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Vicent Mari
Ver galería >¡Qué alegría estar al sol y en una terracita!», comenta exultante un cliente que está desayunando en Can Moreta. Son las diez y media de la mañana y buena parte de las mesas de la terraza de este negocio de la calle Madrid, en Vila, están ocupadas. Sin duda, el buen tiempo invita a salir a la calle y sentarse en una terraza. Hay muchas ganas acumuladas, después de dos meses sin poder ir de bares, cafeterías o restaurantes. «Hemos salido escopeteadas para aquí en cuanto hemos podido», comenta Sandra, que se ha sentado en una mesa con sus amigas Pepi y Alba. Residen en Sant Antoni y Sant Josep, pero trabajan en Vila, y están acostumbradas, siempre que pueden, a desayunar y comer fuera.
¡Qué alegría estar al sol y en una terracita!», comenta exultante un cliente que está desayunando en Can Moreta. Son las diez y media de la mañana y buena parte de las mesas de la terraza de este negocio de la calle Madrid, en Vila, están ocupadas. Sin duda, el buen tiempo invita a salir a la calle y sentarse en una terraza. Hay muchas ganas acumuladas, después de dos meses sin poder ir de bares, cafeterías o restaurantes. «Hemos salido escopeteadas para aquí en cuanto hemos podido», comenta Sandra, que se ha sentado en una mesa con sus amigas Pepi y Alba. Residen en Sant Antoni y Sant Josep, pero trabajan en Vila, y están acostumbradas, siempre que pueden, a desayunar y comer fuera.
¡Qué alegría estar al sol y en una terracita!», comenta exultante un cliente que está desayunando en Can Moreta. Son las diez y media de la mañana y buena parte de las mesas de la terraza de este negocio de la calle Madrid, en Vila, están ocupadas. Sin duda, el buen tiempo invita a salir a la calle y sentarse en una terraza. Hay muchas ganas acumuladas, después de dos meses sin poder ir de bares, cafeterías o restaurantes. «Hemos salido escopeteadas para aquí en cuanto hemos podido», comenta Sandra, que se ha sentado en una mesa con sus amigas Pepi y Alba. Residen en Sant Antoni y Sant Josep, pero trabajan en Vila, y están acostumbradas, siempre que pueden, a desayunar y comer fuera.
¡Qué alegría estar al sol y en una terracita!», comenta exultante un cliente que está desayunando en Can Moreta. Son las diez y media de la mañana y buena parte de las mesas de la terraza de este negocio de la calle Madrid, en Vila, están ocupadas. Sin duda, el buen tiempo invita a salir a la calle y sentarse en una terraza. Hay muchas ganas acumuladas, después de dos meses sin poder ir de bares, cafeterías o restaurantes. «Hemos salido escopeteadas para aquí en cuanto hemos podido», comenta Sandra, que se ha sentado en una mesa con sus amigas Pepi y Alba. Residen en Sant Antoni y Sant Josep, pero trabajan en Vila, y están acostumbradas, siempre que pueden, a desayunar y comer fuera.
¡Qué alegría estar al sol y en una terracita!», comenta exultante un cliente que está desayunando en Can Moreta. Son las diez y media de la mañana y buena parte de las mesas de la terraza de este negocio de la calle Madrid, en Vila, están ocupadas. Sin duda, el buen tiempo invita a salir a la calle y sentarse en una terraza. Hay muchas ganas acumuladas, después de dos meses sin poder ir de bares, cafeterías o restaurantes. «Hemos salido escopeteadas para aquí en cuanto hemos podido», comenta Sandra, que se ha sentado en una mesa con sus amigas Pepi y Alba. Residen en Sant Antoni y Sant Josep, pero trabajan en Vila, y están acostumbradas, siempre que pueden, a desayunar y comer fuera.
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¡Qué alegría estar al sol y en una terracita!», comenta exultante un cliente que está desayunando en Can Moreta. Son las diez y media de la mañana y buena parte de las mesas de la terraza de este negocio de la calle Madrid, en Vila, están ocupadas. Sin duda, el buen tiempo invita a salir a la calle y sentarse en una terraza. Hay muchas ganas acumuladas, después de dos meses sin poder ir de bares, cafeterías o restaurantes. «Hemos salido escopeteadas para aquí en cuanto hemos podido», comenta Sandra, que se ha sentado en una mesa con sus amigas Pepi y Alba. Residen en Sant Antoni y Sant Josep, pero trabajan en Vila, y están acostumbradas, siempre que pueden, a desayunar y comer fuera.
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