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Comercio

El calor reduce la afluencia al mercadillo de Sant Jordi en Ibiza

El mercadillo de Sant Jordi no pasa este verano por su mejor momento, y no a consecuencia de la pandemia, sino por el calor | Muchos de los vendedores afirman que los clientes se van antes de terminar el recorrido porque no hay «ni una sombra»

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Mercadillo de Sant Jordi en Ibiza Toni Escobar

Situado en el hipódromo, el mercadillo de Sant Jordi se caracteriza por vender ropa de segunda mano y de ocasión. Una de sus peculiaridades es que atrae tanto a turistas como a residentes de la isla, y es uno de los pocos mercadillos que abre todos los domingos, también en invierno, desde 1995. Se pueden encontrar paraditas de ropa, de segunda mano, complementos y hasta libros.

«¡Uf, que calor!». «Nos vamos a ir porque aquí no se puede estar». Son las dos frases que más se escuchaban ayer por la mañana en el mercadillo de Sant Jordi. Situado en la salida del pueblo hacia ses Salines y Platja d’en Bossa, en el hipódromo, se caracteriza por vender objetos de segunda mano y ocasión. Una de sus peculiaridades, durante el verano, es que se convierte en un espacio donde se reúnen tanto ibicencos como turistas. Se trata de uno de los pocos mercadillos de la isla que abre todos los sábados, también en invierno, desde 1995.

Los turistas llegan poco a poco a las instalacones.

Josefina Alonso es la encargada del mercadillo desde hace 16 años. «En verano siempre tenemos menos gente. Es verdad que vienen turistas, pero el mercadillo se nutre sobre todo de gente de la isla. En julio y agosto es muy complicado que los locales vengan porque muchos tienen trabajos de temporada y hace mucho calor. La gente isleña sabe cómo es venir en verano y prefiere esperar a que se vaya este bochorno para venir», afirma Alonso.

Los visitantes encuentran productos artesanales.

«Ni una sombra»

La realidad es que uno de los problemas principales que tiene el mercadillo es que no hay ni una sombra en todo el recinto. «Estamos acostumbrados a vender mucho menos en agosto por el calor. La gente viene y cuando ve que no hay ni un espacio con sombra, se va. Muchas veces no acaban todo el recorrido ni ven todos los puestos», explica Toni Tur junto a su puestecito de venta de productos de segunda mano como libros, ropa o juegos de mesa.

Una señora vende cada sábado libros de segunda mano en su puesto.

Maiki y su hija Mar son las dueñas de una de las tiendecitas de ropa, llamada Inspira Ibiza. Aseguran que el mercadillo ha ido evolucionando y que ha cambiado bastante en los últimos años. «Ha mejorado mucho la presencia. Yo llevo viniendo a vender aquí desde que se inauguró. Empezó como una especie de rastro donde sólo se vendían cosas de segunda mano. Ahora hay más puestos artesanales y más productos hechos a mano. Nosotras hemos notado una mejoría no sólo en la calidad de lo que vendemos sino también en la clientela», relata Maiki tras agradecer que «ahora la gente empieza a valorar más los productos artesanales».

Los clientes pasean por las ‘calles’ del mercadillo. TONI ESCOBAR

Sobrevivir al covid

Josefina Alonso también defiende que la pandemia y el covid no les ha afectado especialmente. «Sin contar el confinamiento, nosotros como mucho hemos estado cerrados tres meses y medio. Pero desde el primer día que abrimos, el mercadillo funciona muy bien otra vez. Además, la gente respeta mucho las nuevas medidas de seguridad, todo el mundo va con las mascarillas», apunta.

«La verdad es que cuando pudimos reabrir después del covid tuvimos mucho éxito. Pero normalmente en verano es muy difícil verlo lleno, la gente prefiere estar en la playa o en sus casas», añade Mar.

«La gente viene y cuando ve que no hay ni un solo espacio con sombra, se va»

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Si en algo coinciden todos los vendedores es en que la clientela más importante que tiene el mercadillo son los residentes. Carmen, una mujer que vende productos hechos con macramé (Macramé Ibiza Mía) reconoce que en verano venden muy poco en comparación al invierno. «En verano también tenemos más competencia, hay más mercadillos. Este mercadillo funciona con la gente local. Ahora, estos no vienen», confirma Carmen.

Turistas y residentes abandonan el recinto acalorados. «Es muy original, no tiene nada que ver con los demás de la isla, nos ha gustado bastante, pero hace mucho calor», se queja Pep Egea, un turista valenciano.

Mariana Estevao y Michel Fernández, dos residentes de la isla que visitan el mercadillo asiduamente, indican que lo han notado bastante vacío, pero coinciden en que es por culpa del calor. «En verano, en Ibiza y con el calor, hay que tener valor para ir a un mercadillo», señala Fernández.

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