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Crisis sanitaria

Turistas con cuentagotas en el aeropuerto de Ibiza

La terminal apenas recibe turistas pese a la apertura perimetral de la frontera balear desde el lunes: la mayoría de los pasajeros alegan cuestiones familiares para viajar, son residentes en la isla o vienen por motivos laborales

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Turistas con cuentagotas en el aeropuerto de Ibiza Vicent Marí

Cuando hace un mes se levantó el cierre perimetral de Ibiza y ya se podía volar entre las islas de Baleares, este diario comprobó que, abierta esa pequeña ventana de libertad, seguían siendo escasos quienes volaban hasta las Pitiusas con el ánimo de disfrutar de unas vacaciones: la mayoría lo hacía por motivos laborales o familiares. Pasadas cuatro semanas, esa ventana tiene un marco aún más grande, pues desde el pasado lunes se ha abierto el cierre perimetral de Balears: ya se puede salir y entrar sin justificación en estas islas, aunque previa presentación de un PCR que demuestre que no se es portador del coronavirus.

Aun así, poco ha cambiado el panorama desde el 15 de marzo. El aeródromo ibicenco sólo esperaba ayer la llegada de 13 vuelos, de los cuales sólo uno era internacional: procedía de Basilea (Suiza) y el Airbus A320 de EasyJet utilizado en ese tránsito no llegó ni a llenar una cuarta parte de sus asientos (tiene capacidad para 220 pasajeros), según el cálculo de varios viajeros.

No es el primer enlace que realiza esa compañía este mes, es decir, no ha iniciado las conexiones a raíz del levantamiento perimetral: ya ha cubierto este trayecto en cuatro ocasiones desde el pasado 3 de abril. Esa aerolínea tiene programados vuelos todos los martes y sábados hasta el 1 de junio, cuando, si la pandemia no se desmadra, pasará a atender cuatro conexiones semanales (martes, jueves, sábado y domingo) hasta el último día del mes de octubre. Luego no reanudará conexiones hasta el 27 de marzo de 2022.

Alexia, que viajó ayer desde Suiza, espera a que la recojan. Vicent Marí

Es lógico que haya suizos que deseen viajar a Ibiza en estas fechas, pues además de un clima más suave, las restricciones aquí, aun siendo drásticas, no lo son tanto como en su país, donde bares y restaurantes siguen cerrados («todo chapado», confirma Dolores, una ibicenca que se traslada allí casi semanalmente). Hasta el canto (de coros) sólo se permite «en la esfera familiar», según indica el propio Gobierno en los carteles sobre qué se puede o no hacer en sus cantones. Aquí, al menos, pueden cantar las 40 en una terraza: no más de cuatro y hasta las 17 horas.

A su vuelta (por vía aérea) deben presentar una prueba de PCR negativa. Ayer, Suiza contabilizó 2.241 nuevos contagios y tres muertes, con una media semanal de casi 2.000 casos diarios. La incidencia acumulada hasta el domingo era de 294 casos por cada 100.000 habitantes, muy por encima de los 38,5 de Ibiza y los 57 de Balears.

Corrillo de taxistas ociosos entre vuelo y vuelo. Pueden pasar horas entre un aterrizaje y el siguiente. Vicent Marí

Desde donde más golpea el virus

Los restantes 12 vuelos que aterrizaron en es Codolar procedían mayoritariamente de Mallorca (siete), además de haber dos desde Barcelona y otro par desde Madrid (abierta perimetralmente, como Balears). La incidencia acumulada de Cataluña era, hasta el lunes, de 227 casos a 14 días (por debajo de la suiza) y la de Madrid, 336 (por encima de la helvética). Se trata de dos comunidades autónomas que, en estos momentos, se sitúan en la cuarta y segunda posición, respectivamente, de las regiones con las incidencias más elevadas de España (tras Navarra y Euskadi, y sin contar Ceuta y Melilla). Es decir, ayer aterrizaron en las Pitiusas viajeros procedentes de áreas donde el coronavirus, en auge, afecta hasta ocho veces más que aquí.

Ante tan pocas conexiones y para pasar el rato, los taxistas charlan ayer en corrillos entre vuelo y vuelo. Javier Pérez sólo lleva una carrera a mediodía, otros, los que madrugaron, dos: «No hemos notado nada con la apertura de las islas. Sólo vienen trabajadores y residentes, a muchos de los cuales recogen familiares o amigos. Turistas, cero». Germán González es de los que ya han hecho dos carreras. Es afortunado dentro de la desgracia, pues «así no da para vivir», afirma. Y hace cálculos: «Trabajamos dos días y libramos cuatro, es decir, sólo tenemos 10 jornadas laborables al mes. Y esos días sacamos, como mucho, de 100 a 120 euros: de 1.000 a 1.200 euros al mes. Quítale autónomos y gasoil, aunque algunos recibimos 600 euros de ayuda». Esos turnos de cuatro días libres son un acuerdo al que llegaron titulares, asalariados y Ayuntamiento de Sant Josep como medida autorreguladora ante esta aguda crisis.

Una familia a su llegada al aeropuerto. Vicent Marí

En esos corrillos circulan rumores alarmantes. Por ejemplo, nombres de hoteles que no abrirán esta temporada. La incertidumbre les hace ser muy pesimistas. El tipo de pasaje que llega no es para ser optimista. Según el taxista Juan Carlos Marí, los turista vienen con cuentagotas. Los extranjeros que llegan son, sobre todo, «residentes alemanes, suizos y holandeses».

Basta con preguntarlo a quienes salen por llegadas. Carlos es técnico de dispensadores de farmacias y viaja cada semana desde Palma; Toni también ha venido a trabajar; Teresa, a ver a su novio; Guillermo, masajista argentino, también para pasar el día con su pareja: «Y si sabes de algún trabajo, me lo dices». Porque en Mallorca, afirma, «la cosa está tristona». En la terminal no hay ni un autobús de turoperadores ni de hoteles. El primer vuelo de Madrid (12.50 horas) no viene lleno: vengo por trabajo, para ver a mi familia, porque soy residente, son las respuestas que dan sus pasajeros.

En el avión que llega desde Suiza un hombre se sube rápido a un taxi para ver a su hermana hospitalizada; Alexia, que hasta hace tres años vivía aquí, abraza a unos amigos que acaba de reconocer y espera a otros que la recogerán, y Berta (que se extraña de que el avión llegara semivacío) y su familia (son cinco) caminan raudos a por un coche de alquiler: a falta de hoteles abiertos han alquilado una villa para cuatro días aprovechando que sus críos tienen vacaciones escolares.

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