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Una camarera de piso en Ibiza: "Solo me queda esperar la carta de desahucio"

La Plataforma de Afectados por las Hipotecas se moviliza para evitar un desalojo

Una camarera de piso en Ibiza: "Solo me queda esperar la carta de desahucio"

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Una camarera de piso en Ibiza: "Solo me queda esperar la carta de desahucio" Josep Àngel Costa

Amparo Cuenca vive con el temor de que en cualquier momento le llegue la orden de desahucio. Tras su divorcio, en 2014, su exmarido dejó de pagar la mitad de la hipoteca que compartían y, durante un año, hasta que le obligó un juez, tampoco pasó la pensión de sus tres hijas, una de ellas menor en esos momentos.

Durante ese tiempo, con sus ingresos de camarera de piso durante la temporada, no pudo hacer frente al pago del crédito con la extinta Caja de Ahorros del Mediterráneo (CAM). «La única opción que me quedó fue entregarles la vivienda y, por lo menos, librarme de la deuda», recuerda. A cambio de esa dación en pago, acordó con la entidad financiera continuar en el mismo domicilio bajo régimen de alquiler social.

Un momento de la concentración de ayer al mediodía. | J.A.RIERA

El contrato tenía una vigencia de tres años. «Después, a principios de 2019, el Banco de Sabadell [que había absorbido la CAM] me pidió la documentación para renovar el alquiler», explica. A partir de allí, no obtuvo ninguna información.

430 euros mensuales

Solo cuenta con el subsidio de 430 euros para mayores de 52 años y, a causa de la pandemia, va a cumplir su segunda temporada sin contrato laboral. «Soy eventual y solo van a entrar los fijos. Pero cada mes he pagado religiosamente, hasta que han dejado de cobrármelo», lamenta. «Siempre he trabajado y he salido adelante desde que llegué a Ibiza. Ahora, con 430 euros, mi familia me echa una mano cuando es necesario.

Antes, finales de 2019, Cuenca había recibido un burofax de Solvia para informarle de que Promontoria Coliseum había comprado la vivienda. «Me pidieron mis datos para cobrarme ellos el alquiler». Pero, el 6 de mayo, recibió una nueva notificación, en este caso, para avisarle de que debía entregar las llaves y abandonar la casa en Santa Eulària.

Durante este tiempo, y con la ayuda de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH), ha tratado de encontrar un interlocutor entre una maraña de sociedades filiales del banco y del fondo de inversión Cerberus, que adquirió buena parte de los activos inmobiliarios del Sabadell.

El mismo fondo de inversión

En el caso de Amparo Cuenca se repiten las mismas sociedades inmobiliarias y el fondo de inversión que en el de las once familias de Cala de Bou que también se enfrentan a la amenaza de desahucio. Estos vecinos de la calle Lugo contaban con un contrato en vigor cuando Solvia vendió las viviendas a Promontoria Coliseum, filial del fondo de inversión estadounidense Cerberus. Los afectados, que empezaron a manifestarse semanalmente frente al Banco Sabadell, han conseguido que se planteen la continuidad de sus alquileres sociales.


«Solamente se puso en contacto una persona de Sogeviso, pero luego estuvo un mes sin comunicar nada. Hasta que anoche volvió a llamarme para que le diera los datos de este caso», indica la coordinadora de la PAH en Ibiza, Gloria Corral. «Ni el banco ni Promontoria Coliseum tienen un interlocutor válido y es un problema con el que se están encontrando también las plataformas de afectados de Cataluña».

Cuenca y Corrral encabezan la concentración de protesta frente a la oficina del Banco Sabadell en la avenida Isidor Macabich de Vila, donde se ha reunido una veintena de personas para solidarizarse con este caso. «¿Dónde va a encontrar una casa con ese subsidio?. Aquí de lo que se trata es de que le prorroguen y mantengan el alquiler social, porque no puede ser que hayamos rescatado a los bancos y que ahora ellos dejen a las familias en la calle», critica la coordinadora de la PAH.

Tras recibir la notificación de que ella y su hija debían marcharse de la vivienda, a Cuenca le ofrecieron 3.000 euros a cambio de accediera de manera voluntaria. «Me llaman insistentemente para decirme que no sea tonta y me vaya, porque cuando vaya a juicio retiran la indemnización. Pero yo no tengo dónde ir».

«Solo me queda esperar la carta de desahucio, coger un abogado de oficio y aguantar, porque sé que no voy a conseguir el alquiler», se resigna.

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