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12 pisos para policías en el corazón de sa Penya en Ibiza

Los nuevos inquilinos pagarán un alquiler simbólico

Los concejales Pep Tur y Jose Luis Rodríguez observan el interior de uno de los pisos rehabilitados. | VICENT MARÍ

La famosa manzana UA-27 entre las calles Alt y Retir, el antiguo epicentro de la marginalidad en el barrio de sa Penya, ha cambiado de aspecto. Las antiguas 44 infraviviendas que ocupaban una larga manzana en el corazón del barrio, han sido sustituidas por doce pisos modernos, funcionales, y que en breve serán habitados por agentes del Cuerpo Nacional de Policía. Como es fácil imaginar, que sean precisamente policías los que vengan a vivir aquí, no es casualidad.

Aspecto actual de la calle Alt tras las obras. | VICENT MARÍ

«Con esto matamos dos pájaros de un tiro», comentó ayer el alcalde de Ibiza, Rafa Ruiz, durante la presentación de estos nuevos pisos a los medios de comunicación: «Por un lado, facilitamos que unos funcionarios puedan acceder a una vivienda digna a un precio módico. Estos agentes cobran aquí casi lo mismo que en Segovia, por ejemplo, pero el precio de la vivienda no es el mismo. Y por otro lado, en este espacio hay algunos vecinos que no respetan las normas y quizás, antes de hacer según qué cosas, se lo pensarán dos veces si ven a un policía».

La comitiva se dirige hacia la manzana UA-27. | VICENT MARÍ

Más claro, el agua. Se busca que la presencia de los nuevos vecinos tenga un efecto disuasorio, pero el deseo es que la manzana de pisos de policías no sea una fortaleza sitiada en un entorno hostil, una especie de Fort Apache. Desde el Ayuntamiento de Ibiza se admite que la situación en sa Penya se ha apaciguado, que las familias más conflictivas abandonaron el barrio cuando se produjo el desalojo de la manzana en el año 2016, y que aunque en la zona persisten las infraviviendas, su número se ha reducido considerablemente. Otro problema persistente es el menudeo de droga. A pocos metros de las casas donde pronto vivirán los policías, hay varios puntos de venta de cocaína y heroína.

Las viviendas tienen diferentes niveles y mucha luz natural. | VICENT MARÍ

Soluciones al barrio

La solución al problema no solo es policial -nunca lo es-, sino que tiene muchas más patas. Así lo asegura el concejal de este barrio, Pep Tur, quien considera que además de «las casas y los policías», la solución debe pasar por un «intenso trabajo social».

Respecto a este último, destaca la labor que se realiza en el Centro Social sa Miranda, el seguimiento que se hace de los menores del barrio y el servicio despertador a los más pequeños. Arquitectónicamente, Tur destaca la recuperación de los antiguos callejones interiores que atravesaban y comunicaban el barrio, como el que une la calle Fosc y la plaza de sa Drassaneta, y que habían sido tapiados, además de las obras que se realizan en las calles Alt y Retir para soterrar las canalizaciones y el cableado eléctrico, y de mejora de la pavimentación.

«Queremos que sa Penya vuelva a ser una parte de la ciudad. Hasta ahora era un barrio escindido del resto, y esto lo estamos revirtiendo. Pero nada de esto tiene sentido sin una recuperación social», explica el concejal. Una idea que también repite el alcalde: «Queremos que nuestros hijos puedan pasar por este barrio, algo que nosotros no pudimos hacer».

Un trabajo fino

Las obras de rehabilitación de las infraviviendas han sido un auténtico encaje de bolillos. La manzana está incluida en el Pepri (Plan Especial de Protección y Reforma Interior) al formar parte del casco antiguo, y eso ha condicionado el trabajo de los técnicos: se ha tenido que preservar la volumetría y la fachada, mantener la estructura y los elementos interiores de la arquitectura tradicional y eliminar todos los elementos modernos ‘parasitarios’ que se habían añadido con posterioridad.

«Se ha pasado de 44 infraviviendas a 12. Nos hemos tenido que adaptar a la especial morfología de cada vivienda, y el resultado es que no hay dos pisos iguales. Cada uno es distinto. Ha sido un auténtico rompecabezas. El resultado es una maravilla», comenta orgullosa Laura Añibarro, técnica de Urbanismo del Ayuntamiento.

Efectivamente, no hay dos pisos iguales. Todos ellos tienen dos o tres niveles diferentes, las habitaciones adoptan formas de prisma y tienen distintas alturas para adaptarse al endiablado entramado original. Las diferentes habitaciones se han encajado como en un complejo tetris pero el resultado es muy satisfactorio. Las viviendas son de una o dos habitaciones, tiene una superficie de entre 45 y 75 metros cuadrados, y todas disfrutan de luz natural, cocina de vitrocerámica, acabados de calidad, y una terraza con vistas magníficas sobre el puerto. Los policías que se instalen aquí pagarán un alquiler simbólico, y prácticamente solo deberán hacerse cargo de los gastos de luz y agua.

La inversión es de 1,9 millones de euros, a lo que hay que añadir los 690.000 euros en las obras de remodelación de las calles Alt y Retir. A la presentación de los pisos acudieron representantes de las instituciones que forman parte del Consorcio Patrimonio de la Humanidad y que han contribuido a financiar el proyecto: el conseller de Vivienda, Josep Marí Agustinet, en representación del Govern balear; la consellera insular de Cultura, Sara Ramon, representando al Consell de Ibiza; además del alcalde, Rafa Ruiz. Todos ellos manifestaron su satisfacción por el trabajo realizado, y la importancia de la colaboración entre las instituciones para desarrollar proyectos como este.

«Esto va en serio»

Delante de las viviendas rehabilitadas, en la calle Alt, están todas las casas de la acera de enfrente, ahora segregadas por una valla metálica. Algunas de ellas amenazan ruina y, sin duda, todavía hay vecinos que viven en unas condiciones insalubres. Muchas de estas casas están okupadas, ya que sus propietarios se han desentendido de ellas. Desde el Ayuntamiento de Ibiza albergan la convicción de que este proceso se va a revertir.

OBRA COMPLEJA

Las 44 infraviviendas se han convertido en 12 pisos con todas las comodidades

El edificio se encuentra en el casco antiguo, con lo que las obras han tenido que respetar las fachadas y la volumetría original, así como la estructura de las casas.

«Muchos propietarios no se animan a invertir porque están a la espera de lo que iba a suceder en esta manzana», explica el concejal Pep Tur: «Cuando vean que vamos en serio, ellos también se van a animar. Aspiramos a que, una vez reformado este bloque, el proceso de cambio se irradie hacia el resto de sa Penya». Tur repite con insistencia una frase: «Los vecinos ven que esto va en serio», pero advierte de que la solución en sa Penya es un camino largo: «Esto no es un trabajo de tres años sino que es a largo plazo, de varias legislaturas. Hay que avanzar y hoy damos un paso más, pero esto no se para aquí».

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