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Afectados del Don Pepe: «No hay voluntad de diálogo»

Los vecinos del bloque A de los apartamentos Don Pepe no han recibido aún notificación formal del decreto de desalojo

Expresan su malestar porque el Ayuntamiento no contempla alternativas a la demoloción ni la rehabilitación del edificio

Cristina Otero, una vecina afectada por el desalojo del Don Pepe J.A.C.

Poco antes de las diez de la mañana, reina la tranquilidad frente a las tres escaleras que siguen habitadas en el bloque B de los apartamentos Don Pepe. Jeremy, un joven trabajador del Bar Flotante, está a punto de partir en coche con su novia, Sasha. Tanto él como su casera se han enterado por la prensa de que, cuando reciban la notificación de desalojo del Ayuntamiento de Sant Josep, deberán abandonar su domicilio, al igual que sucedió con 18 pisos de las otras dos escaleras del edificio el año pasado.

De momento, la pareja ya ha empezado a recoger sus pertenencias en cajas. «Ha venido todo de repente. Leo que nos dan dos meses de alojamiento en unos apartamentos [Bon Sol, en Platja d’en Bossa], pero aún no nos han informado de nada», lamenta.

Cristina Otero sale de su escalera para pasear a sus perros. Muestra su perplejidad por los informes municipales que advierten de que el edificio sufre daños estructurales. «Nuestras casas están en perfectas condiciones de seguridad y habitabilidad. Hemos encargado estudios técnicos a aparejadores y hay más opciones que las que ofrece el alcalde».

A Isidora Martín le quedan cinco años para terminar de pagar la hipoteca de su piso. J.A.C.

Días de ansiedad

Otero se expresa con aplomo y asegura que se encuentra tranquila, una actitud que destaca entre la angustia que muestra el resto del grupo. Una vecina del otro bloque de los apartamentos Don Pepe explica que está en tratamiento y sufre ansiedad desde que desalojaron una parte de la urbanización. Teme que su edificio corra la misma suerte, aunque el Ayuntamiento indicó el martes que, en principio, no presenta patologías estructurales.

Otras dos vecinas de las escaleras que Sant Josep ordenará evacuar confiesan su malestar. «Es muy feo enterarnos de las cosas por la prensa sin estar avisados oficialmente», critica Gloria. Ella vive en los Don Pepe, con su pareja y dos hijos, desde hace tres años y le quedan 12 para pagar la hipoteca. Cuando llegó a su casa la tarde anterior, después del trabajo, se vino abajo al ver las noticias. «Pude dormir gracias a Cristina [Otero], porque ella me transmite tranquilidad, pero luego veo la parte real y lo que quieren hacer con nosotros y me entra pánico», admite. «Es un trato muy bestia el que estamos recibiendo, van a hacer lo que quieran con nosotros», añade otra afectada.

Por su parte, Otero asegura que el desalojo no puede ser tan inminente como ha anunciado el Ayuntamiento. «La constancia que tenemos por la presidenta de la comunidad es que no han iniciado el expediente de ruina del edificio. Esos procesos administrativos tienen unos plazos en los que tenemos un plazo para presentar recursos, así que las declaraciones del alcalde no tienen coherencia legal», subraya. Ella representa los orígenes de esta urbanización, «construida en terrenos de AENA para pilotos y azafatas».

Jeremy Sasha, una pareja de inquilinos del Don Pepe, empiezan a recoger sus cosas J.A.C.

Su padre, «el comandante Otero», trabajaba en Iberia y ella veraneaba en es Codolar todos los años, «desde hace más de 45», hasta que decidió instalarse definitivamente. «Después los apartamentos se fueron vendiendo a gente de la isla», recuerda. «Mi piso está con los elementos originales y está bien», incide.

Alternativas a la demolición

«No ha habido ninguna voluntad de diálogo del Ayuntamiento con nosotros para barajar alternativas a la demolición», incide Otero. Se ofrece para mostrar el Reglamento de Disciplina Urbanística para señalar que existen cuatro opciones cuando se declara un expediente de ruina en un edificio. «De hecho, tenemos un estudio arquitectónico de las obras que deberíamos emprender para repararlo», recuerda.

El resto de vecinas se suma a defender el buen estado de sus domicilios y se ofrecen a enseñarlos. «Mira, está la mar de bien, no hay ninguna grieta», indica Isidora Martín. Las 46 viviendas que se reparten en el bloque A del Don Pepe son todas de 65 metros cuadrados, dos habitaciones, cocina y comedor con balcón exterior.

«Me quedan cinco años de hipoteca, unos 10.000 euros», detalla Martín. Después de pasar unas vacaciones en Ibiza, donde ya vivía su hermana, abandonó Badalona para buscar trabajo en la isla. Era 1980 y tenía 20 años. En los últimos años, cuenta con dos trabajos, en la discoteca DC 10 y en el pub La Kokotxa, pero está afectada por ERTE desde el inicio de la pandemia. «Estoy a punto de jubilarme y no sé qué haré con mi vida si me echan de aquí. Mi hijo vive en la isla, pero cada uno tiene su casa y yo quiero vivir sola, como ahora mismo», se resigna.

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