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Entrevista Esther Serra Giménez Enfermera

Esther Serra Giménez, enfermera en Ibiza: «Este año se ha hablado de la muerte, pero con distancia o desde el morbo»

La enfermera ofrece un taller gratuito sobre la muerte a partir del lunes en el centro de salud de Can Misses

La enfermera Esther Serra,en el centro de salud de Can Misses. Toni Escobar

El próximo lunes, Esther Serra Giménez inicia el taller ‘Hablemos de la muerte’, parada final del máster en cuidados paliativos que ha cursado esta enfermera que, además, es una de las clowns de Sonrisa Médica en Ibiza.

‘Para tener más conciencia de la vida, hablemos de la muerte’, Ése es el título del taller que impartirá a partir de la semana que viene Esther Serra, enfermera del Área de Salud pitiusa que está acabando un máster en cuidados paliativos y que, además, forma parte del equipo de clowns de Sonrisa Médica. Son cuatro sesiones (2, 6, 9 y 13 de agosto), de diez a doce de la mañana, en el centro de salud de Can Misses. Está abierto a todos los usuarios de este ambulatorio. «¡Que se apunten!», anima la enfermera, que señala que para ello sólo deben enviar un mensaje de whatsapp al 679474658.

¿De dónde surge este taller para hablar de la muerte?

Este taller nace de una motivación personal y profesional y está enmarcado en el contexto de mi trabajo de final de máster, en cuidados paliativos que he hecho en Barcelona. Es una intervención educativa en un centro de Atención Primaria. Estaba entre Vila y Can Misses, pero como acababan de estrenar instalaciones y estaban animados y con ganas, muy frescos, pues escogí Can Misses. Además, se lo propuse y me contestaron muy animados.

¿Quién puede apuntarse?

A ver, es una intervención doble. Ya hice una sesión dirigida a profesionales del centro, pero luego quiero centrarme en la población porque los profesionales tenemos nuestras vías de formación, pero ahora mismo con la presión asistencial que hay no los quería sobrecargar. Además, creo que las cosas funcionan mejor si empoderas a la población. Con estas dos vertientes, sanitarios y población, estará más completo y todo tendrá más sentido. Será como un estudio piloto que, si funciona, la idea es exportarlo a los demás centros de salud. Me encantaría. Este taller va dedicado a cualquier persona con mayoría de edad sanitaria, a partir de los 16 años, y adscritos al centro de salud de Can Misses.

¿Tiene que ser gente que haya atravesado o esté atravesando una situación delicada por una muerte?

No, no, en absoluto. Quien no haya pasado por una experiencia relacionada con la muerte, la pasará. De tener relación con la muerte es algo de lo que no nos escapamos ninguno. A lo largo de nuestra vida la tendremos en varias ocasiones. Nuestra propia muerte, por supuesto, pero también tendremos pérdidas. Es inevitable. Parece que es algo que siempre les pasa a los demás, pero precisamente por esto creo que es importante que hablemos de ella.

¿Hablamos poco de la muerte?

Muy poco. Y, paradójicamente, se habla también poco de ella en el ámbito sanitario. O se habla de una forma que compromete poco. Como en tercera persona, con distancia... Hablamos poco de nuestra propia muerte. Es verdad que este año, precisamente, a nivel global, sí que se ha hablado bastante, pero con distancia. Y hay momentos en los que se banaliza o se habla de ella desde el morbo. Y eso son también evasivas. No estás hablando desde una implicación propia, una reflexión. Esto cuesta mucho. Hay una iniciativa que he empezado con otros compañeros hace una semana, death cafés, online. Es un movimiento global que surgió hace años en Inglaterra y son tertulias, conversaciones alrededor de la muerte. Abiertas. Nosotros las hemos querido hacer específicas para sanitarios, precisamente por la paradoja de que convivimos con ella continuamente de una forma muy directa y al mismo tiempo es muy tabú entre nosotros.

¿Por qué es tan tabú?

Fundamentalmente porque da miedo. Y en nuestra cultura tenemos tendencia a evitar aquello que nos da miedo. La podemos evitar temporalmente, pero en algún momento nos enfrentaremos a ella y provoca mucho sufrimiento sin una reflexión previa. Nos enfrenta a nuestra vulnerabilidad y genera incomodidad.

Esto es más de la cultura occidental que de otras, ¿no?

Totalmente. La visión que tenemos socialmente es que somos eternos y eso no hace más que alejarnos de la realidad. Al mismo tiempo es ponerle una etiqueta muy negativa cuando no tiene por qué ser así. Es un proceso vital, forma parte de la vida, es fisiológico y se tendría que poder normalizar. Ni romantizarla ni demonizarla.

¿Cómo funcionarán los talleres? ¿Cuál será la dinámica?

Lo he establecido con cuatro sesiones. Mi idea es que es un tema tabú, del que no se habla y por experiencia sé que cuando empiezas a hablar de la muerte a nivel energético no es fácil ese momento. No quería que fueran muy extensas ni muy seguidas en el tiempo para que haya una espacio en el que los asistentes puedan no sólo reflexionar ellos mismos, sino también trabajar con su entorno inmediato. La idea es generar esta pedagogía social empezando por uno mismo. Quiero que la gente que haga esa reflexión se sienta apoyada por el grupo. Que haya confianza, que puedan mirarse en el otro y pensar que no somos tan diferentes. Habrá muchas dinámicas grupales. También explicaremos conceptos como el documento de voluntades anticipadas, el testamento vital... Hay un poco de lío y la gente debe estar bien informada.

Precisamente en el subtítulo del curso habla de la toma de decisiones anticipadas a la muerte «con la intención de vivir más plenamente la vida».

Tenemos la costumbre de planificarlo absolutamente todo, cuando absolutamente todo es incierto, y lo único que estamos seguros que pasará, que es la muerte, no la planificamos. Evidentemente no sabemos qué día será ni cómo, pero hay cosas que se pueden tener en cuenta y que en la medida en la que controlemos las situaciones que nos dan miedo, como la muerte, ese miedo disminuye. Y nos libera mucho. No tiene sentido el silencio absoluto sobre la muerte en casa si, por ejemplo, tengo una enfermedad y que cuando pase algo esa familia se encuentre indefensa y estresadísima porque tiene que tomar unas decisiones y no sabe ni cómo hacerlo ni qué hubiera querido esa persona. Es un sufrimiento innecesario. Anticipar las cosas alivia las cargas y estrés a los familiares.

A veces comentas algo de esto a tu familia y no quieren escuchar.

Exacto. Agobia mucho. Nos encontramos muchas veces en los death cafés con que la gente necesita hablar de ella y no encuentran a nadie. Estos espacios son para eso. Es como los planes de parto, que ahora están muy normalizados. Cuando vas a parir no es el momento de decidir o plantearte cosas. Si surge algo inesperado, claro, pero no es el momento de dialogar o discutir. Muchas cosas se planifican antes, pues lo mismo con la muerte. Hay un sufrimiento que es inherente a la pérdida, que en función de lo que tengamos reflexionado será menor, pero hay mucho sufrimiento añadido que se puede aliviar.

¿Hablar de la muerte es evitar los duelos patológicos?

Claro que sí. Todo lo que sea comunicación, expresión, confrontar miedos, nos libera. Descomprime y evita que un duelo, que siempre lo habrá, pueda ser patológico y muy traumático. El miedo, el silencio, las emociones, las sensaciones... Hay que hablar.

Nuestros abuelos hablan con más facilidad de la muerte. Hay quien dirá que es porque están más cerca de ella, pero no sé si tiene algo que ver el hecho de que su generación la tuvo mucho más presente.

Creo que se debe a las dos cosas. Muchas veces ves que personas que se están muriendo, aunque sea muy acelerado, de forma natural hacen el proceso de aceptación. Pero la familia no, no va a la par. Porque no se ha hablado abiertamente de este tema. Se plantean un escenario que ya no es el ideal para eso. Está muy cargado de tensión y estrés. La gente mayor lo tiene mucho más aceptado. Enric Benito, uno de los grandes en cuidados paliativos, oncólogo jubilado, dice que la muerte está bien organizada y siempre sale bien. Creo que de forma natural y fisiológica nos vamos preparando para esto. Si dejamos que la naturaleza actúe, como en un parto. Hay tantos paralelismos queda escalofríos. Nuestra sociedad, con este concepto ilusorio de la eternidad, va tan a la contra de este proceso natural que luchar contra eso sí que se hace complicado. Pero la cabeza lo va procesando, por eso creo que los mayors lo tienen más procesado que nosotros.

¿Es recomendable el taller para alguien que en estos momentos lo esté pasando mal por una muerte?

Al ser un grupo abierto habrá gente que esté viviendo diferentes momentos. No es un grupo terapéutico, pero si alguien en esa situación se acerca será bienvenido y se sentirá cómodo porque no hablaremos de la muerte como algo romántico y alejado de la realidad, pero tampoco como algo oscuro y tétrico. La idea es ponerle luz. Está abierto a todo el mundo porque la muerte es algo que nos iguala a todos.

¿De dónde le viene a una clown de hospital la pulsión por los cuidados paliativos?

Aquí no soy Destrangis, soy Esther. Son dos facetas que pueden parecer contrapuestas pero que tienen mucho sentido. Lo que más me atrae de los paliativos es esta mirada humanística muy integral del paciente y la familia. Ésa es la mirada que tendría que impregnar toda la sanidad. En algún momento hemos perdido esa visión que, desde hace unos años, paliativos ha recuperado. De hecho, creo que paliativos debería liderar el cambio de paradigma en la atención sanitaria. Me gustan mucho porque se trabaja desde la vulnerabilidad. Y con ella. Como el paciente está muy vulnerable y frágil obliga al profesional a posicionarse en ese punto y eso supone un trabajo personal muy importante. Hay mucha verdad y autenticidad. Eso es lo que más me gusta.

¿Y donde queda la clown?

El clown trabaja desde esta vulnerabilidad. Hay un nexo que tiene mucha coherencia. Paliativos me llama desde pequeña y en concreto desde los 18 años, cuando tuve la primera pérdida, una muerte familiar. Cayó en mis manos un libro que para mí ha sido crucial que me abrió la cabeza de una forma bestial: ‘La muerte: un amanecer’, de Elisabeth Kübler-Ross. Ahí empecé a ver el camino que me ha traído hasta aquí.

Ha hecho una sesión para sanitarios. El objetivo de la mayoría imagino que es burlar a la muerte.

Sí, ése en un gran tema. En cierta forma, la muerte es un fracaso. Sobre todo en medicina, no tanto en enfermería. Por suerte no todo el mundo piensa así. Cuando te pones a trabajar, con los años te vas dando cuenta de que esto no es así. De hecho, en esta sesión, una persona dijo eso, que para ellos la muerte era un fracaso, pero también hubo personas que dijeron que no. Fue genial que saliera ese debate. Obviamente, ése es un pensamiento que está ahí, en algunas especialidades más que en otras. Es inevitable. Siempre queremos hacer y solucionar. Pero a veces esta solución y este hacer pasan por cosas que no contemplamos y que son estar y acompañar. Eso es hacer mucho. Cuando dicen que no se puede hacer nada más, en realidad hay mucho que hacer.

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