El obispo de Menorca, Francisco Conesa, presidió a mediodía del Martes Santo la misa Crismal en Ibiza, que este año, a diferencia de los anteriores, no se celebró en la catedral, sino en el templo de es Cubells, como ya informó este diario el pasado 23 de marzo. Otra diferencia es que tuvo lugar el martes, en vez del jueves, día de la Semana Santa en la que es habitual en esta isla. El adelanto se debió a la visita de Conesa, que debía regresar a Menorca para proceder allí (ayer y en la catedral de Ciutadella) a la bendición de los santos óleos de los catecúmenos y enfermos, así como a la consagración del santo crisma.

La presencia de Conesa era necesaria porque sólo puede consagrar el santo crisma un obispo, prelado del que nuestro archipiélago carece desde que quedara vacante en enero de 2020 tras la marcha de Vicente Juan Segura. Inicialmente, el pasado año se iban a consagrar los santos óleos en Valencia por su arzobispo, Antonio Cañizares, para, después, enviarlos a Ibiza, pero finalmente la misa Crismal se celebró el día siguiente de Santa María, el 6 de agosto, y fue presidida por Javier Salinas, obispo de las Pitiusas entre 1992 y 1997.

En la celebración, el obispo de Menorca habló acerca del signo de la unción, uno de los más importantes que reciben los sacerdotes el día de su ordenación, y animó a todo el clero ibicenco «a salir a la calle». Recordó en su homilía que evangelizar supone «pisar la calle, acercarse a las personas y convivir con ellas». Tras la homilía y en un ambiente íntimo de fraternidad tuvo lugar, como cada año, la renovación de las promesas sacerdotales de todo el presbiterio.

Al finalizar, Vicent Ribas Prats, administrador diocesano de Ibiza y Formentera, agradeció a Francisco Conesa su asistencia y toda la ayuda que está ofreciendo a la diócesis durante su estado de sede vacante. Jordi Martí, el organista, acompañó en todo momento a la asamblea con su voz y la melodía del órgano construido en el año 1994 e inaugurado el pasado 15 de octubre de 2020 en la misma parroquia.