron su voz pero sus personajes siguen hablando por él. Creo que interpretaría cualquier acto para que no se le olvide como algo justo, porque lo que a él le sucedió fue una injusticia universal. Él se fue, pero su patrimonio queda y tenemos la obligación de que no se olvide nunca.

Belisa. Lady Desidia

Es una novela muy teatrera. Muy fácil de llevar al teatro. ¿Se le ha pasado por la cabeza?

[Ríe] Cuando empecé la novela estaba muy vinculada con mi hermana de camino, Paz Vega. No pudo venir a la presentación del libro porque estaba en Nueva York, pero me envió una interpetación de la carta que envía Doña Rosita a las demás. Paz me ha acompañado desde la primera página, leyendo el libro, y siempre me decía: «Ana, aquí veo teatro». Y mi editor, igual. Creo que me ha salido muy natural esa forma porque el Federico que más adoro es el autor de teatro. Ésas son las obras que siempre he leído y releído. Me han llegado otros comentarios del mismo estilo y sí que hay interés en que la novela se lleve a las tablas.

Nos acercamos al 25N, ¿qué dirían estas mujeres si vieran la situación en la que estamos con la violencia machista?

Supongo que habría algunas que, a lo largo de la novela, cuando empiezan un proceso de catarsis y liberación, se darían cuenta de que la historia no ha cambiado tanto. De que sus voces siguen siendo necesarias porque con ellas se trataba un dolor que para gran parte de la sociedad sigue siendo, aún hoy, invisible. Son como las portavoces de esas historias de violencia y supongo que alguna de ellas, las que salen de la novela más empoderadas, con más fortaleza, irían a la manifestación. O publicarían algo en Twitter, Instagram o donde fuera. Pertenecerían a redes y asociaciones, porque una vez que has roto el silencio, y todas en el libro encuentran su propia voz, sería muy difícil callarlas. Es lo que nos pasa a todas las mujeres cuando nos atraviesa el feminismo.

La Zapatera Lady Desidia

En las primeras páginas parece que les cuesta hablar y luego no hay quien las calle. Les falta servirse un cubata.

Se revolucionan. El cubata... Lo mismo se lo sirven en la parte dos.

¿Habrá parte dos?

Sí, habrá una continuación del libro y lo mismo ahí ponemos una escenita de cubata.

Sólo le falta hacerlas punkies.

Tanto no, pero algún vinito de alegría y algún brindis seguro que cae.

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