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Pesca

Arrastreros de Ibiza en pie de guerra

Es Diari pasa una jornada a bordo del ‘Charpat Segundo’, uno de los arrastreros convocados a la huelga el próximo viernes contra la «criminalización» de la pesca y las medidas de la UE que, a juicio de las cofradías, abocan a la desaparición del sector

Es Diari pasa una jornada a bordo del ‘Charpat Segundo', uno de los arrastreros de Ibiza

Es Diari pasa una jornada a bordo del ‘Charpat Segundo', uno de los arrastreros de Ibiza José Miguel L. Romero

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Es Diari pasa una jornada a bordo del ‘Charpat Segundo', uno de los arrastreros de Ibiza José Miguel L. Romero

Las severas restricciones a la pesca ordenadas desde la UE y aplicadas por España han puesto en pie de guerra al sector, que ha convocado una insólita jornada de paro el próximo viernes 4 de junio. Las cofradías creen estar «en peligro de extinción» al reducirse drásticamente el número de días que pueden faenar los pesqueros. Este diario ha pasado una larga jornada con uno de los tres arrastreros que quedan en Eivissa.

El presidente del Consell de Ibiza, Vicent Marí, tuvo que salir este mes en defensa de la flota de arrastre de la isla, «en peligro» por las nuevas restricciones previstas por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación en su resolución de 10 de mayo de 2021, que incluye un listado de días asignados por buque y grupo de buques de arrastre de fondo del Mediterráneo. En el caso de Ibiza, para los tres arrastreros que aún hay, asigna un total de 474 días de actividad costera, 101 días menos que los que recogía la orden para 2020. Si hace un año tocaban a 181 días por nave, este se reduce a 158. Es el resultado de desarrollar el Reglamento de la Unión Europea 2019/1022, por el que se establece un plan plurianual para especies demersales en el Mediterráneo occidental que restringe sustancialmente las jornadas en las que se puede faenar. Según alega Vicent Marí, las limitaciones impuestas en el caso de Ibiza limitarían su capacidad de tal modo que «condenarían a desaparecer» a la ya escuálida flota ibicenca.

El copo llega lleno a bordo del ‘Charpat Segundo’ | J.M.L.R.

El presidente del Consell asegura que es «una actividad sostenible que se ve amenazada», pese a que «no supone presión sobre la plataforma marítima de Ibiza». Nuestra flota, recordó, «es mucho menor que la de otros puertos de la Península, y también es mucho menor su impacto» sobre los fondos. De ahí que inste a que no se apliquen las nuevas directrices previstas en un lugar como este, «donde se ha demostrado que la actividad pesquera de las cofradías no supone ninguna agresión al fondo marino». Es decir, solicita que no se considere Ibiza como al resto de zonas afectadas de España por estas restricciones. Aquí se pesca, pero de otra manera y bastante menos.

Pere Valera, Toni Riera y Toni Escandell muestran los dentons pescados. | J.,M.L.R.

Coincide con él Pere Valera, representante comercial de Peix Nostrum: «Queremos que la normativa no se aplique aquí igual que en otros lugares del Mediterráneo. Pedimos que recalculen las estadísticas para aplicar esa legislación específicamente, a la manera como nosotros pescamos», cuenta mientras el ‘Charpat Segundo’, uno de los tres arrastreros ibicencos, parte a las cuatro de la madrugada del puerto de Vila con destino es Cap de la Mola, en Formentera. Al ‘Charpat Segundo’, el barco que más sale a faenar cada año de la flota ibicenca, al ‘Ganasa’ y al ‘Muson Primero’, les han aplicado los mismos cálculos que a un arrastrero de la Península de grandes dimensiones, critica Valera: «Lo que no es normal es que se compare las toneladas de pescado que se sacan con este barco con las que extrae un buque factoría de Nueva Pescanova. No es lo mismo, ni por eslora. El ‘Charpat Segundo’ tiene 19,2 metros, mientras que uno de esa compañía, unos 65 metros. Las redes de arrastre de uno de los que hacen las campañas del Gran Sol suman las de tres barcos nuestros juntos. Y el de Nueva Pescanova no para en tres meses seguidos, cada día faenan, pero los nuestros vuelven cada día al muelle».

Uno tría, mientras el otro tira los restos por el imbornal. | J.,M.L.R.

Con la última resolución de Pesca, «los tres arrastreros deberían parar a partir de mediados de agosto y hasta enero de 2022». Valera explica que se han descontado días a partir de las jornadas trabajadas regularmente, cuando en Ibiza, recuerda, «no salen de puerto si hay Levante o mal tiempo; mientras, los grandes arrastreros salen sí o sí, de manera que el descuento de días es mucho menor para ellos».

El trabajo en los arrastreros es muy duro. | J.,M.L.R.

La reducción de jornadas de faena condena a la flota arrastrera ibicenca, avisa Valera: «Es una especie en extinción», pues no será rentable mantener este tipo de buques. Sus patronos están a punto de jubilarse: «¿Y qué joven va a comprar un barco de estos, que puede venderse a medio millón de euros, con las actuales expectativas?». También puede darse otro caso: «Que logren venderlos, pero que se los lleven al Levante, como pasó con el ‘Xarraca’».

Con la última resolución de Pesca, «los tres arrastreros deberían parar a partir de mediados de agosto y hasta enero de 2022»

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La cofradía colapsaría sin ellos porque las toneladas de pescado que extraen son muy superiores (10 o 15 veces más, calcula Valera) a las de un llaüt. Y los arrastreros alicantinos que descargan en Vila (no todos los días y no toda su pesca) son insuficientes para paliar a los ibicencos en caso de que estos desaparezcan: «En 2019 ganamos tanto dinero con los de Levante como con los ibicencos».

Vicent Ramon, patrón del ‘Charpat Segundo’ desde hace 18 años (antes fue mecánico en el ‘Rafael Llopis’ y en el ‘Vicenta Ballester’) tampoco ve claro su futuro inmediato porque les dejan «pocos días para trabajar con esa resolución, a lo que hay que añadir la parada biológica de un mes». «Cada día tenemos más trabas, más burocracia. Cada vez nos aprietan más», critica.

«Criminalizados»

El fuerte mar de fondo agita el ‘Charpat Segundo’ en cuanto Ramon lo enfila hacia la Mola. El agua entra por los imbornales, primero ligeramente, empapando los zapatos; ya por s’Espardell, a chorros. A este redactor le recuerda el ‘Andrea Gail’ en ‘La tormenta perfecta’. De cintura para abajo no volveremos a estar secos hasta el regreso, a las 13 horas, a Vila, tras dar la vuelta, literalmente, a Formentera. Cuesta mantener la verticalidad, hay que aferrarse a cualquier saliente para no caer o salir despedido. No habrá tregua (parcial, pues desde es Freus, vuelta a empezar) hasta alcanzar, siete horas después, el Cap de Barbaria. Junto a Ramon (55 años) conforman la tripulación Toni Riera (de 56 años) y Toni Escandell (35). Este último, motorista, lleva 16 años (desde que era un crío) junto Ramon. Riera, uno con el patrón, desde que el barco donde faenaba antes, el ‘Tanit’, fuera vendido.

«Se critica mucho a los arrastreros, se los criminaliza», comenta Valera, que se aferra a la fina maneta de la fresquera para mantenerse en pie entre tanto bamboleo y golpes de mar, que convierten la travesía en una experiencia parecida a la del Dragón Khan. Reconoce que es de las pescas «menos selectivas». «Todo lo que entra -admite- va para el saco, el copo», que es la malla final que recoge todas las capturas. «Pero muchas veces lo que hacemos es limpiar. Somos los basureros del mar. Tenemos un corralito en la cofradía donde tiramos el plástico que extraemos. Ca na Negreta lo recoge, Cada viaje nos cuesta 500 euros. Una vez, el ‘Muson Primero’ ‘pescó’ una lancha a la que habían borrado todas sus identificaciones. Nos costó 2.000 euros que se la llevara Ca na Negreta», detalla Valera.

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A bordo del ‘Charpat Segundo’, uno de los arrastreros convocados a la huelga contra la «criminalización» de la pesca y las medidas de la UE José Miguel L. Romero

A las 5.38 horas, el ‘Charpat Segundo’, tras rodear la Mola, se detiene casi enfrente de es Caló des Mort y larga los 60 metros de red, los 300 metros de malleta (red plomada) y los 350 metros de cable de acero. En 11 minutos se han desplegado sus 710 metros de arte, que caen hasta «entre 65 y 70 metros de profundidad», calcula el patrón. «Respetan -cuenta el representante de Peix Nostrum- mucho la Posidonia oceanica. No hay posidonia a partir de los 40 metros porque la luz no llega a esa profundidad. Por eso siempre trabajan a partir de los 50 metros, y como mucho hasta los 150 metros. Además, tienden las redes en fondos arenosos, pues si hay piedras se romperían. Lo último que quiere un pescador es tener que remendarlas. Valen un dineral».

Al arrastrar, de los casi 10 nudos a los que navegó hasta alcanzar la punta meridional de Formentera, pasa a unos tres. Empiezan a volar y a posarse en el agua algunos virots y gaviotas, incluso cormoranes. Pero cuando una hora y media más tarde, a las 7.23 horas, Ramon decide recoger la red, el número de pardelas y de otras aves marinas se multiplica exponencialmente. Parecen enloquecer cuando, en apenas ocho minutos, el copo ya se alza sobre la popa.

«Pescadores en peligro de extinción», es el lema del paro contra el plan plurianual «radical» y «la criminalización» del sector

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«Una lotería»

De la red asoman tentáculos de pulpo y calamares, y se distinguen los ojos enormes de las roges y el movimiento reptante de los gatons. Dentro del copo, en efecto, hay de todo: «Un barco de artes menores que quiere roges o sepias y conoce dónde las hay entre ciertas rocas, sabe que sacará eso. Sabe a qué va. Igual ocurre con el palangre». Pero el arrastre es, en cierta manera, «una lotería». Hoy hay suerte, más que la jornada anterior: sacan roges (el día anterior, ni una), salmonetes (tampoco los pescaron), gallos de San Pedro, gerrets, sepias, calamares, pulpos, una mussola enorme y hasta una langosta. El «premio gordo» aparece en la segunda tirada, la más larga, de casi dos horas: siete dentons enormes, de unos ocho kilos. Son «los más preciados» por los clientes, asegura Ramon, que desde que los ha visto (embadurnados aún con la arena en la que fueron atrapados) no deja de sonreír, quizás porque se cotizan muy bien: «Con eso han sacado ya la semana», afirma Valera. Los restaurantes se los rifarán al llegar a puerto.

Cuando se abre el copo, cae sobre cubierta una bola enorme de algas. Durante media hora, Toni Escandell rebusca dentro, con un gancho, el pescado bueno. Aparta a un lado el que no sirve para la venta, junto a la densa masa de algas. Toni Riera tira los restos con un escobón por uno de los imbornales de la borda, momento en el que los virots bucean (y las gaviotas se lanzan como un Stuka) en busca de los restos vivos de ese colosal festín. Riera también devuelve al agua una enorme raya (protegida), que despliega rauda sus alas y empieza a adentrarse en las profundidades. Valera recoge un par de corns, también protegidos, y los lanza de nuevo al mar. Apenas hay restos plásticos (tres botellas) y de cristal (un trozo).

A las 9.15 horas vuelven a tirar la red, esta vez más tiempo, casi dos horas: «¿Te parece esto duro?», pregunta Riera al mareado redactor: «Pues esta vez sólo hemos hecho dos tiradas. Hay días de tres o cuatro». La Federación balear de Cofradías ha convocado a la tripulación del ‘Charpat Segundo’ y a las del resto de la flota de arrastre ibicenca a una jornada de paro el viernes 4 de junio: «Pescadores en peligro de extinción», es el lema de esa movilización contra el plan plurianual «radical» del Mediterráneo y «la criminalización» del sector. El trabajo, como apunta Riera, es duro, durísimo, pero es peor, aseguran desde las cofradías, la imagen que se intenta dar de ellos desde las instituciones europeas y española.

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