Celebración. Debido al estallido de la pandemia de coronavirus, el año pasado la feria Eivissa Medieval se tuvo que cancelar y esta edición, a causa de las restricciones sanitarias, turistas y residentes se han tenido que conformar con una versión mini. «Mejor esto que nada», fue una frase bastante repetida ayer entre el público que asistió a los tres eventos programados en el parque Reina Sofía.
A María Heredia se le hace la boca agua recordando «el churrasquito» y las tapas de pulpo a feira que se tomaba en los puestos de comida de la feria Eivissa Medieval cuando todavía el coronavirus no había hecho acto de presencia. Además de lo de degustar «alimentos de otras tierras», echa de menos los estands de artesanía que en otras ediciones llenaban de vida la Marina y Dalt Vila durante esta fiesta, que conmemora la declaración de Ibiza como ciudad Patrimonio de la Humanidad por parte de la Unesco en 1999. La pandemia obligó a cancelar la celebración en 2020 y este año, debido a la situación sanitaria, el Ayuntamiento de Ibiza ha tenido que prescindir del tradicional mercado y del evento inaugural y reducir la celebración a tres días de actos con aforo limitado que se concentran en el parque Reina Sofía, a excepción de las visitas guiadas por el recinto amurallado que este fin de semana organiza el Centre d’Interpretació Madina Yabisa. «Es triste, pero vamos a celebrarlo igual. Ya vendrán tiempos mejores», comenta esta vecina de Vila mientras hace cola con su hija Ester Asensio y su nieta Lucía, de tres años, para asistir al espectáculo ‘¡¡Llegan las Piratas!!’, de Improibiza.
«No esperaba que este año hubiera Eivissa Medieval. Se agradece que por lo menos hagan algo», señala Ana Sánchez, a la que acompañan sus hijos Carmen y Alejandro, de tres y cinco años, y otros amigos de clase. Sostiene en sus manos las entradas que adquirió, a dos euros cada una, en la web del Ayuntamiento de Ibiza el pasado lunes, el primer día que se pusieron a la venta. «Las entradas de este espectáculo se agotaron en una hora», asegura. «La recaudación de todos estos eventos se destinará a Cruz Roja», recuerda una integrante de la organización del Petit Medieval.
En el parque Reina Sofía, decorado con estandartes y blasones, se han dispuesto casi doscientas sillas. Están prácticamente todas ocupadas. Ya están listas para subir al escenario las actrices de Improibiza, Silvina I. Sodano y Jimena Brusaca. Esta primera actuación con títeres, explican, «es el sexto espectáculo de la saga de las piratas de la impro».
Entre las primeras filas se sientan el pequeño Martí López y su madre, María Esteve. «Se agradece que hagan algo aunque ahora , con el aforo limitado, tengamos que planificarlo todo», comenta esta residente en Ibiza. Faltan pocos minutos para que las bucaneras Ágata y Destello empiecen a surcar los mares en busca de historias para llenar el depósito de su embarcación. Van a interactuar constantemente con el público infantil, que, adelantan, les ayudará a construir sus relatos.
El sol es deslumbrante y hace mucho calor, lo que provoca que algunos abandonen el recinto y otros busquen refugio en la sombra, como Petru y su hija Luisa María, que al terminar el espectáculo corre para hacerse unas fotos con las piratas. Tal es el bochorno, que la concejala de Fiestas de Ibiza, Montse García, da indicaciones para que en los siguientes espectáculos se proporcione al público, además de agua, sombreros y gorras. Así se hace ya en el segundo show, también protagonizado por Sodano y Brusaca, convertidas esta vez en una aprendiz de bruja y en la hechicera Morgana. Horas más tarde, se subirá a este mismo escenario del parque Reina Sofía el grupo Trobairitz, que ha preparado para la ocasión un repertorio medieval en el que predomina la lírica trovadoresca. «Vamos a interpretar en los idiomas originales medievales canciones del siglo XII al XVI de las cortes de Francia, Italia, Inglaterra y España», explica por teléfono durante la mañana una de sus componentes, Clara Maria Costa.
A esas horas por Dalt Vila se pasean ya unos cuantos turistas, que ambientan un poco un casco antiguo que en esta edición se ha quedado sin decoración medieval. Solo el patio de la casa de los comerciantes Jesús García e Isabel Delgado, más conocidos como Traspas y Torijano, luce engalanado para la conmemoración. Allí mañana por la noche (por hoy), ataviados con trajes de época, celebrarán su tradicional cena medieval, que esta vez, no queda otra, tendrá que ser en la intimidad.