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9-julio-2020: 130 enfermos, 9-julio-2021: 3.407 enfermos

En el primer aniversario de la obligatoriedad de llevar mascarilla en la vía pública, Baleares ha multiplicado el número de contagios de la covid, por fortuna sin víctimas mortales

Decenas de personas esperando para vacunarse en el Recinto ferial de Eivissa. | VICENT MARÍ Vicent Marí

Este viernes ingresó en la UCI el Hospital Can Misses un nuevo paciente de coronavirus en estado crítico. Un año atrás, a principios de julio de 2020 surgían los primeros síntomas de intranquilidad sobre la fortuna de la desescalada. En concreto, el 9 de dicho mes había en Balears 130 casos activos o enfermos. Pues bien, el pasado viernes 9 de julio de 2021 ascendían a 3.407.

La segunda unidad de cuidados intermedios del hospital mallorquín de Son Espases ha sido acondicionada, y se temía que debiera entrar en funcionamiento a lo largo del presente fin de semana. En cuanto al ritmo de contagios, el 9 de julio de 2020 se registraba una incidencia acumulada de 4 nuevos casos por cada cien mil habitantes en dos semanas. El 9 de julio de 2021, el pasado viernes de nuevo, el dato se eleva a 244 en la misma escala.

Al margen de los índices hospitalarios concretos, también se ha reactivado en Baleare la puesta a punto de los respiradores artificiales. La fijación con el viernes 9 de julio tiene un sentido onomástico. Ese día se cumplió el primer aniversario de la obligatoriedad de utilizar la mascarilla en todos los espacios públicos de Baleares, con la sola excepción de playas y paseos marítimos, «porque allí corre el aire» en palabras de la consellera Patricia Gómez. Aquella prevención supuso el punto de partida de las restricciones más duras del planeta, según acabaría reconociendo el Govern. En ningún caso han ralentizado la explosión actual de contagios.

Las cifras moderadas de julio de 2020 no impidieron que primero los británicos y después los alemanes retiraran a sus turistas de Baleares antes de mediados de agosto. Por fortuna, el actual estallido de contagios cursa prácticamente sin defunciones. De hecho, 2021 no solo es un año con menos fallecimientos totales que 2020, sino por debajo de los mejores años en tasa de mortalidad.

Tanto el Govern como el sector turístico insisten en minimizar la importancia de los contagios disparados. En primer lugar, este comportamiento supone un desprecio explícito para tres millares de enfermos y sus contactos estrechos. No solo son víctimas de un virus, también de la aureola de pánico añadido que se tejió a su alrededor, con uniformes militares en el anuncio del estado de alarma.

Crece por primera vez el contingente de trabajadores sociosanitarios contagiados

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Además, hay estadísticas latentes que se han reactivado con la quinta ola. El número de profesionales sanitarios afectados se estabilizó por debajo de la decena, y se ha multiplicado en el vertiginoso viraje de junio a julio. Lo mismo ha ocurrido entre el personal de las residencias, donde hubo focos reacios a la vacunación. En Cataluña, a la vanguardia de la actual propagación recogiendo el testigo de Madrid en 2020, superan el medio centenar de geriátricos con covid.

Los principios de «prudencia» y de «precaución» han saltado por los aires, para apuntalar la temporada turística. Sin embargo, los principios precautorios eran a finales de mayo los factores aportados al Tribunal Superior para mantener el cierre nocturno de Baleares más allá del estado de alarma. Es curioso que en los informes del Govern se alertara sobre datos que a su juicio avizoraban una oleada, que se niega hoy con una incidencia agravada.

Desconcierto e ignorancia

Médicos de las islas que llevan dos años al frente de la lucha contra la pandemia confiesan humildes su desconcierto, ante el aluvión inesperado de contagios. A los políticos les cuesta más admitir la ignorancia. Por tanto, el tránsito del toque de queda a toda costa hacia el mantra de «convivir con el virus», que implica la rendición ante la pandemia y la aceptación de la inmunidad por contagio que se rechazaba como una aberración, transcurre junto a una fe casi religiosa en el poder de las vacunas.

Baleares sigue a la cola de la vacunación, solo empeorada por Canarias y con la mitad de 60 a 69 sin proteger

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A principios de 2021, pocos dirigentes sanitarios hubieran aceptado que Baleares tendría más de tres mil casos activos y centenares de contagios diarios, con un porcentaje de población totalmente vacunada que asciende al 45 por ciento. Y sobre todo, este porcentaje mantiene a la comunidad a la cola de la inmunización artificial, solo empeorada por Canarias. Ocho comunidades superan el listón del cincuenta por ciento, de acuerdo con los datos actualizados el pasado jueves por el ministerio de Sanidad.

Restricciones que inducen una sonrisa, como la prohibición de vender alcohol a partir de las diez de la noche, son además ridículas en una comunidad con tres aeropuertos abiertos de par en par. Como mínimo, la apuesta por una temporada independiente de los datos epidemiológicos debió revestirse de un afán mínimo por la vacunación.

En el tramo decisivo de los 60 a los 69 años, solo la mitad de los habitantes de Baleares han recibido la pauta completa, un 50,5 por ciento frente al 62 estatal. El supuesto adelanto en la inmunización de los jóvenes tampoco se refleja en los paneles, por debajo de la media estatal. La única baza de la temporada consiste en retirarle al virus el protagonismo concedido por quienes ahora lo minusvaloran.

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