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Turismo | Alquiler ilegal

Celdas y tipis a precio de suite en Ibiza

La pandemia del coronavirus no ha frenado los alquileres turísticos ilegales incluidos en la categoría de «singulares» de Airbnb

En la plataforma sigue habiendo tipis, celdas, chozas, yurtas, tiendas de campaña e infraviviendas que no son precisamente baratas

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Tipis y celdas a precio de 'suite' en Ibiza Airbnb

Alojamientos «mágicos», en los que «sentir el puro ambiente relajante de Ibiza», con zonas ‘chill out’, casas colgantes y «baños funky» al aire libre. Espacios para gente «cool», «bellas almas» o «amantes del yoga y la naturaleza pura». Es como algunos venden en la principal plataforma de alquiler turístico alojamientos que, aunque la página coloca en la categoría de «singulares», son, en la mayoría de los casos, en realidad, infraviviendas. Tiendas de campaña, chozas, tipis, yurtas y hasta chabolas.

«Le llamamos la celda porque parece una». Esta anfitriona de Airbnb no se anda con rodeos a la hora de definir uno de los muchos alojamientos que ofrece en Airbnb en su finca de Sant Joan, muy cerca de Benirràs. Sólo hay que ver las fotografías para entender el nombre con el que este retiro de yoga ha bautizado el espacio como ‘The jail’: un espacio de apenas un par de metros cuadrados, de piedra, en el que sólo cabe una cama de 90 contra la que, según se ve en las fotos, casi choca la puerta al abrirse. «Originalmente la sala de calderas de la villa», comenta la anfitriona sobre este espacio que vende «para aquellos a los que no les importan los espacios pequeños, tienen un presupuesto limitado, pero quieren su propio espacio privado semi al aire libre».

Esto último lo dice porque sólo hay puerta con reja y un pareo. El concepto presupuesto limitado es un poco generoso. Porque ¿Cuánto cuesta dormir en esta minúscula celda con «derecho a uso de la ducha cercana», «aseo compartido» y por cuya puerta pasan constantemente los huéspedes de los otros alojamientos que se ofrecen en el jardín? La nada desdeñable cantidad de 104 euros la noche: 80 por el alojamiento y 24 por los «gastos de limpieza».

A muchos les debe parecer la bomba (ya saben, la magia de Ibiza y esas cosas) porque apenas quedan un par de noches libres en tan mazmórrico aposento, ubicado en la misma finca en la que hace dos veranos, tras las denuncias de este diario, el Ayuntamiento de Sant Joan retiró tiendas de campaña, hamacas colgadas de árboles y hasta un autobús viejo que se empleaban como alojamiento turístico.

Esos 104 euros por noche pueden aumentar en función de los «servicios» que se añadan: diez euros por un ventilador, ocho por el desayuno, diez por la comida, 25 por llegar o marcharse entre las once de la noche y la una de la madrugada, diez euros por llevar una mascota...

Tiendas de campaña

Cinco alojamientos a cual más rumboso (dos tiendas de campaña, un tipi, una casa en el árbol y una caravana) son los que ofrece Steeve en su perfil en Airbnb. Todos ellos están en mitad del campo, en algún punto indeterminado entre el Camí Vell de Sant Mateu y el de Cas Ramons. «Se proporcionará la ubicación exacta después de reservar», indica.

Cinco espacios por los que el día que están todos ocupados (y muchos los están) obtiene más de 150 euros. Más de 5.500 euros al mes sólo con que el lleno total se registre 20 días. Todos ellos comparten zonas comunes: una cocina al aire libre y un salón también abierto que, por las fotos, parecen ubicarse bajo una tarima de madera y que están rodeadas de piedras y escombros. En el caso de las tiendas de campaña (20 euros la noche) sólo necesita alquilarlas tres noches para compensar su coste, ya que se trata de los modelos más baratos de una franquicia deportiva.

Están en mitad del bosque y son vecinas del tipi y la casa del árbol, por los que pide 54,5 y 32 euros, incluyendo gastos de limpieza y tarifa de servicio. La choza india «incluye un chill out y una cama colgante». Son para verlos. El primero es un viejo sofá a la intemperie y la segunda, un colchón colgado de un árbol. De la «casa del árbol» no hay descripción, pero en las imágenes se intuye un chambao de cañas de bambú y telas.

Los tipis son legión en la oferta de Airbnb para este verano. Todos están ubicados en fincas con un alojamiento principal y en la mayoría de casos parecen una forma fácil de conseguir un dinero extra. Igual que ocurre con las yurtas y las tiendas de campaña. Quien llegue a casa de Alexander y Aethera, en la zona de s’Argamassa, pensará que la cabaña india es un espacio de juegos para los pequeños de la casa, pero no, es un alojamiento turístico ilegal empotrado junto a la piscina de su casa.

Si se quiere mosquitera hay que pedirla, la ducha no cuenta con agua caliente y el baño está al aire libre. A pesar de esto, el precio de la estancia (un mínimo de tres días) es de 123 euros por noche: 80 son del alojamiento, a los que se suman 25 por día por la limpieza y otros 18 cada jornada como «tarifa de servicio». Sólo tiene dos días libres en agosto.

El tipi es el más barato de los siete alojamientos que ofrece la pareja en esta parcela de Santa Eulària. Por ellos obtienen, con limpieza y gastos de tramitación, un total de 799 euros al día. En un verano, tres veces el sueldo mínimo interprofesional anual. Por cierto, que el tipi está pensado «para dos bellas almas». Abstenerse almas feas. O seres que no sean almas. Por favor.

La cabaña india de Belinda está en la zona de es Amunts, señala el mapa de la plataforma. Cuenta con «glamurosa mosquitera» así como con «baño ecológico funky y ducha al aire libre». Compartido, eso sí, con los huéspedes del resto de espacios que alquila. Está «bajo la sombra protectora de un algarrobo» y es «un sitio mágico para alojarse». Todo ello por el módico precio de 102 euros la noche y la obligación de pernoctar al menos cinco.

Yurta ‘deluxe’ y chabolas

Poco se puede decir de la yurta de Suzzanne. Bueno, o nada dice ella de su alojamiento con alma de cabaña mongola, ubicada en el municipio de Sant Joan. En las fotos el espacio, que se ofrece a 102 euros por noche, parece el más coqueto de los que pueblan la web.

Todo lo contrario que la choza, por no llamarla chabola, de Donn, que no es más que una sombrilla grande con cristales, puertas y bambú a los lados para que hagan de cerramiento. «Experiencia ibicenca de estilo antiguo», lo califica el anfitrión, que destaca que a esta finca a siete kilómetros de Vila, no llega la cobertura de móvil ni la electricidad de 220 voltios. «Para amantes del yoga y la naturaleza pura», señala el Donn, que cobra 66 euros por noche por este espacio, apenas dos euros menos que por otro alojamiento en la misma finca: una casa de piedra bastante destartalada en la que se ofrece una hora de wifi «de cortesía».

Hay quien instala todo tipo de chambaos en sus fincas y hay quien, directamente, realquila turísticamente a través de la plataforma caravanas y tiendas de campaña que ya tiene instaladas en un camping. Es lo que hace Marieke en Cala Marina, donde ofrece una caravana para cuatro personas y una tienda de campaña para dos. Asegura que en sus alojamientos se puede «sentir el puro ambiente relajante de Ibiza».La noche en la tienda cuesta 107 euros, a los que hay que sumar otros gastos diarios: cinco euros por la electricidad y tres por la wifi. En las fotos, cuesta distinguir la tienda de campaña, de la misma franquicia deportiva que las de Steeve, entre pareos, mosquiteras y la caravana que, pegada a la tienda, también ofrece Marieke. Con las mismas condiciones y servicios, aunque a un precio más elevado: 154 euros la noche dos personas o 236 si pernoctan cuatro.

La web asegura que todos estos anfitriones se han «comprometido a seguir el proceso de limpieza avanzada en cinco pasos de Airbnb» para evitar contagios de coronavirus. Es un mero compromiso. Nadie comprueba que esto sea así.

Las duchas de agua fría son un clásico de los alojamientos «singulares» que se ofrecen en la plataforma. Es lo que encontrarán quienes pernocten en la tienda de campaña de Petrus, en los alrededores de Sant Carles. El anfitrión pide que sus huéspedes sean «gente cool», «tranquila», a los que no les molesten los gallos cantando al amanecer y «de mente abierta». Son las condiciones necesarias para aprovechar, a 82 euros la noche, la «oportunidad de vivir Ibiza como lo hacían hace 30 años».

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