Margalida Marí, que ya en 2015 fue premiada con la Medalla d’Or de Vila en reconocimiento a su labor docente, recibió ayer en su casa la carta de felicitación del presidente del Consell, Vicent Marí.
103 años dan para mucho, y Margalida decidió dedicar gran parte de ellos a la enseñanza. Curiosamente y pese a su afán pedagógico, la futura maestra, nacida en 1918, se crió en Can Xic des Guimó, en Sant Vicent de sa Cala, cuando aún no había escuela en la apartada y aislada localidad ibicenca. Margalida tenía que caminar de niña hasta Sant Joan para asistir al colegio. Algo más tarde ya se construyó una escuela en el pueblo y pudo asistir a clase en sa Cala. Fue precisamente una maestra de este colegio la que despertó el interés de la joven alumna por la docencia.
Así comienza la historia de Margalida Marí Torres, maestra de enseñanza primaria de Vila. Son sus hijos, Joan (69 años) y Nieves (71 años), quienes la cuentan y quienes reciben en su casa a los especiales invitados que hoy acuden a su cumpleaños -el número 103-, entre ellos la consellera de Bienestar Social, Carolina Escandell, y el director insular de la misma área, Santi Marí, quien le lee a Margalida la felicitación firmada por Vicent Marí, el presidente del Consell. Ya en 2015 la maestra recibió la Medalla d’Or de la ciudad en honor a su labor docente.
Pero la reconocida maestra fue primero alumna, y su vocación solo podía surgir de un referente. El ejemplo lo encontró en Pepita Busquets, profesora catalana de la escuela de sa Cala, la maestra mencionada al comienzo de esta historia, con quien marchó a estudiar el bachiller a Badalona, aunque hubo de volver a Ibiza justo antes de que comenzara la Guerra Civil. Más tarde ya pudo comenzar a estudiar las oposiciones, en Ibiza y en Palma.
Marí ha dado clases en Formentera, Sant Antoni o Sant Carles, pero donde más tiempo ha ejercido la docencia ha sido en Santa Gertrudis -fue la primera maestra de la escuela que tuvo continuidad, según su hijo Joan-, lo que en un principio le obligaba a acercarse a pie hasta Sant Joan, desde donde tomaba un autobús para acudir a su puesto de trabajo. Más tarde se casó -sus hijos calculan que contrajo matrimonio en 1947 o 1948- y, conforme a la tradición, se mudó a casa de su marido, que justamente vivía en Santa Gertrudis. La familia Marí Torres se estableció definitivamente en Ibiza cuando Margalida comenzó a enseñar en Sa Graduada, donde dio clases hasta su jubilación.
Sus hijos Nieves y Joan eran pequeños cuando se mudaron a Ibiza, hacia 1956 o 1957, estiman. A Nieves le llegó a dar clase durante su etapa de enseñanza en Santa Gertrudis. Preguntado por cómo es criarse con una madre profesora, Joan ríe. «Ha sido una mujer con un gran sentido de la responsabilidad. Siempre ha cuidado de nosotros y ha tenido un montón de carisma», no deja pasar por alto Joan. Margalida aún da buena muestra de su carácter. «No sé para que lo complicáis todo tanto», recrimina a sus hijos una vez ya se ha despedido la comitiva del homenaje.
