La Policía Local de Ibiza informó ayer, a través de un comunicado, de la intervención por parte de sus agentes en un botellón durante la madrugada del jueves. Los hechos tuvieron lugar alrededor de las 2.30 horas en la plaza Julià Verdera, en el paseo de la playa de ses Figueretes.

Captura de pantalla de un vídeo del botellón. | DI

Tras recibir una llamada alertando de que un grupo de personas hacía ruido en la zona, una patrulla se desplazó hasta el lugar y comprobó que se estaba llevando a cabo un botellón. Los agentes procedieron a la identificación de los participantes e interpusieron un total de 11 denuncias por incumplimiento de las medidas de prevención frente al coronavirus.

Las sanciones interpuestas son consideradas de carácter leve, por lo que la multa puede ir desde los 100 hasta los 3.000 euros.

Por otra parte, una vecina denunció la participación de un numeroso grupo de jóvenes en otro botellón, este en la Marina de Ibiza, también durante la madrugada del jueves.

Una escena que, según denunció a este diario la mujer, que prefiere mantenerse en el anonimato, se ha repetido durante las últimas tres semanas, aproximadamente.

Mala imagen del barrio

Al parecer, se trataría de jóvenes sin mascarilla ni distancia de seguridad que, tras el cierre de los bares de la zona a las dos de madrugada, «continúan la fiesta en los alrededores y provocan las quejas de los vecinos».

La denunciante asegura que el ruido les impide descansar y, además, los jóvenes «dejan todo lleno de basura», lo que crea una mala imagen del barrio. Por este motivo, durante la noche de los hechos, la vecina decidió llamar a la Policía Nacional. Los agentes acudieron hasta la zona pero, según asegura la denunciante, no llegaron a intervenir en el botellón y fueron los mismos jóvenes los que se dispersaron al percatarse de la presencia policial.

Contrario a las declaraciones de la vecina de la Marina, desde la Policía Local de Ibiza informaron de que, esa misma noche, una patrulla se personó en la zona a las 0.45 horas, después de recibir la llamada de la vecina, y «constató que se trataba de gente que estaba en la puerta de un bar y no de un botellón».