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Top manta

Ses Salines de Ibiza, un zoco de verano

Cada día decenas de vendedores ambulantes ofrecen su mercancía en la playa de ses Salines, una actividad ilegal que ocasiona pérdidas a los chiringuitos y tiendas de la zona. Los negocios piden más presencia policial, que hasta ahora es inapreciable

Es muy fácil detectar la venta ambulante en la zona.

El problema de la venta ambulante en la playa de ses Salines sigue siendo evidente, a pesar de que haya disminuido desde el inicio de la pandemia. Propietarios y trabajadores de los negocios de la zona aseguran que la presencia policial es mínima y que algunas de estas personas no solo ofrecen comida o pareos, sino también «sustancias estupefacientes». Suelen esconder lo que venden en las dunas de este parque natural.

La venta ambulante sigue siendo una constante en la playa de ses Salines a pesar de que haya disminuido ligeramente desde el inicio de la pandemia. Los trabajadores de los negocios de esta zona aseguran que la presencia policial es mínima y que el problema se reactiva desde el momento en el que los agentes se marchan. Algunos bañistas, en cambio, reconocen que compran a estos vendedores debido a los «precios prohibitivos de los chiringuitos».

Es muy fácil detectar la venta ambulante en la zona. Vicent Marí

«La venta ambulante supone alguna que otra pérdida para los negocios», explica Raquel Ferrer, dependienta en la tienda de ropa y complementos del Jockey Club Salinas. Cree que la solución al problema pasa por la concienciación de los bañistas, «aumentar el control en la entrada» y «obviamente, policía».

Uno de los vendedores ambulantes muestra sus pareos, este domingo en ses Salines. | VICENT MARÍ

Ferrer sabe que algunos vendedores ambulantes han sido multados, pero subraya que este verano solo ha visto efectivos policiales una vez en lo que va de temporada.

Las dependientas Raquel Ferrer y Alejandra Rodríguez. | TONI ESCANDELL

De todos modos, señala que la venta ambulante ha disminuido con el covid: «Ahora la gente es más reacia a tener contacto con otras personas, en la tienda los clientes se sienten más seguros, ya que todos llevamos la mascarilla», comenta Ferrer.

Oliver Lanzoni, propietario del Jockey Club. | TONI ESCANDELL

Esta trabajadora confirma que los vendedores ambulantes esconden sus productos en las dunas de este parque natural: pareos, pulseras, gafas, gorras, sombrillas, bocadillos, mojitos y un largo etcétera. Oliver Lanzoni, dueño del restaurante Jockey Club, asegura que también se venden sustancias estupefacientes en la playa: «Se vende mucha droga, si solo fueran pareos y toallas...». «Venden cocaína, pastillas, hachís, ...», lamenta Lanzoni, mientras algunos de los camareros asienten con la cabeza.

Oliver Lanzoni, dueño del Jockey Club, asegura que en ses Salines «se vende mucha droga»

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En cuanto a la posible solución para este problema, señala que «la policía no tiene efectivos suficientes»: «Es la misma monserga de cada verano», recuerda. Comenta que este año solo ha visto a los agentes de policía una vez al mes y no permanecen más de una hora en la playa: «Y cuando se van, los vendedores vuelven a los cinco minutos», recalca este propietario.

El paso de vendedores ambulantes en la playa de ses Salines es constante, al contrario que la presencia policial

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Lanzoni calcula que a causa del covid hay aproximadamente la mitad de vendedores ambulantes que antes en la playa, «pero eso no significa que sea un problema menor». Tanto es así que durante la elaboración de este reportaje este redactor observó a decenas de vendedores en poco más de una hora en el lugar, así como el almacenaje que hacen de sus productos, guardados en grandes bolsas, en las dunas de ses Salines.

«A veces les compramos algo»

En primera línea de playa, cerca de las 11 horas de este domingo, se encuentran Pilar y José María, dos hermanos de Granada. Ella vive en la isla y José María ha venido a visitarla. Ambos coinciden en que no les molesta la venta ambulante de alimentos o pareos: «Para mí esta playa es la mejor, y el verano pasado y este la venta ambulante se nota menos, supongo que por el covid, así que no ahora no se hace tan pesado», comenta Pilar.

Algunos bañistas señalan que comprar en negocios legales es caro, así que a veces lo hacen en el top manta

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Coincide con ella José María, al que no le molesta esta práctica: «A veces les compramos alguna cosa». «Algún pareo», añade Pilar, que explica que, como «los precios de los chiringuitos son prohibitivos», nunca consumen en ellos, por lo que la mayoría de ocasiones optan por traer bebida y comida de casa.

No muy lejos de ellos se encuenta Arantxa Aldalur, una turista de Gipuzkoa que pasa sus segundas vacaciones en Ibiza, esta vez con su marido y sus dos hijos, con los que comparte jornada playera: «No compro en el top manta, pero no me molestan los vendedores, entiendo su labor».

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