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Entrevista Pepe Roselló y Adrián Rodríguez Promotores

Pepe Roselló y Adrián Rodríguez: «Sueños de Libertad y Space están hermanados por el romanticismo»

La marca de Pepe Roselló Space Beach Club formará parte del festival que dirige Adrián Rodríguez, una unión fundamental para que el evento, que se celebrará los próximos días 23 y 24 julio en el puerto de Ibiza, resurja con fuerza

Rodríguez y Roselló coinciden en la necesidad de que regresen los espectáculos en vivo. | ANA MARINA SANZ

La marca Space, a través de Space Beach Club, se ha vinculado en los últimos días a la organización del festival Sueños de Libertad, que tendrá lugar en el puerto de Ibiza el 23 y 24 de julio con Love of Lesbian como cabeza de cartel. El propietario de Space y el promotor de Sueños de Libertad dialogan en esta entrevista sobre el presente y el futuro de los eventos culturales.

Un día sonó el teléfono de Adrián Rodríguez y al otro lado estaba la voz entusiasta de Pepe Roselló. El creador de Space no se anduvo por las ramas: de alguna manera quería ser parte de Sueños de Libertad en el momento más complicado. Pese a que les separan varias generaciones, no les costó conectar. El respeto y la pasión que sienten por la música, la búsqueda compartida de la esencia mestiza y libre de la isla. Lo explicaron hace unos días, cuando se sentaron para hablar bajo la sombra de un porche sobre la colaboración que convierte a Space Beach Club en el principal apoyo privado de Sueños de Libertad. Un acuerdo que, en el futuro, podría ir más allá del festival y alumbrar nuevos proyectos culturales.

Adrián Rodríguez y Pepe Roselló durante la entrevista. | ANA MARINA SANZ

¿Cómo describiría la fantasía de la música, Pepe?

PR: Para mí la música siempre ha sido un elemento de unión. Está presente en todos los actos de la vida y marca el ritmo del corazón. Es capaz de acelerar el pulso. Mueve los biorritmos, encauzándolos en la sinfonía y en los tiempos de la vida. En las 88 teclas del piano están metidos todos los sonidos del universo. Yo bailo conmigo mismo media hora todas las mañanas antes de desayunar.

AR: La voz y el cuerpo son los instrumentos primarios.

PR: Siempre he oído decir en todos los grandes teatros a los que he tenido la suerte de acudir, y no hablo por esta [se señala la garganta y amaga una sonrisa], que es el instrumento más bello y maravilloso que existe. La voz humana. Por eso echo de menos las voces en la música, que se ha instrumentalizado mucho en los últimos tiempos.

¿La pasión por la música es fácil detectarla en gente mucho más joven? ¿Qué sintió la primera vez que habló de Sueños de Libertad con Adrián?

PR: Adrián es una persona muy sugestiva… y un poco misteriosa [risas]. Esconde un poquito una realidad que lleva dentro, y cuando se abre es transparente. Me gusta mucho cómo nos hemos comunicado, con mucha dignidad y respeto. Él siempre ha sido muy firme en sus conceptos y muy serio en sus afirmaciones.

Adrián, ¿qué supone que Pepe Roselló se convierta en un apoyo fundamental para el festival? Uno de sus primeros trabajos fue, precisamente, en Space.

AR: Fueron cinco años maravillosos. Los trabajadores formábamos una familia. Muchas cosas de mi manera de trabajar se las debo a Space. Pepe no se imagina el respeto que le tengo: ha hecho tanto por la isla, y sobre todo, lo hizo con el amor que le sigue poniendo a todos sus proyectos. Aunque me vea serio y misterioso, la gente de mi alrededor sabe que es un orgullo muy grande compartir nuestras inquietudes y maneras de ver la vida y la cultura, que una marca como Space Beach Club sea parte de esta edición Sueños de Libertad. Son un referente cultural en todo el mundo.

¿El mestizaje es el gran poder de la cultura?

PR: Quizás una de las grandes virtudes de Space Beach Club ha sido integrar a la gente independientemente de su color, raza, religión o ingresos económicos. Nos hemos frecuentado con un objetivo común: identificarnos con el mensaje de la cultura para que nadie quede excluido. Esa simbiosis es nuestro gran éxito, la participación de la gente de Eivissa imprime carácter identitario a la fiesta que compartiremos con nuestras almas gemelas, pasión y alegría.

¿La cultura gratuita, organizada por las instituciones para, en teoría, acercarla al ciudadano, adultera la realidad?

PR: Lo que se regala no vale. Tú puedes obsequiar a alguien con una sonrisa, un abrazo, amor o amistad, pero no con cosas materiales. Regalando compartes limosnas para conseguir un objetivo. Es peligroso.

AR: Un evento como Sueños de Libertad tiene un coste que comporta un desgaste enorme de gestión y de realización del mismo, pero nada comparable con la ilusión y la aventura que supone el planteamiento de este evento cultural, lúdico y apasionado para compartir con todos. Hay algo más. El valor real es el espíritu del evento, el proyecto que se crea, y ese beneficio repercute en la isla. Todo lo que hago es pensando que dentro de unos años dará sus frutos. Esa esencia es la que buscamos en Sueños de Libertad y es la que se vio durante muchos años en Space. Nos sentimos hermanados con todo lo que representáis porque también hemos apostado por el mestizaje desde los orígenes del festival. Reggae, rock, indie, funky, rumba, hip hop… Nos abrimos a tantos estilos porque es muy bonito ver cómo se mezclan personas de gustos y edades diferentes. Hablo del romanticismo, que estoy convencido de que es la fuente de tu eterna juventud, Pepe.

PR: Ahora que he cumplido setenta y pico largos [ríe] lo que hago es dedicarme a conectar con la gente y compartir experiencias y nuevas iniciativas que han nacido durante el tiempo que nos ha tenido esta pandemia quietos y callados. La vacuna es el paradigma de la solución, pero la ciencia no toma las decisiones.

AR: Las instituciones están implicadas, pero ninguna empresa ibicenca había apostado por nosotros hasta ahora. Que la primera persona en seis años que se adhiere y vincula con Sueños de Libertad seas tú, con la marca de Space Beach Club, es un orgullo muy grande. Es maravilloso unir nuestra historia a la vuestra para crecer de la mano. Sé que en el futuro haremos más cosas juntos porque entendemos la vida y el arte de la misma manera.

PR: Para nosotros es un honor vivir con vosotros este evento, y podernos presentar de nuevo en el puerto de Eivissa, el lugar del que la música no debió salir nunca. No será solamente devolver el pasado a la actualidad. Será un acto de complicidad. Habrá muchas cosas allí, ya verás. Vivimos un momento de profunda reflexión en Eivissa. El virus puede ser una limitación o una excusa tras la que esconderse, o ventanas abiertas a nuevas ideas, inspiración y expresión, a nivel cultural y, también, humano.

¿Cómo está la sociedad después de un año largo sin eventos culturales?

PR: Todo el mundo está buscando su oportunidad porque necesita trabajar. Los medios evolucionan y las redes sociales han sido muy útiles durante el período de aislamiento, pero las esencias no son transmisibles por teléfono. El alma de la música no se puede vaporizar a través de mensajes.

¿Qué ocurre cuando el medio absorbe al mensaje?

PR: Mira mi teléfono para que tengas constancia de cómo me muevo, y ya me cuesta mucho utilizarlo [señala un pequeño móvil sin conexión a internet]. Ahora hay una especie de intoxicación de los sentimientos. Recibimos tantos impactos a través de la tecnología que nos olvidamos de lo importante. Decíamos: la voz, el oído, el deleite de la mirada…

AR: El amor, la cercanía…

PR: Y todo el mundo respirando al unísono. Esa es la magia que hay que recuperar. Los sentimientos necesitan alimento. Aunque sea llorando.

AR: La magia está en el momento en el que entras al recinto y en el inicio del concierto. Como dice Pepe, el aura que se genera en los teatros y los cines no se puede transmitir de igual manera a través de una pantalla. Sin embargo, las nuevas generaciones lo tienen muy asimilado –y no me refiero a los quinceañeros sino a gente de veinticinco, treinta y más– y quizás les cueste más valorarlo. Da la sensación de que la cultura presencial y compartida se puede llegar a perder porque la tecnología avanza a diario. Ojalá no sea así. Por nuestra parte, trataremos de evitarlo. Porque, como decías, Pepe, es una cuestión de sentimiento.

¿El romanticismo es ser consciente de que vivir es una cuestión de paciencia y esfuerzo?

AR: Hoy en día nos falta curiosidad por descubrir y aprender. Hay pereza y falta de tiempo. Los propios fans de un artista son capaces de olvidar sus éxitos en apenas tres semanas. No sé si dentro de cincuenta años la música que triunfa ahora se seguirá escuchando, como pasa con las canciones de los Beatles, los Stones o Bob Marley. El gran paso que tenemos que dar en los eventos musicales y culturales es conectar esos dos públicos porque no podemos darle la espalda a lo que está ocurriendo ahora. Pero para eso necesitamos conciertos, festivales, eventos.

¿La resistencia de la cultura es no haberse quedado quieta cuando el mundo se detuvo?

AR: Si no llega a ser por los libros, las canciones y las películas, imagínate lo que hubiera hecho con nosotros el aburrimiento durante todo el tiempo que estuvimos encerrados. El problema es que tenemos tanta información –y tan rápida– hoy en día que no se aprecia la importancia que tuvo la cultura. Me da pena que se olvide muy rápido lo que hemos pasado cuando vuelva la normalidad. Es la sensación que tengo.

PR: Eppure si muove; y, sin embargo, se mueve, como dijo Galileo. Ahora creo que todo se está reorganizando en cierta manera y que la música está buscando sus cauces naturales para volver a explicar la vida, como siempre ha hecho. Los grandes creadores que acabas de mencionar empezaron en pequeños clubes. Tocaban para audiencias muy concretas. Fueron conectando cada vez con un público más amplio porque transgredieron, cruzaron líneas. Pero eso no es nuevo. Históricamente, las penalidades para que triunfe el arte han sido tremendas. Cuando se estrenó ‘La Traviata’, en la Venecia de mediados del siglo XIX, se produjo un gran escándalo: estaba muy mal visto que en aquella historia un noble rico se casara con una chica de vida fácil. Luego se convirtió en una de las grandes óperas de todos los tiempos.

¿Podríais escoger una canción que describiera vuestra vida?

PR: Depende del momento, pero yo tengo dos. ‘The Wall’, por ejemplo. Y la otra, ‘Imagine’. Y ‘Lágrimas negras', cantada por Bebo Valdés y El Cigala.

AR: No me podría quedar con una canción. Durante este año de pandemia ‘Georgy Porgy’, de Toto, ha sido una parte muy importante de mi día a día, pero también he vuelto a escuchar a bandas de mi infancia como Triana. Pero si tengo que pinchar una canción para terminar la entrevista, que suene ‘I Want You’, de Marvin Gaye.

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