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Náutica | Bahía de Portmany

Inicio de temporada «muy flojo» para las ‘golondrinas’ de Sant Antoni

Algunas empresas de embarcaciones turísticas deciden volver a navegar en la bahía tras un 2020 casi en blanco, pero sólo activan parte de sus respectivas flotas y plantillas y, de momento, no consiguen ocupaciones que superen el 25% del pasaje

Casetas de venta de billetes para excursiones y deportes acuáticos. | J.A.RIERA

De las 16 casetas de ventas de tiques para deportes acuáticos y travesías hasta islotes o hasta Formentera, sólo la mitad están abiertas, la mayoría desde hace pocos días. Y funcionan a medio gas. La negativa del Reino Unido a asignar a estas islas el semáforo verde golpea duramente a este sector, que está registrando un inicio de temporada «muy flojo»: la ocupación máxima de sus pasajes no supera el 25%.

Golondrinas amarradas al puerto de Sant Antoni. | J.A.RIERA

José Ribas, copropietario del ‘Maru’, no tiene claro cuándo se echará de nuevo al mar. En 2020 no trabajó con su golondrina, y este dependerá de si percibe un aumento de turistas los próximos días. De los cuatro trabajadores de su compañía (entre marineros y punto de venta), uno está en ERTE y otro, «a medias». Como la suya hay otra veintena de embarcaciones amarradas al dique y sin visos de que la mayoría navegue este verano. Todo dependerá de Boris Johnson. Por si finalmente se decide, prepara el ‘Maru’ para transportar hasta 50 pasajeros por la bahía, pero sólo lo hará si nota «un volumen importante de clientes», para lo cual advierte de que será preciso que abran más hoteles. Sólo el 10% de la planta está abierta.

Se queja, no obstante, de que la Administración «no lo pone fácil» al sector. Pone el ejemplo del dique de Port des Torrent, «el mejor de la bahía», que «un iluminado se cargó». Literalmente. El muelle, de hormigón, ya no existe. «El Ayuntamiento de Sant Josep dijo que lo arreglaría, con una tarima y un punto de atraque. Pero sigue sin estar hecho», protesta, al tiempo que recuerda el alivio que supone para la circulación la existencia de su línea, muy usada por los residentes.

Excursiones Ibiza arrancó la temporada el martes: «De momento, flojo, no más de un 25% de ocupación», calcula Mari, que atiende en la caseta de venta de tiques. Cada uno de sus dos catamaranes (sólo uno está en funcionamiento de momento) tiene capacidad para 55 pasajeros. En 2020 sólo trabajaron dos meses, pero este ya tienen a casi todos sus trabajadores fuera del ERTE. A menos viajeros, menos trayectos. Se han centrado en dos excursiones: vuelta a la isla y un viaje a las cercanías de es Vedrà y a Formentera. Antes de la pandemia tenían hasta cinco rutas, incluidas las puestas de sol.

Vicent Bonet, patrón y gerente de Nautilus, empresa de glass botton boats, limpia a fondo la cubierta del ‘Nemo II’ con una Karcher. Abarloado a su babor está el ‘Nemo Ibiza’, el único de sus cuatro barcos que navega estos días: uno lo tiene totalmente parado, mientras que confía en poner en marcha al menos a uno de los dos restantes. Sigue en ERTE más de la mitad de la plantilla: «Trabajamos cinco de los 12 que somos». No superan el 25% de ocupación del pasaje. Han reducido las excursiones: sólo van a ses Margalides, es Vedrà y las calas, y han renunciado a las puestas de sol «porque no hay suficiente gente joven» veraneando. La culpa, que no hay británicos: «Si no vienen y los españoles se quedan en el Levante porque es más barato, mala pinta tiene esta temporada. Las perspectivas son malas».

Tampoco pasan del 20% de ocupación en Cruceros Portmany, que empezó el pasado lunes y hasta ahora sólo tiene disponibles a dos de sus seis golondrinas. Quizás, señala Miguel Costa, entre en servicio una más: «La idea es que nos preparemos para julio», señala. Aun así, tienen a todos sus trabajadores fuera del ERTE, ya que a muchos se les extinguió el contrato. En 2020, esta empresa estuvo en dique seco. Este año únicamente viajan (de momento) a Formentera, adonde llegan en 90 minutos. Y no todos los días: sólo tres cada semana. Y un solo trayecto. Antes de la pandemia también cubrían las calas y la puesta de sol, que, como Nautilus, han dejado de hacer «al no haber turistas británicos».

Jet Ski, especializada en deportes náuticos, fue de las primeras en abrir: lo hizo el 7 de mayo, tras decaer el estado de alarma. «Hasta la semana pasada, el negocio fue flojo», indica Stephanie Fakhouri. No alquilan tantas motos de agua como antaño porque no hay británicos en la costa: «Son el elemento estrella de nuestro negocio. Viajan a Ibiza deseando alquilar una en cuanto aterrizan», asegura. También disponen de barcos de nueve metros de eslora para los que no se necesita licencia. Los holandeses, franceses, españoles y alemanes son ahora sus principales clientes. Y no se queja, al contrario: «Hemos perdido cantidad, pero hemos ganado en calidad», subraya Fakhouri. Cuestión de matemáticas: «Para lo que gasta una familia holandesa necesitamos a 10 ingleses». En estos momentos están a un 50% de las ventas que realizaron en 2019.

Al lado, en la caseta de Boat Trips, José Miguel Blesa admite que «van fatal» las excursiones privadas en barco con tripulación (están a un 15% de las ventas realizadas en 2019) y todo lo que tiene que ver con los deportes acuáticos. Lo que ha notado es que sus nuevos clientes reservan mayoritariamente por Internet y desde el extranjero: «Venta de calle no hay. Es que no hay gente paseando». Eso sí, «las cancelaciones son numerosas». Asegura que lleva un mes devolviendo dinero.

Los holandeses se mojan

«Quien no se haya movido en invierno lo pasará mal este verano», avisa Alex Boix, de Arenal Diving. Su empresa de buceo se ‘movió’ y ahora «trabaja fuerte» estos días. Por la mañana (del miércoles) ya ha transportado a 16 buceadores: «No dependemos de la venta que se haga aquí, en Ibiza, en una caseta, sino que nos contratan desde sus países, donde hacemos publicidad». Su principal mercado, el holandés. Cree que está variando el modelo turístico y, con él, el tipo de cliente, «gente más normal, que quiere hacer deporte. Está cambiando la mentalidad del turista. Por eso debemos proponerle cosas nuevas».

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