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Marta Bombardó Soria

Marta Bombardó Soria: «Mirarse al espejo y verse el pezón es muy importante para las mujeres con una mastectomía»

Marta Bombardó explica que las mujeres acuden con una mezcla de timidez y miedo a la primera sesión pero contentas y alegres a las siguientes al ver el cambio que eso ha supuesto para ellas

Marta Bombardó Soria, esta semana en el Hospital Can Misses. vicent marí

Enfermera. Desde el pasado mes de marzo Marta Bombardó Soria, enfermera del Hospital Can Misses, se encarga de la consulta de micropigmentación de pezón y areola que atiende a las mujeres que los han perdido en un proceso oncológico, tras una mastectomía y una reconstrucción de la mama. Hasta ahora, todas esas mujeres tenían que desplazarse a Mallorca o acudir a un centro privado. 

Ahora mismo Marta Bombardó Soria, enfermera del servicio de Cirugía Plástica y Reparadora del Hospital Can Misses, está en Barcelona, en un curso sobre micropigmentación del pezón con una de las pioneras en esta técnica que hace apenas unas semanas que ofrece el hospital a mujeres a las que tras una mastectomía se les ha reconstruido el pecho. Es un curso privado, pero Bombardó está encantada. Le hizo mucha ilusión que le propusieran encargarse de este servicio que trata de devolver a las mujeres que han sufrido un cáncer de mama no tanto el pezón y la areola como la autoestima y la confianza. Aprenderá todo lo que pueda porque tiene claro cuál es su objetivo: «Que cuando las pacientes se vayan y se miren en el espejo digan: ¡Guau!».

¿Qué es la micropigmentación del pezón?

Es una técnica con la que podemos introducir unos pigmentos homologados para uso hospitalario entre las dos primeras capas de la piel. Es importante en el caso de las pacientes a las que se ha hecho una reconstrucción de la mama en la que no se ha podido conservar el pezón o la areola. No siempre se puede conservar, a veces, incluso, se tiene que coger un trozo de piel del abdomen o la espalda para la reconstrucción, para hacer lo que se llama un colgajo. En esos casos queda una piel plana, una mama redonda, como si en un dibujo borráramos el pezón y la areola. A veces los cirujanos plásticos hacen una reconstrucción del pezón, un pequeño pellizco o abultamiento, pero que queda del color de la carne de donde se haya cogido esa piel. La micropigmentación ayuda a conseguir un efecto más real, pero a veces es completamente plano. Esta técnica es como un tatuaje, pero en un nivel más alto de piel, y es semipermanente. Es como si hicieras un dibujo, tienes que conseguir un poco de sombra o efecto para que parezca que hay un pezón.

« Estas mujeres no son conscientes de lo importante que es este tratamiento hasta que se lo hacen»

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¿Por qué es importante para estas mujeres?

Es superimportante. Ellas no son conscientes de lo importante que es hasta que se lo hacen. Algunas ni siquiera lo habían pensado. Las que lo tienen claro ya han ido a un centro privado y se lo han hecho, porque había lista de espera. Hay mujeres operadas en 2019 a las que se les está haciendo ahora. Hay una que se lo había hecho y cuando la hemos llamado ha venido porque se le había despigmentado. Vienen con un poco no sé si es desconfianza o timidez. Cuando vuelven tras la primera sesión están más abiertas y contentas porque han visto el cambio. Se miraban al espejo y no tenían nada.

El trabajo será diferente en función de la reconstrucción, ¿verdad?

Sí, hay mastectomías unilaterales en las que tienes que retocar la cicatriz de la areola, que se ha quedado disminuida. También hay mastectomías bilaterales en mujeres muy jóvenes. Algunas se han resignado a no tener pezón ni areola y otras buscan pezoneras de silicona que se hacen a medida. Cuando se ven, aunque sea sólo tras primera sesión, con una mínima forma y con el color que hemos elegido les cambia la cara. Te dicen que cuando se van a duchar, por ejemplo, se ven en el espejo y ven una imagen que les recuerda a quienes eran antes. Es muy importante para ellas.

¿Acertar con el color es tan complicado como encontrar el tono exacto de maquillaje?

¡Exacto! Pero con menos gama de colores. Hay muchos pigmentos homologados para uso hospitalario, pero trabajamos con gamas de marrones y rosáceos. Lo primero es mezclarlos y ponerlos sobre su piel. Si tienen una areola intentas comparar el tono con ella. Si no la tienen partes de lo que ella recuerda: el tamaño de la areola, el color, si tenía los pezones grandes o pequeños... También te guías por el fototipo de piel, pero la que decide es la mujer, cómo los quiere. En realidad, ellas me están enseñando muchísimo.

¿Hay que ser un poco artista?

No sé si dibujo bien o mal, toda mi vida me ha gustado dibujar, pero no había hecho clases de pintura. Esto es formación y práctica, práctica y mucha más práctica. En piel artificial y luego, como en todas las técnicas que hacemos las enfermeras, con los pacientes. Cada persona es un mundo y cada piel reacciona de una forma frente al pigmento. Si el injerto, por ejemplo, es de una piel abdominal o dorsal coge el pigmento de formas diferentes. A veces parece que no se queda marcado todo lo que tocaría y hay que hacer más sesiones. También hay pacientes que han recibido radioterapia y esa piel es más complicada. Lo importante es intentar que quede lo más bonito posible. Es una gran responsabilidad. Con que les guste y se sientan mejor ya estoy contenta.

¿Una sesión es suficiente?

No. Mínimo hay que hacer dos. En una sesión puedes hacer lo principal, la areola y el pezón, pero luego hay que seguir con más detalles. A los 15 días el pigmento ya ha cicatrizado, disminuye un poco la intensidad, y puedes ver el tono real que le ha quedado, que hasta el mes no es el definitivo. A partir de ahí puedes hacer alguna sombra más, los montículos de Montgomery…

¿Duele?

Mayoritariamente no. En la entrevista previa les pregunto, entre otras cosas, si tienen sensibilidad en la zona. Si te dicen que sí o que no lo saben les recomiendo ponerse una crema anestésica una hora antes y así cuando vienen a la consulta ya tienen la zona dormidita. Alguna vez les puede molestar un poco cuando trabajas sobre la cicatriz, porque las hay, pero de momento no me ha pasado. Si se diera el caso pararíamos y otro día haríamos otra sesión.

¿Cuánto duran las sesiones?

Ahora que he empezado no tengo pensado hacer a más de cuatro pacientes en el mismo día. Entre la postura y que estás apretando con la mano… Estoy citando a una por hora. En ese tiempo hacemos la entrevista, dibujamos, miramos los pigmentos… Cuando se trata de una reconstrucción bilateral solemos estar una hora y media o, incluso, un poco más.

¿Los cuidados posteriores son como los de un tatuaje?

Parecidos. Se van a casa con el pezón tapado con un apósito de silicona que ayuda a cicatrizar. Les recomendamos que estén 24 o 48 horas sin bañarse ni ducharse y una pomada cicatrizante como la que se puede usar para un tatuaje. Igual en otras clínicas aconsejan alguna pomada antibiótica, yo no, y no ha habido ningún problema. Deben tener cuidado de no rascarse la costrita que se va creando, durante el primer mes es mejor que no se sumerjan, al principio deben evitar el sol y luego ponerse siempre protección. Es una cicatriz muy rápida.

Hay quien hace tatuajes a las mujeres que han sufrido una mastectomía. ¿Se lo ha planteado?

No, me ha gustado mucho empezar este proyecto, me ha sorprendido. Cuando me lo dijeron me ilusionó mucho por mi parte artística y por la importancia que tiene. Tengo que hacerlo bien por ellas, por eso estoy intentando formarme aún más. Esto era muy necesario y ahora mismo no me planteo nada.

¿Antes estas mujeres tenían que ir a Mallorca?

Sí, se las enviaba a Son Espases. De hecho, he recuperado a cuatro que quedaban en una lista de espera en Palma.

¿Qué aprende en esos cursos? ¿Técnica? ¿Arte?

La formación que me dieron en Palma fue más bien un reciclaje. Fui a ver la consulta y me explicó una teoría básica: el material, cómo usarlo, las frecuencias... Luego estuve viendo cómo trabajaba la enfermera que lo hace allí y tuve la oportunidad de estar haciéndolo yo también con ella. En los cursos que haces de forma privada se amplía todo eso. Este fin de semana hago uno y el temario incluye teoría de agujas, de pigmentos, colorimetría, técnicas y mucha práctica que tendré que hacer a distancia. Es lo que tiene Ibiza. Y la pandemia, este año y pico, tampoco ha ayudado.

¿Las mujeres hablan en su consulta?

Hablamos mucho, de muchas cosas que no tienen que ver con su proceso. Los últimos días he intentado poner música relajante. A la segunda sesión ya vienen con un nivel mayor de confianza, mucho más alegres, dispuestas y seguras. El primer día yo estaba tan nerviosa y emocionada que ni pensé en crear un clima más cómodo. Ahora ya estamos muy a gusto. Hablamos. Les pregunto por su familia. Algunas tienen hijas en el mundo sanitario. Pasas el rato. Ellas están relajadas y, en realidad, ellas me distraen a mí.

¿Llegan con miedo?

Sí. A la primera sesión, todas. Cuando las llamé para darles la cita y preguntarles cuatro cosas se quedaron sorprendidas. «¿Ya?», me preguntaban. Las habían puesto en lista de espera y les sorprendió que fuera tan rápido. El día que tienen la primera visita llegan como cuando vas al médico y no le conoces, que no te encanta. No me conocían de nada y se están poniendo en mis manos. La autoestima la tienen un poco tocada. Algunas llevan muchos años arrastrando el proceso y están resignadas a que su pecho se va a quedar así.

Tienen asumido que no va a mejorar.

Sí, cada una lo ha vivido de una forma y cada una tiene su historia. No me lo han contado todo, hay personas que notas que no quieren hablar de eso. No tienen ese espacio de confianza. Cada una habrá pasado lo suyo: la operación, quimioterapia, radioterapia... Creo que todas han venido un poquito asustadas y se han ido bien. Vienen contentas y más de una me ha dicho que me abrazaría si no estuviéramos en esta situación. Yo les digo que me abracen, que estoy vacunada. Lo necesitan. Están exponiendo una parte muy íntima de su cuerpo, una parte que algunas ni siquiera la consideran suya y hay que buscar un clima de tranquilidad, de intimidad y en el que se sientan bien. Al fin y al cabo una persona ajena está dibujándoles en la teta. [Ríe].

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