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La planta indispensable de los torrentes de Ibiza

La Associació de Majors de Sant Josep ha aprovechado los últimos meses del estado de alarma para rodar un documental sobre los usos tradicionales de las cañas, un material omnipresente en las tareas del campo y del mar y que era fundamental para la vida cotidiana. El trabajo, que forma parte del programa ‘Units pel nostre parlar’ del Ayuntamiento de Sant Josep, se estrenará en septiembre en Can Jeroni.

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Los usos de las cañas en los campos de Ibiza J.A. Riera / Surumbam Producciones

Toni Cardona enseña su colección de utensilios elaborados con cañas para poner de relieve la importancia que tenía este material en la vida cotidiana. Los va colocando junto al porche de Can Pujolet, la misma casa en la que nació y que calcula que tendrá más de 200 años. Tiene herramientas para el campo, instrumentos musicales, juguetes, todo tipo de cestas, artes de pesca, piezas para cerrar las barricas de vino, reclamos de caza o todo tipo de artículos indispensables para la vida autosuficiente en la Ibiza rural previa a la llegada del turismo. Todas ellas elaboradas con sus manos o con las de algún compañero de la Associació de Majors de Sant Josep.

Pero, además de esta colección etnográfica que acaba de improvisar, en Can Pujolet perviven diversas muestras de usos de las cañas aún actuales, más allá de los vestigios del pasado. Con ellas aún protege las higueras jóvenes, a las que rodea con casats, una cubierta formada con tallos unidos entre ellos, formando un cilindro.

«Cumple dos funciones. Las protege de los animales, porque a las cabras les gusta mucho pelar el tronco, pero también consigue que el plantón crezca erguido y, cuando asoma por la parte de arriba, ya empieza a sacar las hojas». Los casats solo se hacen con elementos naturales, sin alambres. «Puede quedarse en el tronco del árbol sin problema, porque es biodegradable. Luego se pudre y se mezcla con la tierra», destaca Toni Pujolet.

En su huerto también ha levantado alguna bardissa, barreras con cañas ligadas y entrecruzadas, sin apenas huecos entre ellas. Con ellas protege del viento a los cultivos que se encontraban más expuestos. Ahora muestra satisfecho unas tomateras y unos pimientos del padrón que crecen con fuerza, bien resguardados por la bardissa, pero a su vez encañadas para dirigir su crecimiento en vertical.

Tiempo de higos

Mientras atiende, Pujolet ofrece algunas figaflors (brevas) de temporada, que aún recoge con llecadores. Son unas pértigas para llegar a las ramas más altas de la higuera, con una pequeña cesta con un cordel para hacer caer y recoger el fruto. Tiene de dos tipos, una para los higos chumbos o las variedades más delicadas, como orioles o blanques, y otra con una cestilla más grande al final, donde pueden llegar a caber cuatro o cinco brevas.

«No buscamos realizar un documental para explicar qué artilugios son más antiguos o sobre la parte científica de las cañas, sino sobre su utilidad práctica, porque los pagesos las usaban prácticamente para todo», subraya. Pujolet es el presidente de la Associació de Majors de Sant Josep y, junto a sus compañeros de la directiva, es el tercer año que se embarcan en un proyecto para el programa ‘Units pel nostre parlar’, que promueve el Ayuntamiento de Sant Josep y coordina la y lingüista Meritxell Rius.

Imagen de la directiva de la Associació de Majors de Sant Josep | SURUMBAM

Con el patrocinio de este programa municipal, los mayores de Sant Josep el año pasado ya rodaron un documental junto a Surumbam Producciones, ‘Un tastet de paraules’, dedicado a recopilar léxico en desuso. «Ya tenía en mente llevar a cabo un trabajo para rescatar el significado que llegó a tener la caña de los torrentes en Ibiza, pero el año pasado no era posible durante el estado de alarma, porque requiere mucha recopilación de trabajo», recuerda Pujolet.

Un elemento indispensable

Las cañas eran útiles incluso sin necesidad de manipularlas. «Se usaban para mantener una margenada, un terraplén, porque hacen un entramado de raíces que aguantan la tierra y evitan que se la lleve la lluvia».

En verano, cuando escaseaba la hierba en el campo, servía para alimentar a los animals de preu, los bueyes o equinos para trabajar el campo. «Se decía fer verd (hacer verde), que era ir a recoger las hojas de las cañas, que luego se mezclaban con la paja para darles de comer», detalla.

«Eran tan indispensables que la gente que no las tenía a su abasto llegaba a arrendar terrenos junto a los torrentes para asegurarse que iba a tener cañas». En su caso, ahora puede recogerlas en un huerto cercano a la Font des Verger de la familia de su mujer. Pero, cuando era pequeño, en Can Pujolet podían contar con la generosidad de un vecino. «Él sí que tenía un terreno en el torrente y cada año nos dejaba ir a recoger unas cuantas si necesitábamos», recuerda.

Se recogen en invierno, desde enero hasta mediados de febrero, «cuando no tienen savia». «Entonces, duran una eternidad».

Él aprendió a manipularlas para fabricarse juguetes de pequeño, como ballestas para lanzar savinons, carracas o xeringues (pistolas de agua). Pero llegó a ver cómo algunos adultos conseguían el sustento gracias a ellas. «Tenía un vecino, Toni Margalit, que en la temporada de cañas se ganaba la vida en el torrente cortando palos para escobas, que luego se embarcaban para venderse fuera. Otra gente de es Verger también las hacían, además de las escobillas que se usaban para encalar».

Para la construcción

De hecho, también se usaban en los techos, donde se colocaban sobre las vigas para luego cubrirse con posidonia y arcilla. «En alguna casas payesas se pueden encontrar cañas en las paredes para separar habitaciones, que después se cubrían con mortero».

En Sant Josep, todavía se decora la iglesia con cañas para la fiesta del corpus. Sin embargo, al quedar relegadas de la vida cotidiana, ahora crecen de manera descontrolada y pueden suponer riesgo de inundaciones. «Antes se iban cortando y los torrentes estaban limpios y despejados, pero ahora hay algunos que están tan cubiertos que, si hay un diluvio, habrá un desastre», advierte.

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