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Crisis sanitaria | Protesta profesionales

La indemnización por residencia contra las dietas de los políticos

Los trabajadores destacan las diferencias entre las dietas por insularidad que reciben los políticos pitiusos en Madrid y Mallorca y el plus por residencia que cobran sanitarios, policías, bomberos...

Funcionarios de prisiones posan con su propia pancarta. Sergio G. Cañizares

Movilización. «Lo que pedimos no es una ayuda, es nuestro salario», afirma Miguel Torres, portavoz de uno de los colectivos que ayer se sumó a la última protesta para exigir que se equipare la indemnización por residencia de los trabajadores públicos de Ibiza con la que perciben los de Canarias. Una marcha mucho menos numerosa que en ocasiones anteriores. Y eso que estaban llamados sanitarios, policías, guardias civiles y bomberos.

«Indemnización por residencia: Político, 1.500 euros; auxiliar, 54,79 euros; enfermera, 94 euros». El mensaje, escrito en una cuartilla, está pegado en el parabrisas de una de las motos que participará en la última protesta motorizada para exigir la equiparación del plus de residencia con Canarias convocada por el colectivo de sanitarios Useiri. No es el único así que cuelga de los vehículos que, aparcados junto al Centro de Salud de Vila, se preparan para el recorrido. «Los políticos cobran unas dietas muy altas por pertenecer a Ibiza. Lo que queremos es que nos reconozcan esos pluses que tienen ellos. Evidentemente no nos van a dar lo suyo, pero 300 euros al mes sí se puede. Es un esfuerzo, pero también una necesidad», indica Miguel Torres, funcionario de prisiones y portavoz de Tu abandono me puede matar, uno de los colectivos, junto con sanitarios, cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado y bomberos que están convocados a la marcha.

Cuartilla con las indemnizaciones por residencia en un moto

Están calentitos con eso. «Es muy frustrante que no te den una respuesta y al día siguiente ver en la prensa que los diputados por Ibiza en el Parlament cobran una dieta de miles de euros», insiste Torres. Para él, el hecho de que los cargos públicos tengan estos sobresueldos por desplazarse a otras islas indica que son muy conscientes de lo que supone la insularidad. «Ellos lo tienen claro, lo saben. Los diputados del Parlament, del Congreso y los senadores cobran en dietas más que nuestro salario», continúa el portavoz de los funcionarios de prisiones mientras al aparcamiento de tierra siguen llegando coches y motos con mensajes.

Integrantes de Useiri tratan de pegar una pancarta al lateral de un coche antes de la protesta. S. G. CAÑIZARES

Muchos de ellos salen volando por el fuerte viento. Entre ellos, varias cuartillas que se pierden en el aire y que dejan cercenado uno de los mensajes que abunda con la diferencia entre las indemnizaciones por residencia de unos y otros: «Senyors polítics, dei(xe)u de prendre’ns el pèl».

«Tenemos compañeros que vienen de fuera de la isla y que no pueden traer a sus familias. Algunos, incluso, llegan a renunciar a su plaza. Eso es insostenible», relata Torres después de hacerse una foto con sus compañeros sujetando una pancarta en la que se lee «Ibiza en lucha». «Desde la Administración se debe dar una solución. Las plantillas estamos al mínimo, no se llegan a cubrir todos los puestos», continúa el portavoz. «Sé que hablar de dinero en una crisis como ésta toca fibras muy sensibles. Pero somos trabajadores y lo que estamos pidiendo no es una ayuda, es nuestro salario», concluye.

Una enfermera anda de coche en coche, revisando que todas las pancartas estén perfectamente pegadas a la carrocería. Esparadrapo de papel en mano refuerza los puntos débiles de los mensajes de protesta. Algunos, pintados sobre tela de sábana, se resisten y quedan un poco colganderos. «Soy sanitario, no voluntario», se lee en otro. Los más previsores llegan de casa con algunos carteles impresos, no vaya a quedar ningún vehículo libre de reivindicaciones, que reparten a los demás, muchos menos de lo habitual. Los más de cien coches que llegaron a reunirse hace unas semanas se quedan en cerca de treinta, los que aguardan que sean las doce y cuarto del mediodía para emprender la marcha. «En primera y agrupaditos», les aconseja uno de los policías locales de Vila que les acompañará en el primer tramo de la protesta. Lo ha llamado, a gritos, una de las sanitarias —«¡Agente! ¡Agente!»—, preocupada por si durante la manifestación a motor deben o no pararse en los semáforos en rojo.

Las sanitarias arrugan la nariz cuando se les pregunta por la manifestación antimascarillas que en ese mismo momento recorre las calles de Vila. Algunas acaban de pegar los últimos carteles en las puertas de varios coches: «Adivinanza: ¿Qué crees que pasa si llevo a demasiados pacientes? Solución: alguien muere». Apenas faltan unos minutos para las doce y cuarto cuando Juan Talavera, portavoz de Useiri, da el grito de salida: «¡Vamos, funcionarios!».

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